A la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso de la Ciudad de México fue turnada la propuesta para reformar el artículo 28 de la Ley de Presupuesto y Gasto Eficiente local, que pretende establecer que los recursos provenientes de las aportaciones federales deberán cuantificarse de manera independiente, respecto de los montos que se asignen a las Alcaldías.

Para la asignación del gasto público se considerará la población residente y flotante; población en situación de pobreza; marginación y rezago social; extensión territorial, áreas verdes y suelo de conservación; inversión en infraestructura, servicios públicos y equipamiento urbano, así como su mantenimiento.

De acuerdo con el diputado promovente de la iniciativa de reforma, el diputado Víctor Hugo Lobo Román, del PRD, el año 2019 será de los mejores para los habitantes de la ciudad, no sólo por la consolidación del Congreso local y autonomía en materia financiera, “el siguiente año recibirá los fondos federales de los cuales había sido excluida la ciudad; hoy estos recursos garantizarán el desarrollo de los capitalinos y de sus comunidades”.

En este sentido, los recursos federales que la Ciudad de México podría recibir oscilarían en 165 mil millones de pesos, en los cuales se contempla, también, el Fondo de Capitalidad y los convenios que se hacen con la Federación.

“Ante este escenario, es importante evitar que la distribución de recursos de la capital sigan dándose de manera inercial. Hay que recordar que nuestra ciudad no cuenta con una fórmula de Coordinación Fiscal como existe en la Federación. Lo que promueve la iniciativa es establecer criterios claros y puntuales que impulsamos desde la Constitución, y busca empoderar los parámetros para garantizar que los recursos lleguen a los ciudadanos de la mejor manera”, dijo.

Indicó que aplicar una nueva fórmula para una distribución, más justa, de los recursos es determinante en esta nueva época del presupuesto para las Alcaldías, y abona para terminar con criterios técnicos poco específicos y generalmente vistos en una lógica de filias y fobias políticas.