El científico Raúl Rojas González, quien fue nombrado como el académico del año en Alemania, en 2015, creció en la colonia Doctores, estudió en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), y revolucionó la ingeniería mecatrónica.
“Desde pequeño siempre me interesaron las matemáticas y ya en la Escuela Superior de Física y Matemáticas (ESFM) me interesó la geometría y la computabilidad. El legendario profesor Harold McIntosh me invitó a unirme a su grupo en el Instituto de Investigaciones Nucleares cuando tenía 19 años y desde entonces comencé a trabajar en temas de computación e inteligencia artificial”, expuso.
El profesor de matemáticas e informática por la Universidad Libre de Berlín, Alemania, estudió la maestría en matemáticas ESFM del IPN y paralelamente cursó la maestría en economía en la UNAM. Después salió a Alemania donde obtuvo el grado de doctor y la habilitación en ciencias de la computación, un grado posterior al de doctorado.
También tomó algunas clases en universidades de Estados Unidos, así que ha pasado por las aulas de seis universidades como estudiante.
Aunque desde el año 1996 reside permanentemente en Alemania, siempre ha mantenido estrechos lazos de colaboración con la comunidad científica de México y ha promovido la inteligencia artificial como un campo vigoroso de estudio entre los jóvenes.
El también miembro correspondiente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) narró en entrevista su camino hacia la automatización: “La Fraunhofer Gesellschaft en Berlín me invitó a trabajar en el desarrollo de una computadora de quinta generación para procesar lógica simbólica. Fue un proyecto muy interesante ya que en Estados Unidos, Japón y Europa se estaba trabajando mucho en esta dirección. A principios de los noventa hubo un giro y la inteligencia artificial subsimbólica; es decir, las redes neurales comenzaron a tener preeminencia”.
Después, contó, en 1993 publicó un libro sobre la teoría matemática de las redes neurales y desde entonces comenzó a trabajar junto con neurólogos tratando de comprender la forma en que se pueden reconocer imágenes, personas, objetos varios, de manera casi automática y cómo reproducir estas capacidades con una computadora.
“Más tarde, en 1998, comenzamos a investigar a la inteligencia artificial situada; es decir, sistemas que aprenden de la interacción directa con el mundo. Para eso se necesita un cuerpo y comenzamos a desarrollar robots para jugar futbol, primero de dos kilogramos (kg), y después hasta de 15 kg. En 2004 y 2005 ganamos el campeonato mundial de futbol robótico y decidimos retirarnos del campo de juego”.
Proyecto en curso
A partir de 2006, dijo, “comenzamos a desarrollar vehículos autónomos y ese es mi proyecto más grande hasta ahora. Desde 2010 navegamos en Berlín con la licencia de manejo para Alemania. Nuestro vehículo es completamente automático: todo lo hace una computadora que recibe señales de cámaras de video, radares y láseres. La persona que va en el auto no maneja, sólo va supervisando al vehículo para evitar accidentes, que afortunadamente nunca hemos tenido. El vehículo también tiene la licencia de manejo para Suiza y ha sido mostrado en Texas y Nevada. En 2015 manejamos desde Nogales hasta la Ciudad de México de manera completamente automática. Mostramos aquel auto navegando por las calles de la ciudad”.
Para este proyecto continúo desarrollando software capaz de interpretar las diferentes situaciones de tráfico, algo que hacemos también en colaboración con la industria automotriz alemana. “Muchos de mis estudiantes ahora trabajan para esas compañías”.
Rojas González recordó que llegó a Alemania con una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD por sus siglas en alemán). Había estudiado alemán en el Instituto Goethe y en la UNAM. Tenía muy buenas calificaciones, así que le fue sencillo obtener la beca. “No llegué con intenciones de quedarme en Alemania, pero la Fraunhofer Gesellschaft me ofreció un contrato como investigador antes de terminar el doctorado. De ahí me contrataron en la Universidad Libre de Berlín, luego en Viena, posteriormente en la Universidad de Halle-Wittenberg. Después de ese periplo académico regresé a la Universidad Libre de Berlín ya como profesor titular con la misión de montar un laboratorio de inteligencia artificial”.
No obstante, siempre ha mantenido un contacto muy estrecho con México. A veces visita al país hasta cinco veces al año, ofreciendo cursos o dando conferencias. “Mis compañeros de estudios están ahora por todo el país y ellos me invitan regularmente. También he participado en comisiones para evaluar proyectos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y formo parte de la iniciativa en inteligencia artificial que lidera el Centro de Investigación en Matemáticas”.
Agregó que ha tenido siete doctorantes mexicanos en Berlín y la mayoría ha regresado a México como profesores universitarios. En la Universidad de Ciudad Juárez colabora con una cátedra institucional. En 2016 donó 35 autos robóticos a escala a diversas universidades en México. Además, “y dado el gran contacto que tengo con México, en 2011 fui incorporado a la Academia Mexicana de Ciencias como miembro correspondiente, lo cual es un gran honor”.