Conocer a fondo un inmueble valorado como patrimonio cultural ayuda a tomar decisiones correctas sobre el uso de materiales para su adecuada restauración, lo cual incluye la planificación de las obras y de la participación de personal calificado, afirmó Nora Ariadna Pérez Castellanos, Cátedra CONACYT investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.

La universitaria planteó un estudio comparativo de los materiales que se han reportado en restauraciones para monumentos en edificios patrimoniales, en las cuales la complejidad de realizarlas -a diferencia de un inmueble habitacional moderno- es que los primeros tienen valores sociales e históricos que deben preservarse.

La también doctora en Ciencias e Ingeniería de Materiales aclaró que es necesario tomar en cuenta las características físicas y químicas de una edificación, porque si está construida originalmente con adobe (arquitectura de tierra), piedra y cal por ejemplo, y al intervenirla se introduce cemento se alterarán sus valores materiales y se causará un cambio físico en su estructura.

“Los morteros de cal tardan en secarse y en obtener su máxima resistencia, pero puede ser compatible con el original. No obstante, si el restaurador necesita resistencia para ejercer todo el esfuerzo del edificio y que pueda cargar muros para que la gente ingrese al recinto, la cal no le dará esas propiedades y, por tanto, deberá encontrar otro material para asegurar que los materiales nuevos trabajen de manera adecuada y respondan a las necesidades actuales”, advirtió.

Aseguró que es una tarea complicada, interesante y de paciencia, porque toma mucho tiempo conocer y evaluar los daños al inmueble. Cada caso es particular, por ejemplo, los conventos son estructuras amplias que deben analizarse por partes; para saber qué tipo de material utilizar es necesario realizar trabajo de investigación histórico: qué estaba previamente y qué puede funcionar, además del presupuesto asignado a cada caso.

“Debido a las experiencias previas con huracanes, sismos o guerras en otros países, los expertos han llegado a la conclusión de que muchos de los problemas que había después de las restauraciones no eran debido a la selección de materiales, sino al corto tiempo con las que se hacían; ya que para asegurar un inmueble con una alta calidad de restauración se requiere de tiempo para supervisar, planificar obras y, sobre todo, evaluación y opinión de varias miradas de personal capacitado”, precisó .

La académica indicó que para cumplir con los criterios de intervención que establecen las cartas de restauración internacionales se requiere conformar equipos multidisciplinarios en los que intervengan restauradores, arquitectos, ingenieros, historiadores del arte, científicos de materiales, entre otros.

Lo anterior para que, en conjunto, puedan resolver de la mejor manera cada caso y devolverle al inmueble la vida y el vínculo con la sociedad que tenía.

Proceso de restauración

De acuerdo con Pérez Castellanos los arquitectos, junto con los restauradores, realizan un levantamiento de deterioros a todos los niveles y a partir de esto hacen una planificación de cómo se debe restaurar.

Aquí es donde se discute la estabilidad estructural del edificio y los materiales de origen que respondan a los tiempos del trabajo de reconstrucción y que respeten los valores patrimoniales de la edificación.

“Es importante saber cómo van a funcionar los materiales, qué resistencias tendrán, en cuánto tiempo alcanzarán estas resistencias para que se pueda estabilizar el edificio y que no se pierdan los valores históricos; dependiendo del daño; el debate puede ir respecto a los materiales como técnicas de intervención o la incorporación de nuevos elementos arquitectónicos, así como trabajos con la comunidad con el fin de ver cuál es la mejor manera de volverle la vida al inmueble”, comentó.

Después de pasar la parte estructural, aseveró, se requiere una labor en los otros trabajos más finos, como la parte de restauración de aplanados, de pintura mural, retablos y escultura.

Y continuó: Las discusiones teóricas que se hacen en torno a esto involucran a diversas disciplinas, porque se trata de ver la mejor manera posible de preservarlo todo para que continúe conservando su historia, que incluirá probablemente algún tipo de desastre.

Al concluir, Pérez Castellanos subrayó que “la mejor forma de conservar el patrimonio cultural es conocerlo a fondo, porque es de todos, y hacerlo que forme parte de nuestra vida cotidiana e identidad; su importancia radica en la preservación cultural de una sociedad o nación”.

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