Por Alberto Barranco Chavarría
Embajador de México en El Vaticano
Enclavada en un espacio privilegiado hacia el escenario de la antigua Roma, justo a un costado del teatro di Marcello, se ubica una añosa iglesia en cuyo seno se encuentra una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, en cuyo centro está su imagen coronada que de acuerdo a la tradición habría sido la primera en llegar a la ciudad eterna, en 1770.
Se considera que la pintura la realizo Juan Correa, aunque algunos señalan a Miguel Cabrera, el único artista que logró ver en tres ocasiones el ayate de San Juan Diego sin cristal protector.
El templo, conocido como San Nicola in carceri (en la cárcel, por la que hubo en el lugar), está dedicado a San Nicolás de Bari, en la tradición anglosajona Santa Claus.
La construcción original data de siglo VI, integrándose a las ruinas de tres templos romanos a Juno, Spes y Jano.
La iglesia, que muestra escenas de la vida del santo de Bari fue remodelada en 1754, modificándose la fachada.
Los cirios a los costados de la imagen tienen grabadas imágenes de la propia Guadalupana.
En realidad, la pintura fue la tercera en llegar a las manos de un pontífice romano.