Con el propósito de identificar fallas geológicas y periodos de retorno de los sismos en nuestro país, investigadores del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, dirigidos por Gerardo Suárez Reynoso, analizan crónicas, códices y glifos prehispánicos, reportes e informes de gobierno del México colonial.

Gracias a estas interpretaciones, Suárez Reynoso y Virginia García Acosta, del CIESAS, crearon la página Sismos Históricos, una plataforma digital con fines de investigación libre y gratuita, que contiene un catálogo de los fenómenos acontecidos a fin de apoyar la investigación en la materia.

Ampliar este conocimiento es fundamental para saber si un evento que sucedió podría repetirse. Los registros de temblores con instrumentos datan de principios del siglo XX; anteriormente los únicos disponibles eran informes, reportes y crónicas de los efectos causados, dijo Suárez Reynoso.

En la conferencia virtual “La importancia de los sismos históricos”, que forma parte de las charlas conmemorativas por el décimo aniversario del Museo de Geofísica, detalló que en México las primeras representaciones de movimientos telúricos son glifos prehispánicos que refieren, por ejemplo, que hubo un cometa, una erupción volcánica e incluso réplicas.

“Con la llegada de los españoles comenzó su señalamiento en informes de gobierno, y a partir de estos documentos buscamos reconstruir las condiciones de esos eventos estimando su intensidad, magnitud y periodo de retorno en una zona específica del país”.

Para hacer de las crónicas históricas herramientas útiles para el estudio de los temblores, el universitario y sus colegas recurren a la escala de intensidad, una medición cualitativa de los daños, que está perfectamente estipulada.

“Utilizamos la escala de Mercalli modificada, que nos permite ver el grado de daño, que de manera directa refleja la aceleración en el movimiento del terreno, que ocurrió en un determinado lugar”, explicó.

De esta manera, los sismólogos transforman la información histórica del suceso, logran datos georreferenciados de los sitios del evento y trazan su ubicación. Suárez y colabores elaboran mapas a partir de crónicas o reportes históricos e infieren datos como epicentro y magnitud.

“Graficamos cada uno de los pueblos donde identificamos que ocurrió el evento, y con documentos históricos y el almanaque del INEGI logramos darles una latitud y longitud para ubicar el origen”, puntualizó.

Después se calcula la intensidad de acuerdo con los valores de la escala de Mercalli, de 12 grados, desarrollada para evaluar la intensidad a través de los efectos y daños causados a distintas estructuras. Otro tipo de estudios es la paleosismología, la cual analiza sedimentos geológicos y rocas, en busca de signos de terremotos antiguos.

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