Evidencias geomorfológicas y sedimentos de glaciares antiguos, que existieron hace miles de años, contienen información del clima del pasado. Como cápsulas del tiempo, guardan valiosos datos científicos que permite a los especialistas reconstruir el paleoclima.

En el Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, Lorenzo Vázquez Selem estudia las glaciaciones del pasado y la información derivada de ellas. “Tienen una huella característica en el paisaje, pues erosionan de manera diferente a los ríos, al viento o a los procesos de deslizamiento”, subrayó.

Su huella se puede identificar y cartografiar, “y ver hasta dónde llegó el glaciar, qué espesor tuvo. Con base en ello es factible reconstruir el clima que favoreció su presencia hasta determinada altitud”.

Aún de los glaciares que ya no existen pueden encontrarse rastros en la actualidad, porque cuando se formaron en una montaña y se movieron, erosionaron el terreno y acumularon en sus bordes detritos (materiales sueltos o sedimentos de las rocas, productos de la erosión), explicó el investigador.

En zonas tropicales como en la que vivimos, los glaciares dependen del clima frío de las montañas, pero los climas han oscilado. “En periodos más fríos se forman glaciares más extensos en las montañas, y en periodos más calientes pueden desaparecer. En el pasado hubo en México 13, y hoy quedan tres, en franca desaparición: en los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Pico de Orizaba, dijo Vázquez.

Se forman a una temperatura mínima media anual de cero grados, por eso el calentamiento global está acabando con ellos, remarcó.

En su investigación, el universitario detecta sus huellas en las montañas y reconstruye su extensión. “Identificamos en cada etapa hasta dónde llegaron en altitud; después fechamos para determinar la edad del momento en el que alcanzaron esa posición, y reconstruimos algunos parámetros del clima del pasado”.

Según sus resultados, en el país la glaciación más antigua es de hace 180 mil a 160 mil años. “Quedan muy pocas evidencias, porque ya se erosionaron o quedaron sepultadas por cenizas volcánicas o lavas”.

Hay evidencias de glaciación de los últimos 23 mil años, aproximadamente. “Hubo un evento importante hace entre 23 mil y 15 mil años, que es el máximo avance glaciar del Pleistoceno (periodo que terminó hace unos 11 mil años). Después hubo otro, no tan extenso, hace unos 12 mil años, justo en el cambio del Pleistoceno al periodo actual en que vivimos, el Holoceno.”.

Pequeña edad de hielo

Entre los siglos XV al XIX ocurrió una pequeña edad de hielo, con más nieve y temperaturas 1.5 grados más fríos que los actuales.

“Ese periodo está bien registrado, y otro más extenso e importante que ocurrió hace ocho mil años, cuando ya empezaba la agricultura en México y había poblamiento y comunidades sedentarias. Estos eventos muestran que el clima en el territorio es sensible a lo que ocurre en otras latitudes (particularmente en el Atlántico norte), pues es un sistema interconectado.

Entre la metodología que utiliza, Vázquez y sus colegas hacen interpretación de fotografías aéreas o de imágenes satelitales, y recorridos de campo, donde se cercioran de la estratigrafía y los sedimentos.

En campo recogen evidencias o materiales que permitan fechar cada evento de glaciación. Buscan si en los depósitos del glaciar hay algún material orgánico que se pueda fechar por carbono 14 y por isótopos cosmogénicos.

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