Analizar cómo las palabras prevalecieron en diversos siglos y sistematizar su uso en auge o cómo cayó en desuso, ahora es posible mediante un novedoso procedimiento de física que utiliza herramientas clásicas de las ciencias exactas para estudiar la evolución de los vocablos, un terreno propio de la lingüística.

Es una tendencia actual dentro de la física utilizar la metodología de esta disciplina en otros campos, como la biología y la medicina, aunque se aplica en escala muy baja en temas humanísticos, afirmó Rosalío Fernando Rodríguez Zepeda, del grupo de Sistemas Complejos del Instituto de Física (IF) y profesor de Física Estadística en la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

Puso como ejemplo la palabra internet, la cual está en auge aunque apareció en 1971; mientras que tanque tuvo más uso durante la Primera y Segunda guerras mundiales.

Rodríguez exploró este innovador estudio mediante la utilización de bases de datos gigantescas, junto con los investigadores Germinal Cocho (en su último trabajo de investigación), Jorge Flores y Carlos Pineda, del IF; Carlos Gershenson, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) y Sergio Sánchez, de la Facultad de Ciencias (FC).

“Hoy se dispone de una infraestructura impresionante y una tecnología muy desarrollada para adquirir y manipular datos sobre sistemas lingüísticos: los idiomas, el lenguaje, las palabras que aparecen y desaparecen. Son bases de datos enormes que fueron una motivación para estudiar estos sistemas”, señaló Rodríguez.

Revelan, entre otra información, cuáles palabras y cuántas veces aparecieron en libros impresos en función del tiempo desde 1500 hasta 2018 en inglés, francés, alemán, italiano, ruso y español; detallan cuándo surgían, se mantenían y desaparecían.

“Tener esa información nos hizo estudiar propiedades como la frecuencia con que aparecen las palabras y cómo cambia esa propiedad”, explicó.

Métodos estadístico y estocástico

En su análisis, los físicos encontraron que el comportamiento de las palabras es errático a lo largo del tiempo, pues la aparición, desaparición y frecuencia con que se usan depende de factores culturales, sociales y etimológicos.

“Este comportamiento es errático, aleatorio, lo que ocurre con frecuencia en propiedades y variables que describen a sistemas físicos, como un recipiente con gas, el cual está compuesto de gran cantidad de partículas que se mueven de manera complicada. Como no podemos predecir el comportamiento de ellas, recurrimos a métodos estadísticos y estocásticos que se han desarrollado en la física”, argumentó.

Para el caso estadístico, los físicos utilizan algoritmos que permiten manipular, estudiar y extraer información estadística de enormes cantidades de datos, pero en estos estudios la variable tiempo está fija.

En el método estocástico emplean una ecuación (llamada ecuación maestra), además de variables que tienen un comportamiento estadístico que cambian en función del tiempo.

En un artículo publicado recientemente en la revista Physica A, los universitarios analizaron 20 palabras en seis idiomas (español, inglés, francés, alemán, italiano y ruso) y su evolución. Estudiaron una propiedad del comportamiento a la que llamaron el rango.

“A las palabras les asociamos un número (por ejemplo el número de veces que aparece) en un cierto intervalo de tiempo (por ejemplo un siglo) y analizamos cómo cambia en función del tiempo. Tratamos de dar una descripción dinámica de ese número. A ese número le llamamos el rango de la palabra”, detalló Rodríguez.

Las palabras las clasificamos de acuerdo con rango que tienen, es decir, las que aparecen más veces tienen un rango superior.

“Con este análisis del rango hicimos gráficas y curvas de cómo las 20 palabras analizadas en seis idiomas varían en un tiempo muy largo, y encontramos una variación azarosa del rango en función del tiempo; algunas ecuaciones aplican estos comportamientos. Usamos la ecuación maestra para describir la probabilidad con la que puede ir cambiando el rango de las palabras”.

Rosalío Fernando Rodríguez puntualizó: “Ya no importa nada más el número de palabras, cuántas veces aparecen y desaparecen, nos estamos fijando ahora y tratamos de describir la probabilidad con la que va a tomar alguno de esos valores en función del tiempo”.

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