El martes pasado en las puertas principales del Senado de la República, familiares de soldados desaparecidos clamaban a los 128 integrantes de esta agonizante 65 Legislatura ayuda para localizarlos.
Un día después, miércoles, madres de personas desaparecidas exigían con lágrimas lo mismo desde el interior del parlamento.
Pero en lugar de escuchar estas demandas del pueblo, los senadores se desgarraban las vestiduras en el salón de sesiones por inscribir en el muro del Senado nombres de personajes de la historia.
Así de lacerante es el nivel de quienes se ostentan como “representantes del pueblo”.