*El viejo PRI tecnócrata neoliberal regresó como Morena
El presidente Díaz Ordaz, un burócrata jurista disciplinado y con un altísimo sentido de responsabilidad patriótica, percibió que el problema de México era político y decide inclinar la balanza de su sucesión hacia su secretario de gobernación Luis Echeverría Álvarez.
Después, ya en la presidencia en el tiempo de decidir su sucesión apreciando la cultura y preparación de quien además era su amigo, José López Portillo, mirando las consecuencias económicas de su gestión populista, consideró que el tema principal de México era el económico y sabiendo de la formación de López Portillo tomó la decisión a su favor.
En los tiempos de Miguel de la Madrid y previo al destape del candidato, muchos políticos dentro del PRI desde diversos grupos e ideologías hicieron el esfuerzo para conservar la presidencia, la virtud del Partido en el poder fue la capacidad de hacer converger lo mismo a izquierdas que a derechas, en ese espacio cabían todos, lo que pudiéramos definir como “pluralidad responsable” cohesionado con su férrea disciplina por un sentido de sobrevivencia, se plegaban al líder político en turno, llamado el líder nato del partido, el presidente de la república, ello, les hacia mantener la lealtad al jefe político, pero desde la entrega de la presidencia de José López Portillo a Miguel de la Madrid la habilidad de los tecnócratas rebasó a los políticos tradicionales, la llegada de López Portillo sin pasar por el baño de pueblo en el PRI fue alertado por los populistas o populacheros que habían sostenido al partido y al sistema atendiendo a las clases populares.
El segundo descalabro de los políticos fue la llegada de Miguel de la Madrid, acompañado por el talento de Salinas de Gortari, quien tampoco había pasado por el baño de pueblo en el Partido en el poder, previo a la elección habiendo visto el desempeño hábil, astuto y docto del chaparrito, quien desde una modesta dirección de planeación, cuando la planeación era una beca intrascendente él la hizo importante, incluso Francisco Labastida tenía un cargo superior – subsecretario – al de Salinas, en la Secretaría de Programación y Presupuesto, Salinas logró desplegar un poder superior al del secretario de Gobernación y fue a quien se le ocurrió la brillante idea de la planificación – para disimular los daños de la caída de petróleo – porque López Portillo vivió el descubrimiento de yacimientos petroleros y a ello le apostó todo, pero no contó con la caída de los precios y con ello la debacle económica de México, ello obligó al presidente López Portillo entregar la presidencia a la generación más tecnócrata que de políticos, Migue de la Madrid trajo a personajes como Bartlett a quien rescató de una oscura e insignificante asesoría en la secretaria de relaciones exteriores con Santiago Roel, hasta encumbrarlo a secretario de Gobernación también sin haberse bañado de pueblo en el PRI llegó a incrustarse por voluntad del presidente no por méritos propios, así de pronto, súbitamente, el tecnócrata ya era político y se hizo político, pero no como todos ensuciándose los zapatos con gasto de suelas y horas calle, pueblo y sesiones maratónicas llenas de paciencia escuchando al pueblo, desde abajo, no claro que no, llegaron desde arriba, hacia abajo cayendo cómodamente en blandito, a diferencia de todos los verdaderos políticos. Por eso cuando se iba a definir la sucesión de Miguel de la Madrid, ya había candidato, porque Salinas fue el artífice de la planificación que inclinó la balanza a favor de Miguel de la Madrid a los seis años de la planificación no había duda de que el sucesor sería Salinas de Gortari, para entonces los políticos se levantan y exigen que quien fuera candidato, tendría que haber ocupado un cargo de elección popular, cuando ya no daban los tiempos para preparar a Salinas con ese requisito, se oponen y crean la corriente democrática dentro del PRI, hasta que los sacan y desconocen y crean primero el ferrocarril – Frente Amplio por la reconstrucción Nacional – donde los primeros protagonistas fueron Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Oscar Pintado Zapata, Ifigenia Martínez, César Buenrostro y Alfonso Vaca Morales, nos tocó asistir con ese reducido grupo alguna vez, previo a ello Muñoz Ledo se reunió con el embajador de México en España Rodolfo González Guevara (el Popo) para iniciar la corriente democrática que devino en el ferrocarril y luego en la fundación del PRD.
Pasados los años sorprende que esos tecnócratas hoy se asumen políticos, algunos de ellos – muchos por cierto – que llegaron de arriba ya en coche con chofer y no desde abajo con las suelas desgastadas, brincaron al PRD cuando éste ya estaba consolidado, se aprovecharon de él y luego alegremente brincaron a MORENA, para que muchos de ellos ocupen curules en el senado.
El caso de Manlio Fabio Beltrones no entra en esa clasificación, ha tenido diferencias con la dirigencia del PRI que habrán de superarse, pero no huyó a pedir cobijo a otro Partido, ha sido congruente.
Los demás se entregaron a los brazos de MORENA, personajes como del Mazo con tradición política en el Estado de México, de tres generaciones, quizá por sentirse amenazado por malos manejos durante su gestión como gobernador, igual que otros gobernadores perdieron su dignidad y reputación por evitar la cárcel y pintarse de MORENA.
Es fácil identificarlos, cambian para tener fuero, se cubren con otros partidos pero su ideología sigue siendo la misma, primero ellos, luego ellos, después ellos y por encima de todo ellos. Que lo disfrazan con su vocación de servir al pueblo y se siguen manejando como todos en MORENA, que todo es por el pueblo.
Resulta que esos tecnócratas hoy son esos “políticos” neoliberales que están desde hace tiempo en MORENA, y son ellos precisamente incomodan a los que son perredistas desde aquel entonces, como Claudia Sheinbaum desde la visita de Cuauhtémoc a CU.
Ahora desde el exilio ocultando su pasado priista, son los mismos que enfilan sus débiles flechas contra el PRI y Alejandro Moreno y esos que perdieron “su virginal” lealtad institucional que extraviaron entre tanto salto de trapecio en trapecio.
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