Si un niño con síndrome de Asperger no duerme bien, los síntomas como ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje o de conducta se agudizan, por lo que expertos de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM implementan una técnica para su tratamiento llamada Estimulación Magnética Transcraneal.
El investigador de esa entidad académica y titular del proyecto, Fructuoso Ayala Guerrero, detalla que desde hace más de diez años estudian el sueño de personas de 9 a 15 años con ese Trastorno del Espectro Autista (TEA) para valorar su aprendizaje, memoria, estados de ánimo, ansiedad y depresión.
Se ha mostrado que los pacientes tienen alteraciones en las funciones mencionadas, pero se estima que con la aplicación de la técnica al estimular su cerebro se facilite su plasticidad al establecer nuevas conexiones para mejorar su funcionalidad, destaca el especialista en Neurociencias.
Al ser entrevistado en ocasión del Día Internacional del Síndrome de Asperger, que se celebra el 18 de febrero, precisa que, hasta hace poco, se le consideraba independiente del TEA, pero a partir de 2013 forma parte de este, pues quienes lo padecen se caracterizan por tener intereses limitados y absorbentes, patrones de conducta repetitivos o rutinarios, y marcada dificultad para comunicarse e interactuar con los demás.
A partir de 2007 la Organización Mundial de la Salud impulsa cada año la conmemoración y promueve la conciencia en la población sobre las capacidades de aprendizaje y trabajo en las personas con este trastorno, a fin de fomentar su inclusión en la sociedad.
El organismo internacional calcula que aproximadamente uno de cada 160 niñas y niños a nivel mundial tiene un TEA; la Asociación de Asperger en México prevé que uno de cada 115 presenta esta condición.
Ayala Guerrero describe que se trata de un trastorno del neurodesarrollo, es decir, se presenta en el proceso de desenvolvimiento del feto; a medida que también lo hace el cerebro, las neuronas realizan conexiones progresivamente más complejas que son sensibles a ser alteradas, sobre todo en los primeros tres meses del embarazo, ya que si no se establecen conexiones adecuadas el resultado son varios problemas neurológicos al nacer, entre ellos el síndrome de Asperger.
El universitario apunta que se han encontrado genes hereditarios, los cuales pueden originar el problema, por ello es importante conocer el historial de la familia para saber si padres, abuelos o tíos lo han tenido.
Se ha documentado, prosigue, que madres con epilepsia que durante la gestación toman fármacos para su atención, sobre todo el valproato, es posible que sus hijos presenten autismo, lo que significa que también hay factores externos que influyen.
Ayala Guerrero recuerda que en el Laboratorio de Neurociencias de la FP implementaron un modelo experimental con ratas gestantes a las que se les inyecta valproato; las crías, al nacer, presentan alteraciones de conducta y de tipo motor, que son algunas de las características que tienen los pacientes con TEA.
Identificación temprana
El doctor en Ciencias explica: los síntomas del autismo suelen detectarse al año y medio, cuando el menor tiene problemas de comunicación en su desarrollo del lenguaje; sin embargo, a edad más temprana también es posible identificar algunos indicios, ya que el recién nacido suele comunicarse -especialmente con la madre- a través de la mirada, la sonrisa o la sorpresa, lo que indica que se comunican conductualmente con otras personas.
Pero aquellas con autismo tienen dificultades de empatía, que significa entender la conducta de los demás. Es importante notar si el menor no rehúye la mirada o tampoco sonríe, esto indicaría que no se puede comunicar. Entre más temprano se detecte es mejor, porque el cerebro joven tiene gran plasticidad, es decir, la capacidad de modificarse y mejorar su funcionalidad de acuerdo con los estímulos medioambientales recibidos, abunda Ayala Guerrero.