Intelectuales, académicos, representantes de organismos internacionales y de organizaciones no gubernamentales de América Latina y de Europa reflexionaron en la UNAM sobre los desafíos económicos, patrones de desarrollo y de consumo, cuidado del medio ambiente, participación de la ciencia, la cooperación de las naciones, la democracia, el resurgimiento de la movilización social y el papel del Estado, tras la pandemia.

En el webinario internacional “PosCOVID, posNeoliberalismo. La pandemia y el futuro de América Latina”, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS), Leonardo Lomelí Vanegas, secretario General de la Universidad Nacional, afirmó que desde hace más de un siglo la humanidad no había vivido una epidemia como la actual, de tales dimensiones; entonces no se vio la paralización de las actividades económicas o el cierre de fronteras, situación que hoy obliga a reflexionar sobre temas sanitarios, la organización económica y social, la cooperación de las naciones y, en un sentido amplio, en el futuro mismo de nuestra civilización.

En el encuentro virtual, Lomelí Vanegas recalcó que el tema es de la mayor trascendencia, pues remite a la coyuntura actual. Asimismo, cuestionó qué tendríamos que hacer para revisar los actuales patrones de desarrollo y de consumo, y la relación entre la economía, el medio ambiente, la organización de la sociedad y la forma en que se articula la cooperación internacional.

John Ackerman, director del PUEDJS, indicó que en México, América Latina y el mundo vivimos tiempos difíciles, de crisis y de emergencia sanitaria. “Los optimistas postulan que saldremos fortalecidos, que la pandemia nos ha enseñado que hace falta invertir más en los servicios de salud pública, cuidar la naturaleza y ser solidarios con los demás. Los pesimistas perciben que los mismos poderes dominantes de siempre ya están sacando ventaja de la situación actual”.

El también integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) preguntó si esta crisis ¿generará las condiciones para romper con el lastre del neoliberalismo, o más bien implicará el retorno a las políticas excluyentes y autoritarias que pensamos que ya habíamos comenzado a superar, en particular en México y América Latina?

Neofascismos y democracia

En la primera mesa, “Neofascismos, democracia y regímenes políticos”, Juan Carlos Monedero, de la Universidad Complutense de Madrid y cofundador de Podemos, señaló que existen probabilidades de que el capitalismo neoliberal esté tocado de muerte, o que caigamos en una distopía futurista terrible. “Lo que será el pos-COVID-19 dependerá de los argumentos que ahora mismo coloquemos en el debate”.

La crisis sanitaria ahonda modelos previamente diseñados, como el neoliberal, donde los empresarios plantean pagar menos impuestos, facilitar los despidos, desregular la economía o depredar más el ambiente, o el alternativo, con una renta básica para todos, salvaguarda del empleo y ayudas públicas para quien después contribuya al desarrollo, abundó el cofundador del partido político español Podemos.

Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, mencionó que la pandemia es un hecho de alta intensidad que ha afectado la vida humana, con suspensión de actividades y de libertades democráticas para acatar las disposiciones estatales, y que dejará más de 100 millones de nuevos pobres en el mundo.

El porvenir se presenta como un horizonte paralizado, congelado y marcado por el miedo. Pero el cansancio hegemónico no significa que surja una nueva hegemonía. Hay dos polos teóricos de reorganización del futuro: un neoliberalismo enfurecido y con tendencias fascistoides, o un Estado social, popular, y en función de esas polaridades, los distintos Estados se acomodarán a lo largo de los siguientes años y décadas, consideró.

En la sesión “Naturaleza y un nuevo pacto ecosocial”, Víctor Manuel Toledo, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, dijo que 80 por ciento de las muertes por COVID-19 del país se concentran en las seis regiones más afectadas por la contaminación industrial, lo que da un indicio del vínculo entre las crisis ambiental y sanitaria a escala mundial.

El responsable de estos desequilibrios no es la “humanidad entera”, sino una minoría, inferior al uno por ciento, de la población que es dueña de las grandes corporaciones, que explotan el “trabajo humano” y el “trabajo de la naturaleza”, además de arrojar desechos, gases y emanaciones contaminantes. Por eso, “no debería predominar el modelo de las grandes empresas o corporaciones, sino el de las empresas cooperativas, sustentables y basadas en una mayor igualdad entre los socios”.

Maristella Svampa, coordinadora del Grupo de Estudios Críticos e Interdisciplinarios sobre la Problemática Energética, de Argentina, apuntó que la crisis económica y socioambiental por la COVID-19 genera incertidumbre y detona demandas contradictorias: por un lado, la solidaridad y el fin de la desigualdad social, y por otro, un retorno al orden conservador y depredador. Uno plantea la globalización más democrática y ambiental, mientras otro la consolidación de las políticas neoliberales: precariedad laboral, mayor extractivismo, colapso ecológico y xenofobia.

“Debe terminar la explotación de la humanidad, como debe concluir el predominio del hombre sobre la naturaleza y sobre la mujer”, acentuó.

Al participar en la sesión “Estado social y desafíos económicos”, la secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, recordó que hasta hace poco hubo una oleada de gobiernos progresistas en la región que lograron reducir la pobreza en 20 por ciento, lo que demostró que sí se puede avanzar para salir de muchos problemas.

Por su parte, Rafael Correa, expresidente de Ecuador, comentó que el mundo enfrenta la peor crisis en un siglo, y para América Latina quizá sea la peor en toda su historia, pues se incrementarán la pobreza y el desempleo. Se perdió lo avanzado en la llamada “década de oro” con los anteriores gobiernos progresistas (Ecuador, Brasil, Bolivia), “pero no debemos perder la esperanza y hay que continuar apoyando los cambios”.

Democracia, ciencia y movimientos sociales

El SARS-CoV-2 nos ha mostrado que la ciencia no es la verdad, sino su búsqueda, y para afrontar problemas como la pandemia es necesario que aquélla sea concebida como un bien común, acotó el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, durante la mesa “Democracia, ciencia y movimientos sociales”.

La ciencia debe estar “al servicio de la sociedad, del humanismo, la democracia y el buen vivir, así como dialogar con otros saberes”. También, debe diferenciarse de malas prácticas ligadas al capitalismo, por las que no se investiga lo que no es rentable para las empresas farmacéuticas, agregó el director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra, Portugal.

Con él coincidió la directora General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, María Elena Álvarez-Buylla, quien se pronunció porque la ciencia no esté supeditada a los intereses económicos financieros y se construya entre los científicos, las instituciones de educación superior y las comunidades, para mejorar las condiciones de vida de estas últimas.

El nuevo coronavirus es un mensajero de algo que ya sabíamos: la desigualdad que enfrentan grupos como los indígenas, quienes además de la pandemia hacen frente a la inequidad social y la fragilidad de salud, anotó.

Al clausurar el encuentro, Maximiliano Reyes Zúñiga, subsecretario para América Latina y el Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores, refirió que la pandemia ha revelado los problemas estructurales de un sistema socioeconómico desigual, fallas que llevan mucho tiempo, pero ahora se han agudizado. El Fondo Monetario Internacional señala un decrecimiento de menos 5.2 por ciento para nuestra región, y en Iberoamérica 30 millones de personas pasarán a situación de pobreza o pobreza extrema y 12 millones perderán sus empleos.

Pero esta crisis, sostuvo, también representa una oportunidad para cuestionar, repensar y reformular los modelos económicos. Hemos visto que no basta con tener crecimiento sin desarrollo económico; la clave está en tener ambos y mejorar los mecanismos de redistribución de la riqueza, reducir la desigualdad y las brechas socioeconómicas. “Es momento de un nuevo pacto social basado en un Estado con rostro humano”.

John Ackerman reflexionó que el webinario “nos ha puesto en una disyuntiva civilizatoria. En cada mesa se repitió que debemos aprovechar esta oportunidad de vulnerabilidad para reflexionar y cambiar nuestra relación con la naturaleza, la sociedad, la economía, la política y la ciencia”. La gran lección de este encuentro es que el mundo pos-COVID-19 sea más libertario y justo, construir el camino posneoliberal y aprovecharlo para avanzar.

Finalmente, anunció el lanzamiento de la convocatoria para un diálogo internacional, ciudadano y universitario, en torno al mismo tema, a realizarse en septiembre próximo. Para ello, en el PUEDJS se recibirán posicionamientos grabados en video, hasta el 3 de julio.

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