Clara Bargellini, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, aseguró que el trabajo artístico del grabador flamenco Samuel Stradanus es un viaje de exploración virtual entre continentes y diversos ámbitos de la producción de imágenes y textos de inicios del siglo XVII, que nos lleva a conocer más de la historia del arte y del quehacer artístico en la Nueva España.

Durante la conferencia inaugural “¿A qué se dedicaba el primer grabador de la Nueva España?” del XLIV Coloquio Internacional de Historia del Arte “El giro material”, organizado por el IIE, la universitaria explicó que su investigación la condujo por diferentes ámbitos geográficos e históricos, e incluyó al grabador poco conocido.

“Stradanus llegó a la Nueva España en 1603 con la flota que trajo el virrey Montesclaro, quien tenía el encargo por parte del Rey Felipe III por establecer la Casa de Moneda en la Ciudad de México y en Zacatecas; al parecer para ese trabajo el virrey necesitaba a Stradanus y probablemente también a otro flamenco, y ambos llegaron a México para establecer y difundir el trabajo de grabar en metal. Hasta hace relativamente poco estas eran todas las obras conocidas de este artista”, aseguró.

Destaca que el grabado novohispano mejor conocido es el de la Virgen de Guadalupe rodeada por sus milagros (escenas de ocho milagros), fechado entre 1613 y 1615, cuyo autor es Samuel Stradanus de Amberes.

Se hallaron papeles sobre grabados con su nombre y recientemente documentos de asuntos económicos en los que se refieren al artista como “milanés” (de Milán, Italia).

Esto, dijo la académica, fue algo que la confundió ya que toda su obra aparece firmada con su nombre completo; pero descubrió que esa ciudad europea era un centro de trabajo conectado (a la producción de armaduras muy elaboradas), “así que un milanés era un experto en el trabajo de grabado”.

Trabajos grabados

De acuerdo con la historiadora del arte, no es de sorprender que se detectaran modelos en grabados europeos para pinturas virreinales, como la de Pedro Pablo Rubens y el lienzo de Sebastián López de Arteaga en la Nueva España, que está en el museo de la Basílica de Guadalupe con el tema de San Francisco de Asís recibiendo las heridas de Jesús.

“Un buen número de estudios acerca de pinturas virreinales se ocupan del hallazgo de fuentes iconográficas grabadas, que se reprodujeron de los grabados europeos en las composiciones americanas del siglo XVI al siglo XVIII. La existencia y carácter del modelo grabado es la fuente directa de la pintura óleo sobre tela”, destacó.

Agregó que al realizar una obra de este estilo primero debía crearse la composición original, después ésta a una escala menor se colocaba sobre la plancha delgada de metal, generalmente cobre, para transferir el trabajo al papel procurando que quedara dentro de las líneas grabadas.

Este proceso de transferencia de una imagen entallada en un papel podía repetirse muchas veces y la composición original se podía transmitir fácilmente por muchas personas y en varios lugares.

“Se habla de que este proceso es la creación de una ‘Europa portátil’.

La plancha de metal se consumía o se descartaba y se usaba para otra cosa. El grabado en metal sobre papel carece de color, además de tener una escala menor respecto a la pintura original, aunque en la imagen sin color es difícil exagerar la importancia de la invención del grabado para la historia del arte, especialmente en América”, aseveró.

Explicó que el proceso permitió hacer múltiples copias de la composición original y esas servían a los pintores, como López de Arteaga, para reproducir a su modo la composición original, aunque con algunas variantes. En general se habla de un pequeño grabado en blanco y negro que reproduce una pintura en una medida mayor, por lo que aquí intervienen cuatro pasos.

“Por lo general, los grabadores americanos han merecido poca atención ya que se les ha considerado, con frecuencia, como simples productores de imágenes baratas, copias o ilustraciones de escasa originalidad insertas en textos impresos. Hasta hace relativamente poco el estudio de grabados se consideraba de interés secundario y auxiliar respecto a la historia del arte de la pintura”, precisó.

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