Por las acciones realizadas durante el servicio social, encaminadas a atender las necesidades de la población y contribuir a mejorar sus condiciones de vida, la UNAM entregó el Premio al Servicio Social “Dr. Gustavo Baz Prada” 2019, a 228 jóvenes de diferentes carreras, así como a 136 académicos por la orientación brindada a los estudiantes.

Entre los galardonados están Ana Cristina Ramírez Ramírez y Jazmín Tapia Rivera, de origen otomí y mazateco, respectivamente, por su labor para promover la cultura mexicana en Canadá y ayudar a los afectados por el sismo de 2017.

Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, afirmó que los universitarios han sido siempre factores de cambio y transformación social. “Lo han sido con la práctica de sus respectivas profesiones, de su conocimiento, al proponer alternativas, y el servicio social es una etapa de profundización de los saberes adquiridos, que aplican a la solución de problemas concretos como un modo de servir y de vincular a la Universidad con las comunidades”.

Jazmín y Ana Cristina son beneficiarias del Sistema de Becas para Pueblos Indígenas y Afrodescendientes, del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la UNAM, y tras externar su orgullo de pertenecer a estos pueblos, enfatizaron que el servicio social les permitió retribuir parte de lo que han recibido.

Ana Cristina es de Querétaro, de origen otomí, y estudió en la Facultad de Música. Hizo su servicio social en la sede de la UNAM en Canadá, donde impulsó el desarrollo del Departamento de Música y dirigió un coro México-canadiense, exposiciones, festivales de música, danza y el Primer encuentro coral a una voz.

“El PUIC siempre me ha impulsado para mostrar lo que es México, nuestros orígenes, y llevar a otros territorios nuestras tradiciones. Eso fue lo más enriquecedor”, destacó.

Jazmín, de madre mazateca y padre mixteco, estudió Ingeniería Civil en la Facultad de Ingeniería, y tras el sismo de 2017 participó por ocho meses en la revisión estructural de inmuebles; además, desarrolló un programa ejecutable para el Colegio de Ingenieros Civiles de México y la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, donde recabó información de las brigadas de inspección, elaboró un mapa de riesgos y ubicó zonas con daños.

“Estuve mucho tiempo con las brigadas y esa experiencia me sirvió para mi tesis, enfocada a la revisión estructural, pero de planteles educativos, pues también colaboré con el INIFED (Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa) y la Facultad de Arquitectura en la revisión de escuelas en la Ciudad de México”, detalló.

Carlo Enrique del Corral Ferrera, alumno de la carrera de Ingeniería Industrial, de la Facultad de Ingeniería, remarcó que la presea se entrega a alumnos que realizaron una labor destacada e hicieron durante su servicio social más cosas de las que les implicaba su deber.

“Tenemos la capacidad, la responsabilidad, las respuestas a los problemas que enfrentamos como país, lo único que necesitamos es la pasión, el compromiso y la entrega para seguir haciendo la diferencia… La razón por la que estamos aquí es para cambiar nuestro mundo, y el de la gente que nos rodea, para bien”, reflexionó el joven ingeniero.

Estefanía Sánchez Zúñiga, de la carrera de Arquitectura del Paisaje, de la Facultad de Arquitectura, agradeció a la sociedad el privilegio que da a los universitarios para contar con una educación gratuita.

“El servicio social es una actividad de aprendizaje recíproca, donde hay un intercambio de experiencias y conocimientos, que dejó de ser un requisito de titulación y se convirtió en un proyecto de vida y en una pasión”.

Retribución social

En el auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina, Lomelí Vanegas recordó el origen del servicio social, en la década de los 30, “cuando existía un distanciamiento entre la universidad y los gobiernos posrevolucionarios, y surgió la libertad de cátedra e investigación”.

Relató que el exrector Gustavo Baz Prada tuvo la visión de crearlo como una estrategia para retribuir a la sociedad el apoyo que otorga, y como un instrumento para vincular a los estudiantes con los problemas en un país multicultural, que enfrenta realidades y contrastantes complejos.

En tanto, Germán Álvarez Díaz de León, titular de la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOAE), recordó que en los últimos cuatro años se registraron más de 23 mil programas de servicio social autorizados por cuerpos académicos colegiados, y 107 mil alumnos cumplieron con este servicio, representando a 54 entidades académicas y administrativas de esta casa de estudios.

En la ceremonia estuvieron también Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina; Patricia Helena Báez Gutiérrez, nieta del doctor Gustavo Baz Prada; Demetrio Fabián García Noceti, del coordinador del Consejo Académico del área de Ciencias Físico Matemáticas y de las Ingenierías; Fernando Rafael Castañeda Sabido, coordinador del Consejo Académico del área de Ciencias Sociales, entre otros.

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