*Los superdotados
No porque el “Canelo” Álvarez haya quitado lo invicto al kadjano Gennady Golovkin en una decisión criticada, quiere decir que se acabaron los invencibles, que lo diga el Cruz Azul, que perdió lo invicto en Aguascalientes ante el Necaxa.
Eso dirán en la Auditoría Superior de la Federación, que descubrió en Sedesol y Sedatu malos manejos de Rosario Robles, de los que ella se jacta que no hay ninguna denuncia penal en su contra, y menos ahora que López Obrador la acogió bajo su manto protector, o sea, la perdonó.
(Creció la lista de los malandros protegidos por Andrés, a quien los mineros mexicanos le pidieron en su casa de transición haga que Napoleón Gómez Urrutia les devuelva los 45 millones de dólares que, dicen, les birló. Que no se escude en el fuero de senador).
Cómo le quedó la cara a Ricardo Monreal, que anunció que el Senado iría con todo contra Rosario, quizá porque recordó el affaire del argentino Carlos Ahumada que entregó millones de dólares a René Bejarano, Carlos Imaz (entonces esposo de Claudia Sheinbaum) y Ramón Sosamontes por contratos de obras que le otorgaba el gobierno de Amlo en el DF.
Se dijo entonces que Rosario, amante de Ahumada, entregó los videos que revelaron esos descarados actos de corrupción, que llevaron al Peje a hacer circo con meter a la cárcel a René, su entonces secretario particular, pero lo sacó rápidamente, aunque desde entonces no lo deja acercársele en público, mas sí sigue operando para él bajo cuerda.
Una muestra más de la amnistía que Obrador prometió, pero que no ha podido otorgar a mafias de asesinos y del narco, pues en las reuniones de pacificación que organiza Alfonso Durazo los deudos de miles de muertos y desaparecidos han gritado: nada de perdón y olvido, sólo justicia.
Se lo gritaron al propio Andrés en el Centro Cultural de la UNAM, en la ex torre de la Cancillería en Tlatelolco.
Muchos se preguntan por qué el afán de amnistiar a asesinos y delincuentes que hundieron al país en la inseguridad pública. Sin aventurar opiniones, tarde o temprano saldrá la verdad, como salió en los asesinatos del cardenal Juan Jesús Posadas y de Luis Donaldo Colosio, durante el salinato.
Fueron crímenes de Estado, por más que el entonces procurador Jorge Carpizo se desgañitara en negarlo en el caso Posadas, incluso con aquél “nintendo” cínico. Lo de Colosio no se explica sino porque el general Domiro García, su jefe de seguridad, recibió instrucciones superiores de abrir cancha al asesino; de otro modo, ese magnicidio hubiera sido imposible.
Hoy parece que los morenos se dan gusto en manejar las cámaras del Congreso y hacer sainete y medio; se sienten superdotados por el voto aplastante que recibieron y les otorgó una mayoría parlamentaria idéntica; pero es mejor que se cuiden porque saldrán sus trapitos al sol.
Por ejemplo, se supo que la doble votación del Senado para otorgar la licencia absurda a Manuel Velasco para volver a ser gobernador sustituto de él mismo en Chiapas se debió a la rivalidad entre Martí Batres y Ricardo Monreal.
El primero, dolido porque no fue el líder de la Cámara alta y hubo de conformarse con presidirla un año; fraguó la primera votación para sabotear a Monreal, de quien sabía su compromiso con Velasco de expeditarle el camino hacia la tierra de Belisario Domínguez.
Desagradó a los diputados morenos que en su primer pago apareció un descuento de 45 mil pesos dizque para un fideicomiso “Para los demás”, supuestamente para damnificados.
El presidente electo inició su “gira de agradecimiento” por el país resguardado por 10 miembros de su cuerpo de seguridad que comanda el empresario restaurantero Daniel Asaf, que integran 20 personas, mitad hombres y mitad mujeres, con títulos universitarios y entrenados para cuidarlo, pero sin armas.
Amlo insiste en prescindir del Estado Mayor Presidencial, aunque no lo hará para cuidar a los mandatarios extranjeros que vendrán a su toma de protesta.
Ojalá resulte ileso de su “gira de agradecimiento”; pero vale insistir que el futuro presidente debe ser vigilado por un equipo profesional como el EMP, con larguísima demostración de eficacia.
Andrés dice que el pueblo lo cuidará; pero el refrán dice que “nunca falta un roto para un descocido”, o que “de donde menos se espera salta la liebre”.
Si el pueblo ungió a Amlo y sus morenos con voto extraordinario, no los hace invulnerables a los malandrines, y menos para que se sientan superdotados y no les afecte lo que no les cuaje o les vaya apareciendo.
Más vale prevenir que lamentar, dice otro proloquio.
@chavafloresll