*La tómbola morena
¿En manos de quién estamos? Ya no les interesa guardar las formas y menos las apariencias cuando de escoger a uno o a muchos candidatos se trata, y no me refiero a un partido político en especial, sino a todos, que parecen cortados con la misma tijera sin filo. Habiendo tanto militante que podría desempeñar de manera decorosa el cargo de diputado o senador, los dirigentes partidistas, junto con un grupo selecto, deciden a los candidatos que, regularmente, resultan ser los mismos de siempre en un acto verdaderamente anti democrático.
Morena es un Partido Político joven en el que mucha gente cree, pese a que ha dado señales de ser totalmente anti democrático y discriminador al tratar de elegir a sus candidatos mediante esa farsa llamada tómbola encabezada por Mario Delgado, presidente nacional de dicho partido, al señalar, palabras más, palabras menos, que de acuerdo con los estatutos de dicho partido, los elegidos serán seleccionados por tómbola para que TODA LA MILITANCIA tenga derecho de participar y a representar al movimiento morenista en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales.
No obstante, lo anterior, la persistencia de figuras políticas recurrentes en puestos de poder ha dejado un mal sabor de boca en infinidad de morenistas que, al conocer los resultados amañados, no vieron la llamada renovación y menos un cambio sustancial en el panorama político de su partido.
Si bien es cierto que hay nuevos nombres designados para ocupar esos espacios, también lo es que siguen siendo las mismas figuras eternas como Ricardo Monreal, Fernández Noroña, Olga Sánchez Cordero, Marcelo Ebrard, Citlalli Hernández, entre otros, para seguir encabezando a Morena y disfrutar del fuero, por si las moscas, ya que se avecina un cambio de gobierno en el que bien podría perder el actual partido en el poder y quedar en manos de la oposición, que ni tarde ni perezosa, decida ajustar cuentas contra algunas de las personas mencionadas.
Se sabe que la repetición de las mismas personas a menudo se asocia con prácticas clientelistas, corrupción, falta de transparencia, como un pago a su lealtad y por fungir como verdaderos siervos, no de la nación, sino del presidente en turno, cuya encomienda es protegerle la espalda y cualquier ocurrencia que su “brillante” mente pueda elucubrar.
La susodicha tómbola representa un obstáculo para el avance hacia una democracia más sólida y representativa, con lo que me queda claro que las estructuras políticas y partidistas, por lo menos en México, favorecen la permanencia de un grupito, sin importar si su desempeño anterior estuvo a la altura de las circunstancias.
Los vínculos establecidos entre los partidos políticos, las élites económicas y los grupos de interés crean un entorno propicio para la reproducción de las mismas figuras en puestos clave.
¿Y qué pasa con la tropa o la militancia general? La mayoría se sigue prestando como carne de cañón; otros tantos, pese al panorama desalentador, conservan la esperanza de poderse colar en las grandes ligas, pero si bien les va, serán asignados como achichincles de los favorecidos; unos más, que no creen ni en su sombra, decidirán emprender la veloz huida y dar el salto hacia otro partido, aunque solo los más conocidos, tendrán buen acomodo; y finalmente, unos poquititos, van a protestar contra la descarada simulación, motivo suficiente para que los expulsen del partido y sean dejados a su suerte.
Los premios de consolación son limitados por lo que la militancia no se da cuenta (o no quiere darse cuenta) que la falta de opciones políticas viables, más allá de las figuras tradicionales, dificulta el ejercicio de la democracia, y si a eso se le agrega la ausencia de liderazgos emergentes con propuestas innovadoras y comprometidas con el cambio, pues no queda más remedio que perpetuar el statu quo.
Este desencanto puede llevar a una resignación frente a la posibilidad de un cambio real y alimentar la apatía dentro de los partidos.
Se publicita hasta el cansancio, sobre todo por parte de los dirigentes, que hay que fomentar una mayor participación y organización dentro de la militancia para impulsar una renovación democrática; sin embargo, no se dan medidas como la reducción de barreras de acceso para nuevos actores políticos y difícilmente se implementan mecanismos de rendición de cuentas.
La persistencia de los "Mismos de Siempre" en puestos políticos en México es un desafío significativo para la renovación democrática que requiere un compromiso colectivo para promover mayor participación, además de reformar las estructuras institucionales y fortalecer los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas para lograr un sistema político más inclusivo, representativo y comprometido con los intereses y aspiraciones de toda la sociedad mexicana.
Resulta una broma de mal gusto eso de la tómbola morena o de sus mentadas consultas populares, porque es clarísimo que quien designa a los candidatos, en el caso de Morena, está en Palacio Nacional realizando negociaciones a puerta cerrada, sin la debida rendición de cuentas ni la participación efectiva de la militancia, socavando la legitimidad de los candidatos elegidos y promoviendo la continuidad de figuras desgastadas o vinculadas a prácticas cuestionables.
Hasta la próxima