El fósil de un gran reptil marino encontrado hace pocos días en una laguna cercana a Londres, Inglaterra, podría dar nueva información sobre el grupo de los ictiosaurios, presentes en el planeta hace 250 millones de años y desaparecidos aproximadamente hace 93 millones de años, consideró Jair Israel Barrientos Lara, profesor de la Facultad de Ciencias y estudiante de doctorado en el Instituto de Geología (IG) de la UNAM.
Esos reptiles marinos eran animales de gran tamaño, semejantes a cetáceos como ballenas, orcas o delfines en su forma, y lejanos a éstos en su origen evolutivo. Aunque hoy están extintos, tuvieron una amplia distribución y sus restos han sido encontrados en Europa (Alemania e Inglaterra), América (Estados Unidos, México, Colombia y Argentina) y Oceanía (Australia), relató el paleontólogo.
“Lo más relevante del ictiosaurio encontrado en Inglaterra y del que hubo noticias hace unos días es su gran tamaño, alrededor de diez metros de largo, así como lo completo del fósil, que incluye cabeza, columna vertebral y parte de una aleta”, consideró.
“Este hallazgo que ha sido publicado en estos últimos días es casi de un ejemplar completo, tiene toda la columna y en las imágenes se ve que está el ejemplar casi entero, eso es interesante porque reduce el grado de interpretación y tiene certeza”, señaló.
El gran tamaño permitirá a los expertos no especular sobre la talla del animal, y ayuda a tener certeza sobre ciertas características del espécimen, abundó.
El peso de su esqueleto se calcula en una tonelada y el ejemplar es el más grande y completo hallado en Inglaterra, sitio donde a fines del siglo XIX se encontró el primer ictiosaurio conocido.
Barrientos Lara informó que el tratamiento del fósil debe ser extremadamente cuidadoso para no afectar el vestigio. “Con frecuencia estos ejemplares se cubren de yeso para poderlos conservar y trasladar al laboratorio, donde comienza un detallado proceso de limpieza y estudio, el cual puede durar hasta dos años para tener los primeros resultados”, señaló.
Sobre el sitio en el que encontró, el especialista universitario destacó que se trata de una laguna, que en tiempos del ictiosaurio fue un mar profundo. “El animal es eminentemente marino y también son marinas las rocas en donde fue encontrado”, señaló.
Explicó que muchas veces los paleontólogos encuentran fósiles en sitios que son zonas áridas o bosques, pero que fueron mares en tiempos muy lejanos. Por ello la paleontología también describe al ambiente en que se hallaban las especies.
Consideró muy factible que se encuentran más fósiles de ictiosaurio en la misma zona, pues significa que el medio ambiente del sitio fue propicio para la conservación de los ejemplares.
Para Barrientos Lara, la paleontología requiere una profunda dedicación, pasión por lo que se hace, paciencia y mucha constancia.
Hasta ahora, el universitario ya participó en el descubrimiento de un fósil de ictiosaurio en Durango, que tras sus estudios doctorales se descubrió que era un género nuevo, llamado Acuetzpalin carranzai, o lagarto de agua en náhuatl.