Cuando eran oposición y el PRI o PAN dominaban la escena del poder político, los entonces perredistas, la mayoría de ellos ahora investidos en el capote de Morena, partido propiedad del actual presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, todo le reclamaban a sus contrincantes y no solo exigían anular decisiones oficiosas, legislativas y administrativas, sino que salían a las calles a denunciar, insultar y provocar destrozos en comercios y oficinas públicas…
Bueno, pues ahora que son mayoría, se dicen dueños del país y con singular alegría aplican las mismas medidas arbitrarias para saciar sus instintos de control social y sometimiento a sus adversarios… Ejemplo claro de esto es lo que ocurre en Baja California, donde el gobernador electo, Jaime Bonilla, tuvo la bendición del inquilino de Palacio Nacional para cambiar la Constitución y decretar que no gobernará solo los dos años que mandataron los electores en las urnas, sino que ampliará su gobierno a cinco años… Pero lo más sorprendente, chusco y hasta caricaturesco, es que cuando le preguntar a López Obrador sobre el asunto, se limita a exclamar: “De eso yo no opino y cualquier circunstancia la tienen que solucionar las instancias correspondientes”… Otro claro ejemplo de esto es lo que declaró hace unos días la experredista Dolores Padierna Luna, ahora ferviente adoradora de Don Andrés, cuando sus colegas panistas y priístas exigieron la comparecencia de Olga Sánchez Cordero y Alfonso Durazo, porque consideran que deben acudir a aclarar dudas de los representantes del pueblo… Ella respondió: “Sería ocioso llamarlos”… ¿No es sorprendente y hasta caricaturesco escuchar ahora a aquellos otrora permanentes protestantes que legítimamente alzaban la voz?... Que quede para la reflexión, porque el mundo da muchas vueltas… ¿O no?...