Si algo ha quedado claro, es que el uso de las armas y la violencia por parte de grupos delincuenciales genera fortunas fabulosas, y cuando el Estado está deslegitimado y temeroso de ejercer la autoridad que le obliga a preservar la seguridad y la paz de sus ciudadanos, es que el florecimiento de grupos armados se convierte en una aspiración para muchos, incluidos los niños.

Hasta 2020, según el Mapa Criminal de México, elaborado por Lantia Intelligence, existen 7 grandes grupos criminales, a saber: “(1) el Cártel de Sinaloa (CDS) y (2) el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como los únicos cárteles con presencia nacional; la distribución de las escisiones de (3) Los Zetas, (4) Cártel del Golfo (CDG), (5) Organización criminal de Los Beltrán Leyva (OCBL) y (6) Los Caballeros Templarios-La Familia Michoacana (CT-FM); y, en los casos donde amerita, se señalan (7) grupos criminales locales o regionales de relevancia (GLR) —ya sea porque son enlaces con cárteles nacionales, por su arraigo o por su capacidad económica o predatoria”*.

“Actualmente Los Zetas, CDG, OCBL y CT-FM ya no existen como organizaciones cohesionados; se han atomizado en varias escisiones, algunas antagónicas entre sí o sin relación alguna con los liderazgos originales. De cualquier forma, la mayor parte de las organizaciones criminales que actualmente operan en el país provienen de éstas”*.

Para no entrar en discusiones bizantinas, ante la irrealidad del discurso (narrativa le llaman hoy) que vivimos en el país, en la presentación del estudio de Lantia inicia con el siguiente párrafo: “En febrero de 2019, en una de sus tradicionales conferencias de prensa, el presidente Andrés Manuel López Obrador defendió el enfoque de la nueva estrategia: “no se han detenido a capos, porque no es esa nuestra función principal… la función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública, ya no es la estrategia de operativos para detener capos”. En ese sentido, sentenció: “no hay guerra, oficialmente ya no hay guerra”*.  Tan, tan… ¡No hay guerra porque yo lo digo… básteles con eso!  ¡¡Y cómo que no… Me canso ganso!!

Pero como la realidad ha superado por mucho, muchísimo los deseos presidenciales, presentaremos los resultados de la nueva estrategia de seguridad mexicana bajo el mandato de López Obrador:

En 2019 se registraron 34.690 víctimas de asesinato, al año siguiente, el registro fue de 34,554, para 2021 la cifra llegó a 33, 308 personas eliminadas y en 2022, México registró 30.968 homicidios tras los dos años más violentos de su historia**. Entre enero y abril de este año se contabilizaron 9 mil 912 víctimas del crimen (SSPC), lo que significa un incremento de la violencia en trece estados de la República. En total 143,432 asesinatos en 4 años y tres meses.

A principio de año ante un reclamo de los Estados Unidos por el secuestro de cuatro estadounidenses y el asesinato de dos de ellos en la frontera, y los niveles de violencia de los cárteles en México, AMLO calificó de bodrio la acusación y en marzo aseveró: “Afortunadamente vamos bien, se va reduciendo la incidencia delictiva en el país, y esto es muy bueno".

En clara armonía y cual caja de resonancia de Palacio Nacional también la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez Velázquez, afirmó que durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, el promedio diario de homicidios dolosos en México registra una tendencia a la baja***

En cuanto a secuestro la funcionaria aseguró sin rubor alguno que este delito ha disminuido en 68.6% y por toda evidencia se enorgullecía de decir que: “se han logrado liberar a 2 mil 302 víctimas, se han detenido a 5 mil 131 personas y se han desarticulado a 573 bandas***. Pues me imagino que todo eso lo habrán hecho con la máxima secrecía posible, porque nadie se enteró o ha sabido de eso.

Creo que con la información anterior queda más que demostrado que los Conflictos de Baja Intensidad (CBI), que no ameritan una guerra en forma, se han convertido en México, Congo, Colombia, y otros países en una industria multimillonaria y floreciente, y ya sea por ilegítimos, temor a represalias por falta de respeto a los derechos humanos o a que la luna está en cuarto menguante, los criminales de la más baja estofa siguen enseñoreados en este país como no se veía desde la época de Maximiliano y Carlota, así como los bandidos de Río Frío.

Y ya que estamos encarrilados, le diré que tras una investigación somera descubrimos que existen cuando menos 15 tipos de guerra, que van desde la tradicional de ejércitos y militares hasta la de drones, en que se puede mantener una campaña de ataques muy graves, dañinos y sangrientos sin necesidad de generar una sola baja de parte de quien los maneja y según me indicó el Coronel Arturo Deloy Guijarro, hasta hoy es el mecanismo de guerra más barato de que se dispone.

Los tipos de guerra  van desde la tradicional; la guerra de guerrillas; la atómica; con sus variantes de la bomba de Hidrogeno, de neutrones y la guerra sucia con material radiactivo disminuido; la guerra con rayo láser desde los satélites o aviones, la guerra espacial para destruir o inutilizar satélites enemigos o sus estaciones receptoras en tierra; guerra cibernética; (las Guacamayas, las elecciones de Clinton-Trump) o igualmente para hackear sistemas eléctricos, bancarios, de aprovisionamiento o muchos otros y paralizar al enemigo; la bacteriológica, ultra-prohibida (pero se asegura que tanto Hussein en Irak, como Bashar al-Ásad en Siria la utilizaron, al igual que Aum Shinrikyō  lanzaron un ataque químico con ántrax en el metro de Tokio en 1995); la guerra de propaganda o posverdad que está muy de moda en todo el mundo desde EE.UU. con Trump hasta las estupideces de su vecino del sur; la guerra química; la guerra económica (favor de checar todas las medidas en contra de Venezuela, Cuba, Corea del Norte, Rusia, etc.); la guerra migratoria; expulsar a cuantas multitudes sea posible para generar conflictos en la región; la guerra de impulsos electromagnéticos, capaz de inutilizar por largo tiempo la infraestructura de operaciones de un país; la de drones o aparatos manejados a control remoto que lo mismo sirven para lanzar, retirar o detonar explosivos en sitios específicos sin necesidad de exponer a ninguna persona.

Y sé que la lista puede seguir creciendo, pero creo que con esto tenemos ya un claro panorama muy simple de lo que realmente está pasando en el siglo XXI, mientras la inflación, el cambio climático, el hambre, las enfermedades, las migraciones y las imbecilidades de nuestros gobernantes nos siguen destruyendo… paulatinamente.

Para definir claramente la naturaleza del escenario en que nos movemos día con día, le reproduciré las eruditas palabras del Dr Herfried Münkler: “Así pues, las guerras del siglo XXI no se librarán, en la mayor parte de los casos, con una potencia de fuego masiva y enormes recursos militares.

Tenderán a seguir librándose a fuego lento, sin principio o final claro, mientras que la línea divisoria entre las partes beligerantes, por un lado, y el crimen internacional organizado, por otro, será cada vez más difusa.

Por ello, ya hay quienes sostienen que tales situaciones no constituyen, en realidad, guerras. Olvidan que, antes de que la guerra fuera monopolio del Estado en Europa, hubo una alianza estrecha entre mercenarios y bandidos. Parece que, en el siglo XXI, el camaleón de la guerra va a cambiar cada vez más de apariencia para asemejarse, en muchos aspectos, a las guerras que se libraron entre los siglos XIV y XVII****.

En la próxima y última entrega de este trabajo le presentaré ejemplos concretos y las repercusiones de estos Conflictos de Baja Intensidad que se viven en México y cómo se han agravado en los últimos 20 años.

*https://lantiaintelligence.com/storage/document/10/Mapa%20criminal%20de%20Me%CC%81xico,

**https://www.swissinfo.ch/spa/m%C3%A9xico-violencia_los-homicidios-dolosos-en-m%C3%A9xico-repuntan-4-23

***https://www.eluniversal.com.mx/nacion/aumentan-homicidios-en-primer-trimestre-de-2023-

****https://www.icrc.org/es/doc/resources/documents/misc/5tedfy.htm