*Contrarreforma II
La Reforma Eléctrica propuesta por AMLO tiene una doble cara: es tan larga la historia de concesiones de luz que, para cambiar lo que existe, habría que remontarnos a la llegada de la luz al país en el siglo XIX.
Por otro lado, es innegable la participación de los grupos privados en la producción de energía eléctrica.
Siempre han existido esos grupos y siempre los apoyaron los gobiernos anteriores.
No hay duda de los múltiples beneficios que tuvo la industria privada con los gobiernos anteriores.
Siempre funcionaron así, entonces: ¿Por qué hoy se quiere modificar esta relación?
En ese contexto muchos de nosotros sabemos, vivimos y padecimos las deficiencias de lo que fue antes Luz y Fuerza del Centro (LyFC) en la Ciudad.
LyFC fue un organismo público descentralizado que transmitió, distribuyó y comercializó la electricidad en la CDMX, 80 municipios del Estado de México, dos de Morelos, dos de Puebla y cinco de Hidalgo.
Hay que subrayarlo: esta empresa nació de una inversión canadiense que duró más de un siglo.
En 1898 se fundó en Canadá la empresa The Mexican Light & Power Company (MEXLIGHT), que obtuvo concesiones de Porfirio Díaz para comercializar la energía eléctrica en el Valle de México de aquellos años.
Este acuerdo se usó contra otra empresa: “Mexicana de Gas y Luz Eléctrica” que, en 1881, había establecido el alumbrado público residencial en la capital.
Ante la creciente demanda de luz en la ciudad, MEXLIGHT obtuvo en 1903 concesiones para explotar la caída de agua en los ríos Tarango, Necaxa y Xaltepuxtla.
En 1906 se crearon nuevas concesiones del gobierno federal para extenderse al Edomex, Puebla, Hidalgo y Michoacán.
La mayoría del personal de esta empresa era extranjero. Pero, poco a poco, se permitió la incorporación de trabajadores mexicanos para hacer el mismo tipo de trabajo... Había diferencias.
Los salarios de los extranjeros frente a los mexicanos eran muy distintos. Los extranjeros ganaban mucho más dinero que los mexicanos.
Luego llegó la Revolución Mexicana. En 1911 se fundó la Liga Mexicana de Electricistas que se convirtió en 1914 en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
En 1937 Lázaro Cárdenas lanzó una Ley sobre “la potestad del Estado mexicano sobre la industria eléctrica”, aunque su nacionalización empezó en 1941, en el gobierno de Manuel Ávila Camacho.
Esta “potestad” se debió a que las empresas privadas atendían preferentemente a las ciudades y a las grandes empresas y dejaban en el olvido a las comunidades rurales que eran mayoritarias.
Era natural. Hacer llegar la luz a ellas resultaba muy caro frente a las pocas ganancias de sus pocos habitantes… No eran un buen negocio.
Con Miguel Alemán en 1949 se decretó la creación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como la encargada de llevar la luz a todos los rincones de México.
Durante 10 años subsistió este esquema mixto: empresas privadas en ciudades y zonas industriales; y la CFE en el resto del país y las zonas rurales.
En 1960 se decidió nacionalizar toda la industria eléctrica del país.
Adolfo López Mateos estableció la compra de las empresas privadas. A la MEXLIGHT se le llamaba Compañía Mexicana de Luz y Fuerza, que era conocida por la gente como “Compañía de Luz” o “Luz y Fuerza”.
Pero el problema no era su nombre… Había otros problemas más graves.
LA EXTINCIÓN DE LyFC
El 11 de octubre de 2009 por decreto presidencial de Felipe Calderón, se dispuso su extinción, por lo que se inició su liquidación administrativa y su operación eléctrica pasó a manos de la CFE.
En 1990 los canadienses todavía tenían un 5 por ciento de las acciones originales.
¿Cómo era el servicio de esa compañía?
En general se daba un mal servicio. A destiempo. Caro. Lleno de corrupción. Siempre había que “ponerse a mano” (dar mordidas) con los operadores.
LyFC no pudo remontar el estancamiento económico. Tenía que comprar la luz a la CFE. Tenía un cobro muy deficiente a industrias, bancos, universidades, municipios y dependencias públicas. Y en 2003 Vicente Fox elaboró un proyecto para terminar con el Contrato Colectivo de Trabajo.
Todo esto cambió un poco con la reforma eléctrica de Peña Nieto… Pero no pasó nada, más allá de fortalecer al sector privado.
No generó empleos. No impulsó el desarrollo. No se usaron más energías limpias.
Con el neoliberalismo se pensó en disminuir el tamaño del gobierno… Y se hizo.
Se pensó en abrir otras formas de suministro… Y se hicieron.
Se pensó en acabar con la corrupción… Pero eso nunca fue posible: ¿Por qué?
Después de la extinción de LyFC hubo varios apagones en la CDMX y el Edomex… Y se culpó a los trabajadores.
El origen de nuestros problemas es muy sencillo: vivimos en un mundo en donde la informalidad (léase en el sentido más amplio) ocupa un lugar privilegiado para las más diversas actividades económicas.
En la basura, en el comercio, en el trabajo, en todas las áreas que pensemos pulula la informalidad.
Hoy en México, de cada 10 empleos que se generan, 6.7 por ciento de ellos son empleos informales.
Con la informalidad no hay ninguna reforma que logre finalizar con sus problemas.
ENERGÍAS LIMPIAS
En la historia de México (y del mundo) se habla del objetivo de producir energías limpias para satisfacer las necesidades de todos los pueblos.
Pero eso, es sólo parcialmente cierto para nosotros.
Sin duda, las energías limpias serán el futuro del universo.
¿Hoy cuántas personas conoce usted que tengan autos eléctricos?
Si conoce a alguien lo felicito. Sin duda será gente con muchos recursos.
Pregunto: ¿Cuántos pobres tendrán acceso a autos eléctricos?... Eso tardará mucho tiempo.
El gobierno quiere tener el control de la energía en este momento, pese a las quejas de las empresas privadas.
Quizá pueda funcionar… Si no termina como estaba LyFC.
LA CUEVA DEL DELFÍN
El Estado prioriza el servicio antes que la utilidad... Las ganancias son el objetivo de los empresarios… La energía debería ser manejada por el Estado, pero tiene que ser muy eficiente… ¿Lo llegará a ser?... NPI.
¡Vientos huracanados! si no me contratan en la CFE nos veremos por acá el próximo sábado...
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