*EU: La democracia autoritaria
La democracia cambia de significado en nombre de la modernidad. Sus raíces se han convertido en parte de lo viejo, al igual que otros términos cuya vigencia no conviene a la hegemonía internacional instalada en varios momentos por el pensamiento conservador y rapas de Gobiernos de la Casa Blanca,
En este contexto, se ha buscado y se busca insistentemente que la democracia no sólo pierda su significado más puro y sus antecedentes históricos más profundos, sino que se reduzca su práctica a la simple participación en las urnas. Para aquella ideología, las decisiones trascendentales se deben ejercen dentro de un grupo reducido de personas, del cual se margina incluso a los legisladores, surgiendo así la democracia autoritaria que se manifiesta en las condiciones económicas y políticas que impone Estados Unidos, como ha sido en principio, a los gobiernos de América Latina, teniendo también entre otras características, separar las propuestas y objetivos del contexto social y sus líneas de acción.
Se ha difundido que todo lo que no sea dictadura es democracia; es decir, se define algo por su contraparte. Lo que no es bueno es malo, lo que no está conmigo está contra mí. En este punto donde el miedo se convierte en hilo conductor que lleva la manipulación. Por lo que en la democracia autoritaria son necesario líderes débiles, así como de un aparato fuerte que castigue con el desprestigio, el aislamiento, la marginación a quienes no comparten la idea de incorporarse al pensamiento único.
Y por supuesto que esa inducción de los vecinos del norte no les ha rendido los frutos esperados en nuestro país, con los gobiernos progresistas del ex Presidente Andrés Manuel López Obrador y de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, cuando la democracia participativa vive sus mejores momentos, y se da a valer la dignidad y el respeto que se debe tener a México y a sus ciudadanos, y por ahora sólo les queda el desquite, al amenazar con el aumento de aranceles de determinados productos y regresar a millones de indocumentados y migrantes a nuestro territorio.
Caso contrario de lo que se ha tenido que padecer cuando han gobernado los panistas Fox y Calderón, que antes como hoy, tiene mucha similitud con cualquiera de sus colegas de derecha y ultraderecha de América Latina, conforme pasa el tiempo estrechan más sus lazos con Estados Unidos, cuya obediencia hacia esos designios es denominado “democracia”; hoy el discurso de los mandatarios de derecha es meramente administrativo, cuando su mensaje ahora tiene menor contenido, no únicamente nacionalista sino político el que ha sido transformado en una lucha que pareciera común: la defensa de la “democracia”, el combate a la pobreza, la lucha contra el terrorismo. Todo en aras de un futuro mejor, es decir, sólo para las próximas generaciones.
Y con la esperanza de un futuro mejor, el chantaje que los hijos tendrán un mejor país y el sacrificio del presente, los mandatarios adoptan una postura mesiánica que hace contrapeso con el fundamentalismo de los líderes de oriente, enemigos.
La postura del próximo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se asemeja más a la de un sacerdote que al de un político, al definir el bien y el mal como premisa para gobernar, combatir, atacar, invadir o intervenir, y los dirigentes mundiales que no repiten por lo menos en idea ese esquema son satanizados por los medios electrónicos del continente comparsa.
Es así como los gobiernos de derecha actuales no toman decisiones unilaterales sino crean atmósferas sociales ficticias, dejando a un lado las luchas sociales separadas por los lineamientos de una democracia autoritaria que en pocas ocasiones reprime, directa y abiertamente, pero que sí impide la diversidad del pensamiento de la sociedad a través de su aparato de gobierno.
La democracia autoritaria no es democracia, pero utiliza sus elementos retóricos y publicitarios para imponerse como tal a través de un autoritarismo que no se atreve a decir su nombre. El próximo mes de enero del 2025 se iniciarán y regresarán otros cuatros años de gobierno republicano estadunidense y con ello el impedimento de una democracia a concebida por quienes aman las libertades y la autodeterminación de los pueblos. Mientras tanto así van las cosas, que no van bien.