*Corcholatas vemos, Ebrard no sabemos

Hablar de política debería de estar prohibido porque representa lo más bajo y vil del ser humano. Es increíble cómo un individuo puede pasar de un extremo a otro sin el menor empacho y con total cinismo, tal es el caso de Marcelo Ebrard Causabón, quien se ostenta como morenista cuando es bien sabido que entre él y su mentor Manuel Camacho Solís reprimieron a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como los buenos y aferrados priistas que eran, pero también lo apoyaron para que el tabasqueño hiciera borlotes en su natal estado.

Ebrard, junto con Solís, fundó el Partido de Centro Democrático, partido que participó en las elecciones de 2000 quedando Camacho como candidato a la presidencia y Ebrard como candidato al gobierno del entonces Distrito Federal.

El segundo declinó en marzo de 2000 a favor de AMLO, porque según el carnal Marcelo existían infinidad de coincidencias entre ambos, lo cual se traduce que como buen visionario se dio cuenta que no ganaría y optó por la opción más cómoda: apoyar al tabasqueño, quien posteriormente lo recompensaría con el puesto, en su gabinete, de secretario de Seguridad Pública, del 15 de febrero de 2002 al 7 de noviembre de 2004.

Sin embargo, no le duró mucho el gusto cuando en la Ciudad de México (CDMX) se suscitó un hecho violento, pues elementos de la policía fueron linchados por lugareños del pueblo San Juan Ixtayopan, en la alcaldía Tláhuac, al ser confundidos con “robachicos”, y en medio de este conflicto el ex presidente Vicente Fox Quesada exigió a Obrador destituirlo, lo cual a regañadientes lo tuvo que hacer.

Pero como dicen que hierba mala nunca muere, dos años después se posicionó como jefe máximo de la CDMX y de nuevo no tardaría en verse envuelto en un escándalo, esta vez al incendiarse la discoteca New’s Divine, en la alcandía Gustavo A Madero, el día 20 de junio de 2008, con un saldo de 13 estudiantes muertos y 16 lesionados, pero como en política no son culpables todos los que están ni están todos los que son, salió bien librado al fincárseles responsabilidad a otros, menos a él.

 Pese a lo anterior, recibió el premio World Mayor Prize 2010, otorgado por la Fundación City Mayors, al mejor alcalde del mundo. ¡Bendita sea la ceguera de esta ‘santa’ fundación!, ceguera que se da frecuentemente en el ámbito político.

No terminó su gestión como jefe de gobierno y en 2011 se lanzó para contender por la candidatura del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la presidencia de la república, al mismo tiempo, para variar, que López Obrador.

Estimable lector, como es de suponerse, usted sabe exactamente lo que tuvo que hacer el carnal Marcelo: aceptar su derrota y reconocer que AMLO ganó en tres de las cinco preguntas planteadas por los encuestadores para definir quién sería el contrincante, por el PRD, del priista Enrique Peña Nieto.

Cero y van dos que el tabasqueño le gana a Ebrard, y aunque el segundo lo niegue, tuvo que aceptar su derrota contra toda su voluntad, haciendo berrinches en privado y mostrando ante el público su careta de payaso con careta de alegría, pero llevando por dentro el alma rota.

No le quedó más remedio que darle un giro a su carrera política y obtuvo la presidencia de la Red Global de Ciudades Seguras de la Organización de las Naciones Unidas, de 2012 hasta febrero de 2014. Renunció, y en ese mismo año contendió por la presidencia nacional del PRD, la cual perdió ante el ex senador Carlos Navarrete.

Y como dice la canción: “hay que saber perder”, pero parece que esa canción no se la supo Ebrard y renunció al PRD. Al mismo tiempo, el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional lo acusaron a él y a su exsecretario de Finanzas, Mario Delgado, de presuntas anomalías en las obras de la Línea 12 del Metro, realizadas durante su gestión como jefe de Gobierno del Distrito Federal, pues se inflaron los costos de dicha obra.

Por este asunto, el joven Miguel Ángel Mancera, sucesor de Ebrard, sancionó a 33 personas y cerró 11 de las 20 estaciones de la Línea 12, y a ‘Marchelo’ no le quedó más remedio que irse a refugiar al feudo de sus antecesores: Francia.

El auto exilio terminó cuando AMLO lo convocó a participar en su tercera campaña presidencial para que lo promoviera en el norte de México. El peje triunfa en las elecciones federales de 2018 y lo nombra secretario de Relaciones Exteriores, aunque su cargo realmente fue el de ‘multichambas’ o “ajonjolí de todos los moles”.

En 2023 nuevamente busca la candidatura presidencial ante el “supuesto” apoyo del presidente y le resucitan todos los muertos que tiene encerrados en el armario, algunos ya los mencioné, pero tal vez el más grave fue el del 13 de mayo de 2021 al colapsar una estructura de la Línea 12 del Metro, con un saldo de 27 personas fallecidas y más de 80 heridos.

¿Marcelo tendrá que aceptar, por tercera vez, su derrota? ¿Le pasará lo mismo que a su mentor Camacho Solís cuando éste daba por sentado que sería el elegido por Carlos Salinas de Gortari para ocupar su lugar, pero el bueno fue Luis Donaldo Colosio y luego Ernesto Zedillo? ¿Hará lo mismo que Solís y romperá su relación política con el actual presidente?

Pienso que Marcelo será el tres veces perdedor que tuvo que doblar su dignidad para seguir políticamente vivo, sabiendo de antemano que del suelo no pasa y que sus progenitores, como a la mayoría de los políticos, no le enseñaron a caminar, sino a arrastrarse.

Nos leemos la próxima semana.

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