*Poder… Civilización e Inteligencia Artificial

Desde enero que el mundo inició una etapa de descomposición por las excentricidades y ocurrencias de Donald Trump, cuyas órdenes ejecutivas han provocado severos desajustes en materia económica, diplomática, política, comercial, laboral y social no solo en su país sino en buena parte del mundo desde China hasta la Patagonia, los escenarios para compensar esas acciones hacen prever un periodo grave de incertidumbre e inestabilidad económico más  que un conflicto mundial del que nadie esperaría ganadores.

A partir de ese hecho se vuelve necesario hacer referencia a la última obra del historiador israelí Yuval Noah Harari* donde aborda las interacciones que desde ya existen entre las sociedades humanas con las cada día más complejas redes de información ordenadas por lo que se ha dado en llamar inteligencia artificial.

Noah Harari parte de la premisa  fundamental que a la sociedad a lo largo de los tiempos su actividad intelectual y de investigación ha estado centrada en la búsqueda del orden social más que en torno a la verdad, lo que a primeras luces pudiese sonar a sofisma o herejía entre filósofos y los llamados pensadores “puros”, ya que efectivamente la razón principio y fin último de la filosofía es la búsqueda de la verdad.

 Sin embargo, en ningún momento se niega por parte del autor que efectivamente la verdad haya guiado a los intelectuales y eruditos a buscar la verdad, pero para efectos sociales, los gobernantes privilegian ciertos aspectos del conocimiento a fin de mantener lo más estable posible el orden sobre la sociedad que su apego a los postulados de la verdad.

Ejemplo de lo anterior lo encontramos en las religiones desde la Edad de Piedra hasta nuestros días. ¿Cuántos dioses ha tenido la humanidad desde antes de los egipcios, los fenicios, los griegos, los romanos, musulmanes, los católicos, los budistas o los taoístas? Y ¿todos ellos fueron patrañas, mentiras, engaños? ¿Cuántas guerras en nombre de esos mismos dioses se libraron a lo largo de la humanidad y cuántos miles y millones murieron por ellos? Eso sin contar a los emperadores dioses y a los sumos sacerdotes que hablaban en nombre de Dios y dirigían o solo ordenaban las batallas.

¿Cuál es el fundamento de la historia de México, del Imperio del Sol Naciente, de China, de los romanos?

 Las leyendas, mitologías, cosmogonías de todas las civilizaciones se estructuran y organizan conforme a la narrativa que más conviene a la clase gobernante, independientemente de cuan apegadas estén a la verdad propiamente dicha. Así a lo largo de la historia hemos escuchado de los hijos del Sol Naciente, de los 18.000 años que Pangu trató de separar el cielo y la tierra, mientras iba creciendo, hasta conseguir dividirlos por completo y formó China; Zoroastro y sus ideas sobre el monoteísmo, la lucha entre el bien y el mal, y la importancia de la moralidad que influyeron significativamente en otras religiones, como el cristianismo, el judaísmo y el islam. También podemos referir a Huitzilopochtli y los aztecas.

Las más recientes narrativas para fundamentar el poder de una cultura sobre otra fue la idea nazi del Súper hombre ario que tenía que eliminar a los judíos para mantener pura la raza y dominar al mundo, el Homo sovieticus, cuya aspiración fundamental era el colectivismo altruista, lejos del egoísmo individualista típico de las sociedades burguesas y capitalistas. Por no hablar de la raza de bronce o del buen musulmán que se caracteriza por “La sumisión a Dios el Altísimo a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría”.

Narrativas súper estructuradas para justificar la dominación de una cultura o civilización a lo largo de la historia sobran y como señala Noah Harari, todas ellas padecen del mismo mal: no están apegadas a la verdad, pero ¡cómo han servido para mantener unidas a esas comunidades! y en nombre de ellas desencadenar desde grandes maravillas hasta las masacres más atroces.

Es por ese apego a la verdad, que los gobiernos autoritarios, religiosos, dictatoriales o autocráticos lo primero que hacen es apresar, encarcelar, exiliar o de plano asesinar o desaparecer a los científicos, filósofos, historiadores o intelectuales que puedan desnudar las falacias o mentiras de las narrativas del régimen. La quema o prohibición de libros es otro síntoma inequívoco del miedo o pavor por la verdad. Destruir el sistema educativo y cambiarlo por sistemas de adoctrinamiento es otro de esos síntomas.

En el caso de la inteligencia artificial a diferencia de todas las herramientas o inventos generados por el conocimiento humano es la única que para aplicarse cada vez va requiriendo menos participación humana para convertirse en un ente cada vez más independiente como lo demuestra la implacable dominación de los algoritmos en las redes, mercadotecnia, finanzas, servomecanismos de defensa, actividades de retroalimentación de sistemas de producción industrial, de seguridad y de defensa.

Y como en este espacio no alcanza para reseñar todo lo que entraña esta nueva herramienta basta con recordar que “las imprentas y los rollos de pergamino ofrecían nuevos medios para conectar entre sí a las personas, las IA son miembros de pleno derecho de nuestras redes de información y cuentan con agencia propia”.

“Los ingenieros que actualmente escriben el código inicial para la IA y que eligen el conjunto de datos sobre los que se adiestra a ésta en sus albores” sería el equivalente del ADN sobre el que se desarrollarán estos sistemas”. Por muy conveniente que sea, “no hay red que pueda sobrevivir si ignora por completo la verdad”

Si el poder fuera la única realidad alcanzable por el hombre “la violencia sería la única manera de resolver conflictos.

“Las redes de información humana han generado mucho poder pero poca sabiduría”, como lo podemos comprobar con el atado de cavernarios que gobiernan al mundo empezando por Donald Trump, Vladimir Putin, Kim Jong-un, Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Víktor Orbán, Recep Tayyip Erdoğan y  demás enfermos o disminuidos que lejos de aprovechar efectivamente todos los beneficios y privilegios que otorga el poder y el acceso a los mejores sistemas de información, están generando tal nivel de caos e incertidumbre que en cualquier momento puede suscitarse un conflicto mucho muy superior a su capacidad de decisión.

Los conflictos en medio oriente que lejos de disminuir siguen creciendo y se han expandido a Egipto, Siria, Jordania, Yemen, Líbano, Irán, más los recientes conflictos armados entre India y Pakistán, la interminable guerra del Congo, los tres años de la invasión rusa a Ucrania, y otras barbaridades son las que pueden hacer retroceder nuestro sistema de vida mucho más drástica que una red de máquinas asesinas tipo Terminator.

 Como bien señala el autor: “para crear redes más sabias debemos abandonar tanto la idea ingenua como la populista de la información, dejar de lado nuestras fantasías de infalibilidad y comprometernos con el trabajo duro y bastante prosaico de construir instituciones con mecanismos de autocorrección sólidos”

“Las decisiones que tomemos en los próximos años determinarán si convocar a esta inteligencia ajena ha sido un error terminal o el inicio de un nuevo y esperanzador capítulo en la evolución de la vida”    

*Noah Harari Yuval “Nexus. Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA”. Debate. Penguin Random House 2024 México.

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