Un equipo internacional de científicos, entre los que destaca Rafael Navarro González, investigador de la UNAM, reveló por primera vez información sobre el ciclo del carbono orgánico en Marte, elemento clave para la vida como la conocemos en la Tierra.
Sus fuentes, explicó el investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) y colaborador de la NASA, pueden ser internas y externas: el carbono orgánico puede ser llevado al planeta rojo por meteoritos, cometas o partículas interplanetarias, pero también se puede formar en la atmósfera y el subsuelo marcianos.
El hallazgo fue publicado recientemente en la revista Nature Astronomy.
Carbono, imprescindible para la vida
En la Tierra el ciclo del carbono es imprescindible. “Tiene diversos orígenes y sin él la vida en nuestro planeta no existiría”, resaltó el científico universitario.
Desde su llegada al cráter Gale, en Marte (agosto del 2012), el robot explorador Curiosity ha buscado evidencias de vida en el pasado del planeta rojo, y para ese objetivo encontrar compuestos orgánicos es un punto clave.
Dentro del robot está el Sample Analysis at Mars (SAM), el equipo científico que analiza el entorno para detectar el origen y ciclo de elementos que pudieron ser la base de una antigua biosfera marciana, pues “hace tres mil millones de años su clima pudo ser más compatible con la vida como la conocemos”, explicó Navarro.
“Poco tiempo después de la formación del cráter Gale por la caída de un asteroide, se formó un lago con actividad hidrotermal por cientos de miles de años, cuya energía fue alimentada por el impacto. El lago pudo haber tenido condiciones favorables para el florecimiento de la vida”.
Hace poco se reveló que la concentración de gases atmosféricos en Marte, como metano y oxígeno, oscila con los cambios estacionales del planeta por mecanismos desconocidos; ahora, este nuevo estudio se relaciona con el análisis directo de rocas y arenas del suelo marciano, brindando por primera vez información acerca del ciclo del carbono en otro planeta. “Los experimentos realizados por SAM fueron desarrollados en los últimos cinco años de trabajo”, especificó.
Para esta tarea, Curiosity sube al monte Sharp (una montaña de cinco kilómetros de altura dentro del cráter Gale) y pulveriza pequeños fragmentos de roca o suelo de tres mil millones de años de antigüedad; posteriormente, SAM los calienta y vaporiza para revelar su contenido.
El análisis de dióxido de carbono realizado por SAM durante su ascenso por la montaña Sharp muestra una gran variación isotópica en las rocas analizadas, lo que implica que el ciclo de carbono es complejo, habiendo múltiples fuentes que contribuyeron a su formación, puntualizó.
Los análisis isotópicos sugieren que el carbono pudo ser aportado por compuestos orgánicos llevados por cometas, meteoritos o polvo interestelar; por la emanación de gases volcánicos e hidrotermales, como metano, monóxido y dióxido carbono; y finalmente por la síntesis de compuestos en la atmósfera, inducida por radiación solar y relámpagos. “Gran parte de la materia orgánica se oxido a dióxido de carbono, que se perdió en el espacio exterior debido a la baja gravedad del planeta, o se convirtió en rocas carbonatadas”.
Los estudios realizados proporcionan información sobre el origen de los compuestos orgánicos, y probablemente nos brindarán más datos sobre el clima marciano, dijo el también colaborador de la misión ExoMars, de la Agencia Espacial Europea.
El trabajo de Navarro con la NASA continuará para buscar nuevos compuestos orgánicos, indagar por qué varían las concentraciones de metano y oxígeno en ese planeta, además de realizar nuevos experimentos mediante la llamada “química húmeda”, que consiste en hacer reaccionar el polvo marciano con reactivos químicos en pequeños vasos que funcionan como hornos y permiten detectar de forma sencilla moléculas básicas para la vida pasada, como los aminoácidos.