Mal, muy mal le fue al presidente Andrés Manuel López Obrador en su segunda gira de “trabajo” enmarcada por la brutal pandemia del coronavirus…
Como se sabe, al iniciar su recorrido estuvo en Veracruz y aquí reseñamos los gritos e insultos con que fue despedido y los reproches de que a la mamá del “chapo” sí la atiende con todos los honores… Luego viajó a Puebla y ahí ocurrieron hechos similares, pues cada vez es más pueblo que acude a su paso en sus giras para exigir que cumpla lo que ofreció en campaña electoral y otras necesidades… En Tlaxcala las cámaras captaron cómo una camioneta escolta arrolló, aunque sin consecuencias, a un joven que miraba la desesperación de la gente que pretendía hablar con el otrora popular López Obrador que antes era abrazado con cariño y hasta apachurrado por el entusiasmo que le profesaba el pueblo… Pero en Hidalgo ocurrió algo que debe llamar la atención del inquilino de Palacio Nacional, porque de no reflexionar el nuevo sentimiento que está despertando entre cada vez más pueblo, las cosas se pueden salir de control… Resulta que a la salida de un evento abordó su camioneta para retirarse rodeado de cada vez más enérgica barrera humana de guaruras, pero a su paso el vehículo dejó materialmente sembrado a un respetable anciano que buscaba ser escuchado y acabó en el suelo con todo y muletas… La gira concluyó en Morelos, donde también hubo reclamos airados, a grado tal, que le gritaban que se fuera, que ahí no lo quería… Es, pues, un escenario muy diferente al que se enfrenta el promotor de la mal llamada 4-T y si su grupo de asesores, ayudantes y opinadores que lo defienden a ultranza en algunos medios informativos no le ayudan a reflexionar y enderezar el rumbo, estarán dando la razón al senador Dante Delgado Rannauro, con aquello del peligro de su terquedad… Una vez más, está a tiempo, señor presidente…