El Espacio Cultural San Lázaro se deleitó con la poesía de Irma Pineda, elegida como la voz de los pueblos indígenas de Latinoamérica y el Caribe por la Organización de las Naciones Unidas. Originaria de Juchitán, Oaxaca, a través de su lírica plasma la cultura autóctona, la tradición y rituales a los muertos y el sembrado del ombligo en la tierra, el sentir de la gente, del amor, el mar, la nostalgia y la naturaleza.

Irma Pineda es poetisa binnizá (bini, gente; zá, nube: gente de las nubes), cultura oaxaqueña que se traduce como zapoteca, cuyo nombre lo establecieron los náhuatls porque había muchos zapotes en la región, y que la Secretaría General y la Dirección General de Servicios de Documentación, Información y Análisis (SEDIA), en el marco de la Poesía en Lenguas Originarias, difunden.

María Vázquez Valdez, directora de Bibliotecas y Archivos de la Cámara de Diputados, apuntó que Irma Pineda es una de las poetisas mexicanas más relevantes en la actualidad, cuya rima evoca belleza y fuerza narrativa; también ensayista y traductora, que “prefiere vivir en Juchitán para estar cerca de su ombligo y del mar”.

La lectura de su poesía, dijo, es un tributo para conmemorar el

Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

Autora de varios libros bilingües en zapoteco y español. Sus ensayos han sido publicados por la Universidad de Siena, Italia; la Universidad del Istmo; la Dirección General de Culturas Populares y el Colegio de Guerrero. Su obra se ha traducido al inglés, alemán, italiano, portugués serbio y ruso.

Irma Pineda, autora binnizá, deleitó el oído y el alma con sus rimas inspiradas en la tradición de enterrar el ombligo del recién nacido en la tierra, en el patio de la casa familiar o junto a un frondoso árbol, cuyo significado es afianzarlo al lugar de origen para darle identidad.

“Es símbolo para que siempre lo proteja un guardia del alma y tenga fortaleza y firmeza; crezca en la cultura y sepa que no está sólo, porque tiene su estirpe de antepasados y comunidad que lo cuidan”, precisó.

La poesía contenida en el libro Rojo deseo, publicado en 2018, describe la forma en que la comunidad del Istmo vive el amor, el erotismo y la sensualidad, cuya idea nació en una fiesta, a la que asistió una de sus tías, quien relató las penurias emocionales de su hija, después de divorciarse, y que inspiró Consejos de una tía.

Además, esta obra recaba las frases en doble sentido vinculadas a la intimidad, las cuales se estaban perdiendo por los jóvenes, para contribuir a preservar esa especial forma de hablar.

La lírica de Irma Pineda refleja la nostalgia y melancolía de su pueblo, mismas que se consideran una enfermedad del alma, que para curarla, exige una limpia con hojas de tamarindo, beber un anisado y sangre fresca de tortuga, y es parte de la poesía de: En el vientre de la noche.

La también profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, plasma en sus rimas la muerte y sus rituales, mediante exquisitas frases plantea que este proceso no es una despedida ni un final, sino un ciclo de la vida que no termina, porque las almas se reecontrarán en el valle de los muertos.

Entre su obra, resalta un libro para niños titulado Dos en mi corazón (Chupa ladxidua), enriquecido con dibujos realizados por infantes zapotecas inspirados en la lectura de su poesía.

Destacan entre sus obras, Nostalgias del mar; La nostalgia no se marcha como el agua de los ríos; “De la casa del ombligo a las nueve cuartas y La flor que se llevó, donde relata también la violencia en contra de niñas, mujeres y ancianas; la melancolía de migrantes y el renacer de su pueblo tras el devastador sismo de 2017.

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