*Lo negarán tres veces

Se sabe que la política, a menudo, presenta situaciones difíciles y decisiones complicadas. Una de esas decisiones es la de desconocer a un “amigo” de partido. En un mundo ideal, la lealtad entre compañeros políticos sería inquebrantable, pero la realidad es mucho más compleja.

Con la reciente detención de Hugo Torres Zumaya, candidato de Morena a concejal en la alcaldía Benito Juárez, por un asesinato en la colonia Portales, después de una riña, mucha gente se puede dar cuenta de qué madera están hechos varios individuos de su mismo partido político, así como de algunos de sus opositores, al deslindarse más pronto que tarde, de la supuesta relación que tenían con él, como consta en fotografías, videos y declaraciones en donde se aprecia que había amistad, compañerismo o simplemente relación de trabajo.

La traición se dio en su máxima expresión y deja ver que casi siempre prevalecen los intereses personales en el teatro de la política mediante una obra que se representa con demasiada frecuencia. La traición política y personal es un tema recurrente que merma la confianza del público en sus líderes y en las instituciones democráticas.

Este acto de deslealtad puede manifestarse de diversas maneras, desde traiciones evidentes y públicas, hasta maquinaciones más sutiles y encubiertas, como el negar, pese a todas las evidencias, conocer o haber interactuado, en determinado momento, con el compañero o ex compañero en desgracia.

Se vio como varios candidatos abandonaron sus principios fundamentales en favor de una conveniencia política o personal. El chiste era y es, negar cualquier relación con el candidato a concejal para que no afecte la imagen, sin importar socavar la coherencia y la credibilidad de los políticos involucrados, dejando a los ciudadanos para que cuestionen la autenticidad de sus representantes y la integridad del sistema político, en su conjunto.

Se pudo observar de qué madera están hechos estos despistados que están en campaña pidiendo el voto del ciudadano y haciendo leña del árbol caído para no verse afectados, sino por el contrario, sacar raja política y tratar de convencer a los electores que ellos no son como el tal-Hugo y que están muy lejos de tener una relación con él.

Para corroborar lo anterior, vi y escuché una andanada de declaraciones en donde casi le exigen a la autoridad que sea llevado a la hoguera. Estas acciones erosionan la fe en el proceso democrático y alimentan el cinismo público hacia la política.

Esta podredumbre política está acostumbrada a circular en situaciones donde sus intereses personales, morales o políticos divergen de manera significativa. En tales casos, la lealtad al partido y a sus principios puede entrar en conflicto con la lealtad personal.

Es común que se priorice la integridad y la reputación del partido. Si un amigo de partido está involucrado en actividades que van contra los valores fundamentales o la ética del partido, puede ser necesario distanciarse para proteger al grupo político. Ignorar tales comportamientos podría socavar la credibilidad y la legitimidad del partido ante el público, credibilidad y legitimidad que desde hace muchos años yace en el suelo.

Si la asociación con un “amigo” de partido se convierte en un obstáculo para la consecución de metas importantes o para la cohesión interna, se tomarán medidas pertinentes para salir bien librado.

La decisión de desconocer a un “amigo” no debe tomarse a la ligera, lo mejor es realizar una evaluación cuidadosa de la situación y considerar todas las implicaciones a corto y largo plazo. ¿Hay espacio para el diálogo y la reconciliación, o la brecha es insalvable? ¿Cuáles son las repercusiones políticas y personales de tal acción?

En última instancia, la política es un ejercicio de equilibrio entre lealtades personales y compromisos políticos más amplios. Este proceso se debe llevar a cabo con cuidado, empatía y respeto por las complejidades humanas que subyacen en cada situación, para garantizar que las decisiones políticas estén fundamentadas en principios sólidos y en el bienestar colectivo y no en intereses individuales o amistades personales.

Desafortunadamente el actuar de semejantes personajes dejó mucho qué desear, mostró de qué material están hechos, pero, sobre todo, salió a flote una falta total de ética, de principios y de memoria que, si la gente se pone atenta no les dará su voto y los acusará de mentirosos y malagradecidos.

En pocas palabras, antes de que el caído en desgracia sea juzgado o puesto en libertad, lo negarán tres veces o inventará la autoridad cualquier pretexto para salvarle su pellejo, aunque todas las evidencias lo incriminen.

Hasta la próxima.

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