*El lecho de Procusto en ambiente tropical

Procusto según la mitología griega era hijo de Poseidón y vivía en Eleusis (Ática), donde se distinguió por ser en extremo cordial y amable con los viajeros a quienes ofrecía posada invitándoles a usar su cama de hierro. Una vez acostados en el lecho los amordazaba y ataba.

Si el cuerpo de la víctima era más largo que la cama, procedía a cortar las partes de sus extremidades que sobresalían, y si por el contrario era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba y estiraba hasta que se adaptara a ella.

Aunque el mito señala que Procusto (Damastes o  Procoptas), disponía de dos camas de hierro, una muy grande y la otra pequeña. Si el huésped era muy alto, le ofrecía esta última. Así pasaba su tiempo entretenido; si el huésped era de baja estatura, lo acomodaba en la grande.

Si el huésped resultaba ser más grande que la cama, le cortaba la parte sobrante, ya fueran los pies o la cabeza. Si el lecho era más pequeño, lo estiraba hasta descoyuntarlo, para que se ajustara al tamaño de éste. El resultado en cualquiera de los casos siempre era el mismo.

En alguna ocasión llegó a la comarca el joven Teseo (hijo de Egeo, rey de Atenas) y conoció a Procusto, quien fiel a su costumbre le invitó a hospedarse en su casa ofreciéndole su lecho, pero Teseo advertido de las “prácticas” de su hospedero le invitó a que fuera él quien se acomodará en el lecho y le aplicó el mismo “método de ajuste o corrección” corporal hasta matarlo.

Huelga decir que el mito de Procusto tropicalizado bien lo podríamos rebautizar como el: “Imperio de los Otros Datos”, harto conocido desde hace un lustro por el sufrido y fastidiado pueblo sabio, al igual que por conservadores, aspiracionistas, liberales y corruptos que habitan en el antiguo Reino Azteca.

La absurda pretensión de que la realidad se ajuste a los deseos, caprichos u ocurrencias de una persona está claramente catalogada como una enfermedad mental bajo el nombre de “Síndrome de Procusto”, misma que “se refiere a las personas con baja tolerancia a la frustración, tercas y temerosas de los cambios, de lo diferente o desconocido. Odian todo aquello que consideran superior a ellos”. “Cuando descubren personas a quienes consideran mejores que ellos, se sienten amenazados y humillados, desarrollando una envidia patológica tan fuerte que quieren desaparecerlos u obligarlos a cambiar. Reaccionan con desprecio, realizan boicots o limitan con cualquier medio a las personas sobresalientes”.

“Otras características de las personas con síndrome de Procusto son un estado de constante frustración, se sienten tratados injustamente, permanentemente se comparan con los demás y poseen una marcada inestabilidad emocional”.

“De entrada, la primera impresión que ofrecen estas personas es que son empáticas, amables y generosas (al igual que Procusto al recibir a sus huéspedes), pero luego no soportan ser aventajadas”*.

“Las redes sociales son la mejor herramienta para el Procusto, pues le permiten cortar el pensamiento que sobra. Se deben seguir las corrientes de opinión”.

“Hemos visto miles de veces cómo, quien se aparta de aquellos criterios que se convierten en tendencia, rápidamente es enjuiciado por el enorme Procusto de mil cabezas que impera allí. De esta forma, todos deben ser cuidadosos al expresarse, para no ser vetados o, en muchos casos, excluidos permanentemente de la comunidad”*.

“Los “Procustos” sociales encaminan al mundo hacia un pensamiento uniforme, donde todos tengamos la misma estatura mental. Por supuesto, la medida para esto no será la más alta y, a todo aquel que desee sobresalir, se le empareja. Y si aún sobra algo, tal vez sea la cabeza la que deba sacrificarse”*.

Las pretensiones de que un país entero se “ajuste” a las concepciones del mandatario como la desaparición de un aeropuerto, el despido masivo de especialistas en distintas áreas del sector público especializado, querer modificar a la SCJN, reinventar un tren, desaparecer fideicomisos científicos, adjudicarle las aduanas a los marinos, los aeropuertos a los militares, resucitar una aerolínea quebrada, desaparecer organismos autónomos,  escuelas de tiempo completo, guarderías, desmantelar el sistema educativo y de salud son sólo algunos botones de muestra de la severa patología de nuestro Procusto.

La burla constante hacia los profesionales, el desprecio por los posgrados, las injurias y majaderías por los intelectuales y científicos, las acusaciones de bandidos a todos aquellos que no se dobleguen a sus lineamientos y la perpetua desacreditación de medios de comunicación, periodistas, líderes formales o informales de la sociedad completan el cuadro de complejos de inferioridad ya descritos como componentes esenciales de tal síndrome.

Eso sin contar la fabricación de delitos y persecuciones judiciales a quienes le desafían.

Y como no soy psicólogo ni nada que se le asemeje, dejaré en mejores manos el análisis profundo de lo que aquí meramente he enunciado como tema de interés público. 

*https://vcsradio.net/procusto-el-mito-griego-convertido-en-sindrome/