*La Movilidad, un sueño guajiro

Hablar de movilidad en la Ciudad de México es sinónimo de fracaso, a pesar de que los encargados de llevarla a buen puerto hacen lo imposible por hacerle creer a la ciudadanía, sobre todo a los ciclistas, que es todo un éxito y que cada día se esfuerzan más por brindarles seguridad y crear más ciclovías, como si estas se hicieran a destajo en lugares, muchas veces, inviables.

No es que peque de pesimista, pero por donde se le vea, no hay un vestigio que indique que la movilidad en la CDMX va viento en popa. Por el contrario, basta con echar un vistazo a las redes sociales para observar que cada vez son más los internautas que se quejan del Sistema de Transporte Colectivo (STC), también conocido como Metro, del Metrobús, camiones y taxis que forman parte del transporte público y de la infinidad de accidentes que se suscitan, en los que tanto el peatón, el ciclista y el motociclista llevan la peor parte, y no necesariamente por culpa de los conductores de automóviles.

No se necesita ser adivino o experto en la materia para darse cuenta de que la movilidad va de mal en peor por las ocurrencias de los servidores públicos que se encargan de planearla o por sus jefes que, lejos de asignar tales tareas a quienes en realidad sí saben, los nombran como titulares no por su capacidad sino por amistad, cuotas de poder o recomendación.

En la década de los 70, del siglo pasado, un grupo de vecinos nos organizamos para protestar por la creación de los llamados ejes viales, pues para hacerlos se talaron infinidad de palmeras que adornaban los camellones, mismos que fueron quitados para habilitar con más carriles varias avenidas de la CDMX.

Casi cuatro décadas después, dichos ejes fueron mutilados para dar paso al Metrobús y, en algunos casos, crear pseudo ciclovías, supuestamente para desincentivar el uso del automóvil, lo cual no sucedió, como pasó en la década de los 80, con la implementación del Hoy No Circula, que lo único que provocó fue que los automovilistas compraran más autos y para circular todos los días.

En las pseudo ciclovías, como la de Insurgentes, Patriotismo y Revolución, ¿la autoridad planeó dónde se estacionarían las pipas de agua, del gas, los camiones recolectores de basura, las ambulancias, para desempeñar su trabajo? ¡No! De ahí que se estacionan dónde pueden porque de otra manera se complicaría o sería imposible su trabajo.

Qué decir de las camionetas blindadas, del transporte público cuyo servicio deja en estado de indefensión al peatón, que si bien le va tiene que descender o ascender en el segundo carril y a veces en el tercero, ya que el primero generalmente está destinado para las pseudo ciclovías.

Sí, para las pseudo ciclovías, esas que se crearon supuestamente para brindarle seguridad al ciclista. ¿Realmente son seguras? Hasta donde sé, al menos en la CDMX, no hay ninguna segura y todavía se le exige al automovilista circular a metro y medio de distancia con respecto del ciclista, cuando también se sabe que hay pseudo ciclovías cuyo ancho no llega ni a metro y medio, además de que a alguien se le ocurrió que su uso fuera opcional.

¿Habilitar ciclovías para que su uso sea opcional en lugar de obligatorio? Lo mismo pasó en el Metrobús con los espacios que se designaron a las mujeres y he visto a infinidad de ellas que prefieren viajar en donde les viene en gana, en lugar de usarlos, aunque estén vacíos.

Se nos vendió la idea de que el espacio debe ser compartido, con lo cual estoy de acuerdo; sin embargo, en la práctica no se lleva a cabo.

Tal es el caso de los motociclistas que son los que más “invaden” las pseudo ciclovías ante la ira de muchos ciclistas que lejos de compartir el espacio, los confrontan, tanto o más que a los automovilistas.

¿Quién, en su sano juicio, puede sentirse seguro manejando una bicicleta o motocicleta por cualquier calle o avenida de la CDMX? Eso sin contar lo imprudentes que regularmente son aquellos que manejan ambos vehículos, sobre todo los primeros, a los que absurdamente se les permite pasarse un alto siempre y cuando se den ciertas circunstancias que señala el Reglamento de Tránsito para hacerlo.

¿Sabrán los burros sabios de la Movilidad lo que significa la luz roja? ¡ALTO TOTAL! Pero no, lo dejan al buen entender del ciclista al que le hicieron creer que es un ente moralmente superior.

Las ciclovías no han cumplido con las expectativas debido a problemas de diseño, falta de conectividad o uso limitado, además de que el flujo de ciclistas dista mucho de ser el esperado, ni en horas pico se da la afluencia que se calculó antes de su diseño; por tanto, el impacto económico de las ciclovías, especialmente en términos de espacio vial dedicado y su efecto en el tráfico de automóviles y transporte público, es cuestionable porque varias calles y avenidas se han convertido en un embudo. ¿A qué despistado se le ocurrió quitarle de tajo infinidad de carriles al automovilista?

Para mejorar la movilidad, es crucial fomentar la educación vial. Debemos aspirar a que millones de personas se transporten en bicicleta de manera segura todos los días. Además, sería útil emplacar las bicicletas para tener un control sobre ellas, ya que, aunque raramente matan, sí pueden causar daños a terceros.

También es fundamental mejorar la infraestructura existente y diseñar nuevas ciclovías y rutas de transporte público que realmente respondan a las necesidades de la población. La implementación de tecnologías inteligentes para gestionar el tráfico y mejorar la seguridad puede ser una solución efectiva. Tal vez lo dicho en este último párrafo haga que la verdadera y efectiva Movilidad sea un sueño guajiro.

Hasta la próxima.

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