En México, cinco de cada 10 hombres entre 20 y 30 años de edad sufren alopecia androgenética, mejor conocida como calvicie. En mujeres la proporción es de tres por cada 10, afirmó Armando Medina Bojórquez, especialista en dermatología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Conforme avanza la edad, la cifra aumenta a ocho de cada 10 varones, según datos de la Fundación Mexicana para la Dermatología. Este padecimiento se ha propagado considerablemente y es indicador del estilo de vida actual, donde es común el estrés.
La alopecia no tiene cura, pues no es una enfermedad, sino un trastorno genético crónico evolutivo, aclaró Medina Bojórquez. “Sólo se puede retrasar la caída del cabello, y en algunos casos recuperarlo”.
Ondulado, rizado, lacio, crespo, necio, grifo; así es como suelen definir al cabello, pero lo que nunca se quiere escuchar es que se está perdiendo la cabellera por alopecia, afección de origen multifactorial.
La más común de las alopecias es la androgenética, que implica un factor genético y un estímulo androgénico; es decir, las hormonas masculinas debilitan el cabello. “En la mayoría de los casos, desde jóvenes ven el aumento de las ‘entradas’ y la disminución de la densidad capilar”.
También puede presentarse como parte de otras enfermedades sistémicas que, por ejemplo, son tratadas con quimioterapias, como cáncer. El lupus eritematoso y anemia también conllevan caída de pelo”
Más o menos cabello
Personalidad, atractivo físico, imagen, edad y hasta poder son aspectos que se vinculan con el cabello, de ahí que algunas personas se preocupen cuando comienzan a perderlo.
El universitario afirmó que encontrar cabello en la coladera de la ducha, en el jabón o en la almohada no es indicativo de que alguien se esté quedando calvo, pues al día perdemos, de manera natural, entre 100 y 150 cabellos.
En la cabeza tenemos una cantidad mucho mayor, y depende de su color natural: los pelirrojos tienen en promedio 90 mil; los de cabello oscuro, alrededor de 105 mil; y los rubios, 140 mil.
Un verdadero signo de alerta es que los contornos de la cabellera comiencen a replegarse, generando las llamadas “entradas”, hasta exponer la parte de la coronilla, o dejar zonas amplias de la cabeza sin pelo.
“Esta situación puede afectar la autoestima, pero se debe tener cuidado con las decisiones que se adopten para revertir este proceso”, alertó Medina Bojórquez.
Por ejemplo, en Internet proliferan recetas de remedios, y entre los ingredientes más mencionados están la miel de abeja; jalea real; sábila; aceites de coco, almendra u oliva; aloe vera; algunas especias de chile; jugos vegetales; y hasta estiércol y heces secas de animales. “La mayoría de estas recetas no tendrán efecto, y otras, por sus ingredientes, podrían causar daños irreparables”, remarcó.
Los folículos capilares, que es de donde surge el cabello, reaccionan a ciertas situaciones que no son favorables; en el caso de la alopecia androgenética, se ve afectada la irrigación sanguínea, y con la producción de la hormona dihidrotestosterona, se adelgaza y debilita el pelo, ocasionando su caída, pero no la destrucción de folículo.
En el caso de la alopecia relacionada con una enfermedad, estado de ánimo o tratamientos como la quimioterapia, el folículo se ve afectado.
Medina Bojórquez subrayó que se debe ser cuidadoso al usar estos remedios, pues “más allá del olor y aspecto que puede causar una infección en la piel por alguna contaminación bacteriana o parasitaria, se podría generar una alopecia cicatrizal, que sí causaría la destrucción del folículo.
“Ante la pérdida excesiva de cabello, lo primero que se debe hacer es acudir con el dermatólogo para que diagnostique el tipo de alopecia y ofrezca el mejor tratamientor. Lo único que se puede hacer, mediante medicamento especializado, es retrasar la caída del cabello”, concluyó.