Juan O’Gorman, considerado uno de los pioneros de la arquitectura moderna en México, fue uno de los grandes artistas del siglo XX, destacado pintor, pero también extraordinario docente, afirmó Louise Noelle Gras, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El talento de O’Gorman, iniciador en la implementación de la arquitectura funcionalista en nuestro país, se renueva en la Biblioteca Central en Ciudad Universitaria, edificio emblemático que ilustra al México del siglo XX. “Es una infraestructura icónica dentro del arte, la arquitectura y la cultura nacional”, remarcó la especialista universitaria.
A 115 años de su natalicio (6 de julio de 1905) es recordado por su imborrable huella en el campus central de la Universidad Nacional, plasmada en su mural de mosaico en la Biblioteca Central, nombrado “Representación histórica de la cultura”: El pasado prehispánico (muro norte), El pasado colonial (muro sur), El mundo contemporáneo (muro oriente) y La Universidad y el México actual (muro poniente).
“Desde el principio tuve la idea de hacer mosaicos de piedras de colores en los muros ciegos de los acervos, con la técnica que ya tenía bien experimentada. Con estos mosaicos la biblioteca sería diferente al resto de los edificios de la Ciudad Universitaria, y con esto se le dio carácter mexicano”, dijo O’Gorman en su momento.
Es reconocido como un personaje multifacético; su presencia en diferentes momentos del arte y de la cultura en México es trascendente. “No hubo una sola actividad en la que no hubiera destacado; en todas logró imprimir la calidad con la que ejerció su vida profesional”, indicó la historiadora del arte.
Alumno de la UNAM
Louise Noelle Gras, autora del libro “Arquitectos contemporáneos de México”, recordó que O’Gorman estudió en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura, de la Universidad Nacional, situada en las instalaciones de la Antigua Academia de San Carlos, donde su interés por el arte lo llevó a acercarse a algunos maestros de la pintura.
Fue alumno de los arquitectos José Villagrán García y Guillermo Zárraga, quienes inculcaron en él el interés por la arquitectura contemporánea, moderna y funcional.
Sus primeras obras fueron muy notorias, como las dos edificaciones que conforman el Museo Casa Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, así como la vivienda anexa que construyó para su padre. Las tres, en su conjunto, fueron las primeras residencias modernas totalmente funcionalistas en el país, levantadas entre 1930 y 1932.
“En ese momento fueron motivo de escándalo por su modernidad; hubo muchas notas periodísticas en contra, al estar enclavadas en un barrio muy tradicional: San Ángel”, rememoró Louise Noelle Gras.
No obstante, este tipo de arquitectura sencilla, sin pretensiones y sin gastos excesivos, fue un incentivo para que en 1932 el entonces secretario de Educación Pública, Narciso Bassols, considerara que algo similar se requería para construir escuelas en México.
Así, Juan O’Gorman fue contratado para edificar, con un presupuesto mínimo, 26 escuelas primarias en zonas periféricas del Distrito Federal (ahora Ciudad de México), “áreas geográficas donde habitaban personas con mayores carencias de recursos económicos; una de ellas fue declarada Patrimonio Artístico de México, y está en Coyoacán”.
En 1936 decidió hacer un alto en su carrera arquitectónica para dedicarse a la pintura mural. Algunos de sus trabajos se encuentran en el Castillo de Chapultepec y en la Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra, en Pátzcuaro, Michoacán.
Fundó la Escuela Superior de Construcción –una alternativa a la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM–, que en 1936, con la creación del Instituto Politécnico Nacional, se transformó en Escuela Superior de Ingeniaría y Arquitectura.
Más tarde, en 1945 Diego Rivera, su amigo, le pidió la construcción de un espacio para resguardar su colección prehispánica. “Rivera diseñó el edificio del Anahuacalli y O’Gorman hizo los planos”, explicó Noelle Gras. De este proyecto surgió la idea de realizar mosaicos de colores para la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria.
“Era un gran pintor, sus obras tienen esa calidad de un gran artista plástico; cuando hacía muralismo, estudiaba profundamente los temas a tratar, y como arquitecto realizó obras icónicas de nuestro país”, concluyó la especialista.