*Qué sabe el embajador Ken Salazar que no sabemos

Como dijo Karl Popper del marxismo, “es una tesis tan perfecta y bien argumentada que me resulta demasiado sospechosa” la nueva embajada de Estados Unidos que albergará las oficinas del embajador en la Ciudad de México, por los rumbos de la colonia Irrigación en presa de la angostura y la continuación de avenida Legaria, es muy sintomática y pareciera que nadie ha reparado en ello.

Desde que se comenzó su construcción con acero y hormigón una fortaleza que es maravilla de seguridad de vanguardia, nos preguntamos que sabrán en la embajada o que se imaginan que pueda suceder para haber construido precisamente en este sexenio una fortaleza de ese tamaño.

Es verdad que el país del norte siempre está expuesto a ataques terroristas sin importar el lugar donde se encuentren, su protagonismo mundial cosecha reacciones y obliga a tomar un sin número de precauciones necesarias no solo para el embajador, sino también para los trabajadores de la embajada y sus documentos.

Pero pensar que en México se pudiera realizar algún ataque terrorista, por el momento al menos los mexicanos lo desechábamos hace algunos años.

Pero desde el momento en que el gobierno mexicano manifestó su política de abrazos no balazos a la delincuencia, se prendieron las luces de alerta en el tablero de nuestros vecinos, con sobrada razón, guste o no son nuestros más importantes compradores que no necesariamente socios, y debemos cuidar su relación, nadie con dos centímetros de frente se pelea con sus clientes, antes por el contrario hay que cuidarlos, porque no es una buena decisión pelearse con nuestro dinero – bueno solo cuando nos llega con tanto trabajo, pero si nos llega sin trabajar y nos dan apoyos del bienestar, “los gringos no importan” ¡¿?! –  hagamos un poco de surrealismo político internacional.

El numeroso daño del fentanilo a la población norteamericana, además de alarmante es criminalmente perverso, triste y lamentable, en Estados Unidos casos amargamente conocidos como el del nieto del actor Robert de Niro, que accidentalmente consumiera pastillas contaminadas con fentanilo, es muestra de los miles de casos en Estados Unidos y los pocos conocidos hasta el momento en México.

El coqueteo descarado del presidente Obrador con los gobiernos chino y ruso, particularmente en éste último caso, con el agravante de estar en guerra, sumados al arribo de cubanos y venezolanos previos a la elección pasada, son temas que de manera aislada parecerían intrascendentes, pero visto en perspectiva en un escenario preparado por el presidente Obrador, sí ponen en riesgo a cualquier delegación extranjera en el país.

Si a ello le sumamos la amenaza de los Estados Unidos de declarar a los cárteles de la droga en México como terroristas y la proclividad del gobierno de los últimos seis años a fomentar una cultura de respeto a la delincuencia, empoderándola en cargos de elección popular y tolerando el derecho de piso, ya el asunto se aclara.

La legislación norteamericana contempla darles categoría de terrorismo a la delincuencia en Latinoamérica, y el gobierno de nuestros vecinos del norte está dispuesta a apoyar proyectos de control, combate y encarcelamiento de grupos delincuenciales con la construcción de cárceles como en el Salvador de Nayib Bukele.

Eso es un aviso de lo que ven en la embajada y no vemos los mexicanos, o no quiere ver el 25% de la población que apoya al gobierno de MORENA, si 25%, las cosas por su nombre, y si desenmascaramos las mentiras que a fuerza de repetir, no quieren que veamos, hagan números en una población ya de 128 millones de habitantes.

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