Por su destacada trayectoria profesional y por su trabajo de décadas enfocado a la investigación, estudio y difusión de la música mexicana, Benjamín Juárez Echenique, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Boston, fue aceptado en la Academia Mexicana de la Historia (AMH) como miembro corresponsal en Estados Unidos.
Juárez Echenique, quien siempre se ha interesado por conocer la relación entre su disciplina y la historia de México, es el primer músico que ingresa a esa institución, donde si bien hay integrantes con inclinación musical, hasta ahora no se contaba con un músico, director de orquesta o investigador de la música.
Esta designación es una forma de reconocer que se pueden contar historias mediante la música; al mismo tiempo, “es una distinción para la labor hecha por mis maestros, colegas y alumnos –muchos de ellos de la UNAM–, porque creemos en el valor extraordinario que tiene la música mexicana, tanto la litúrgica como la que no es, que se conserva en las catedrales”, enfatizó.
El universitario comentó que para ingresar a la Academia Mexicana de la Historia es necesario que uno o varios miembros hagan la nominación; en este caso fue el historiador Andrés Lira, cuya iniciativa fue apoyada por el actual director, Javier Garciadiego. Posteriormente, la propuesta fue sometida a votación por la asamblea de la AMH.
“Conocen mi trayectoria. He ofrecido numerosos conciertos en Europa, Estados Unidos y México con música de las catedrales de nuestro país. Ahora, desde Boston he trabajado con alumnos y colegas que están interesados en este tema, que ha sido mi pasión desde que inicié mi carrera”, destacó.
Este tipo de música se compuso para acompañar ceremonias y actividades que se efectúan en las iglesias, y es una forma de saber cómo era parte del arte popular mexicano en los siglos XVII y XVIII. Es reflejo de la vida cotidiana de los grupos sociales que vivían en el México de entonces, resaltó.
Por ejemplo, “hay canciones que hablan de gallegos y de comunidades indígenas, y gran número de villancicos eran infaltables en las celebraciones de Navidad y otros grandes festejos”.
Podemos aprender la historia de México no sólo en textos, actas, libros y archivos escritos, sino mediante imágenes, pinturas, arquitectura y, desde luego, la música, aseguró.
Música para contar historias
El director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Boston subrayó que su área de competencia es la musical, y “desde este contexto veo como algo coherente mi ingreso a la academia, porque con la música contamos historias: cuando cantamos una canción, un corrido o alguna obra musical, pues casi siempre están unidos a una letra o texto que nos habla del tiempo, el lugar, la geografía y los sentimientos de las personas”.
Es más fácil acordarse de algo cuando lo cantamos que si lo hablamos. “Por eso hasta mediados del siglo pasado nos hacían aprender el abecedario o las tablas de multiplicar cantándolas. Hoy, los estudios en neurociencias han demostrado que al realizar alguna actividad que involucra la música, muchas regiones del cerebro se activan”.
La Academia Mexicana de la Historia fue fundada a finales de la Revolución Mexicana para estructurar muchos conocimientos e ideas. Es correspondiente a la Real Academia de la Historia de España y a 100 años de su creación se ha destacado por congregar a notables intelectuales y especialistas como Miguel León-Portilla, Javier Garciadiego, Andrés Lira, Enrique Krauze, Mercedes de la Garza y Eduardo Matos, entre muchos otros.
“Más que ser una academia enfocada a propiciar el diálogo entre especialistas, tiene una función de divulgación para todo el público, lo que la hace todavía más valiosa. Además, a lo largo de un centenario ha hecho grandes contribuciones al conocimiento de la historia”, concluyó.