Es posible medir las señales emitidas por el corazón, los músculos o el cerebro y registrar sus variaciones en una máquina mediante bluetooth, con lo que se elimina la maraña de cables para realizar este tipo de estudios, destacó Bruno Méndez Ambrosio, del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM.
El técnico académico explicó que existen múltiples equipos comerciales que vinculan las señales inalámbricas a la toma de datos por su alta utilidad para la salud; sin embargo, su costo aún es elevado, por lo cual instituciones de educación, como la UNAM, crean versiones más económicas que realizan este trabajo.
“Este tipo de conocimientos adquiridos permiten que utilicemos, de forma más eficiente, los equipos y hay un proyecto que se llama Arte y Cerebro donde pudimos sincronizar tareas de estimulación visual de arte con 20 canales de registro, y tenemos señales con una buena relación de señal-ruido. Pero estamos listos para reproducir y tener nuestro propio electroencefalograma”, añadió.
Méndez Ambrosio, quien es uno de los expertos del IFC que desarrolla dispositivos electrónicos útiles en Neurociencias, añadió que debido a que esta tecnología es no invasiva puede llevarse a comunidades rurales; o bien, aplicarla en veterinaria.
Para el trabajo, el experto en electrónica adaptó sistemas comerciales de bluetooth, sensores bioeléctricos y un amplificador de señal para trasladar los datos a una computadora que registra las enviadas por el corazón o el cerebro.
Durante la Semana del Cerebro, organizada por el IFC, destacó que medir señales bioléctricas del cuerpo humano no es sencillo, por lo cual se utilizan electrodos de contacto superficial.
Si se midiera la actividad eléctrica directa de una neurona la respuesta es de aproximadamente 100 milivolts, pero cuando se hace vía cutánea la situación es distinta. Por ejemplo, las mediciones del corazón y músculos al hacerse de forma superficial registran un milivolt, es decir, 100 veces más pequeño; mientras que las cerebrales -que están cubiertas por el cráneo- son del orden de microvolts, abundó el universitario.
Recordó que a lo largo del tiempo ha habido científicos interesados en temas de mediciones de señales bioeléctricas, entre ellos Luigi Galvani, famoso por sus preparaciones en rana, quien observó que al conectar las extremidades a una corriente había una contracción muscular. Ese tipo de respuesta lo llevó a hacer una teoría de electricidad animal. Para refutarlo, su contemporáneo Alessandro Volta inventó la pila que usamos en la actualidad.
Agregó que el primer electrocardiograma fue construido por Willem Einthoven, en 1900, quien logró registrar la actividad eléctrica del corazón, uno de los avances más importantes en la historia de la cardiología.