Investigadores de la Universidad Iberoamericana descubrieron la presencia de 18 por ciento de plomo en 103 alimentos, bebidas y especias más consumidos por los mexicanos, entre ellos, arroz, trigo, soya, cúrcuma, pimienta, chile guajillo, jamón, salchichas, dulces a base de tamarindo, así como productos para bebés con base de arroz y soya.
Por ello, la senadora Cecilia Margarita Sánchez García pidió a la Secretaría de Salud que informe al Congreso sobre las acciones que se llevan a cabo para evitar enfermedades graves y crónicas en la población a consecuencia del consumo de alimentos contaminados con plomo.
En un punto de acuerdo que inscribió en la Gaceta Parlamentaria del 6 de marzo, refirió que este metal se encuentra en el medio ambiente, tanto en la corteza terrestre como en el aire en forma de partículas que, al ser liberadas a la atmósfera en forma de gases, vapores o partículas sólidas, representan contaminación, es altamente dañino para la salud humana y responsable de numerosos problemas de salud y muertes por intoxicación.
Lo preocupante, subrayó Sánchez García, es que se han encontrado partículas de dicho metal en alimentos frescos como fresas, papaya, yuca, así como en jugos industriales de caña, guayaba, toronja, piña, tomate, en comida procesada e, incluso, en utensilios de cocina, lo que causa problemas de salud y afecta la calidad de vida.
La senadora del PRI comentó que la exposición al plomo causó 494 mil 550 muertes en el 2018, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que la población infantil es la más vulnerable, porque en caso de ingerirlo requerirían hospitalización inmediata.
Agregó que, si el metal es inhalado, ingerido o absorbido a través del sistema respiratorio y el tracto gastrointestinal, afectaría principalmente órganos o tejidos de los sistemas renal, cardiovascular, circulatorio y el aparato gastrointestinal.
Sánchez García dijo que cuando la exposición al metal es muy baja se puede presentar disminución de la memoria, del aprendizaje, la habilidad verbal, la atención, en la pronunciación y en la audición, pero también pueden aparecer signos de hiperactividad.
En caso de ser leve o moderada, se siente parestesias, mialgias, fatiga leve, irritabilidad, letargia, molestias abdominales, artralgias, fatiga general, dificultad de concentración, cansancio muscular, cefaleas, dolor abdominal difuso, vómitos, pérdidas de peso y estreñimiento.