*Posición oficial ante amenaza de EU
Seguramente ha estado, durante los últimos dos días, en la mente de todos ustedes cuál iba a ser la respuesta del Senado de la República ante lo declarado en una entrevista por el presidente de los Estados Unidos, acerca de la posibilidad de que aquel país declare como grupos terroristas a las organizaciones criminales que operan dentro del territorio mexicano.
Seguramente todos coincidirán, y todas conmigo, en que este es un asunto muy grave en sus implicaciones porque de llegar a ser el caso que los grupos criminales sean declarados organizaciones terroristas, eso podría abrir la puerta a formas de intervención de los Estados Unidos en México.
Francamente, no creo que haya un solo mexicano, una sola mexicana que estuviera dispuesto a admitir a estas alturas de la historia, una intervención extranjera en nuestro país, bajo cualquier formato. No lo admitió México en el siglo XIX a lo largo de todo el siglo XIX; no lo admitimos tampoco sobre todo en la primera mitad del siglo XX; y menos lo vamos a admitir en el siglo XXI.
Entonces, el Senado de la República en breve, va a presentar un posicionamiento avalado por distintas fuerzas políticas representadas en este Senado de la República, rechazando la posibilidad que ya mencioné, de que sean declaradas por Estados Unidos como terroristas a las organizaciones que son estrictamente criminales.
Y, quiero aquí aludir a una diferenciación conceptual entre lo que es una organización criminal y lo que es en el sentido histórico, en el sentido clásico del término, una organización terrorista.
Los grupos terroristas históricamente, han tenido un planteamiento político, de orden político, que muchas veces ha sido acompañado de un planteamiento también religioso. En todo caso, se trata de posiciones ideológicas donde los grupos terroristas están persiguiendo en algunos casos, derribar a un gobierno, en otros atacar a un país extranjero, un orden de cosas, lo cual evidentemente no es el caso del crimen organizado mexicano.
El único propósito del crimen organizado mexicano, es la obtención de mayores ganancias económicas; entonces, ahí tenemos una división conceptual insalvable, creo yo que incuestionable, entre lo que son grupos nada más delictivos y lo que son organizaciones que, independientemente que uno esté de acuerdo con alguno de sus postulados o no, tienen un programa político e ideológico.
Ese por sí solo haría absolutamente absurdo, hasta grotesco, diría yo, llamar al crimen organizado mexicano grupo terrorista, en el sentido, insisto, clásico del término.
Esta idea va a aparecer en el posicionamiento que en breve vamos a estar presentando ante el Senado de la República, al mismo tiempo que, como ya decía al inicio de estas palabras, nuestro rechazo absoluto a cualquier forma de intervención extranjera en nuestro país.
Y que las circunstancias ocasionadas por estas declaraciones del presidente de los Estados Unidos hace dos días no vayan a ser pretexto para revivir dentro de la sociedad mexicana tendencias intervencionistas.
No sería la primera vez, recordemos el siglo XIX, cuando los conservadores, cuando la derecha mexicana fue a buscar ayuda al extranjero, supuestamente para resolver problemas internos de México.
Ningún pretexto podemos permitir que tengan los conservadores para apelar a fuerzas extranjeras. México tiene todos los recursos propios para hacer frente al problema de la inseguridad y de las organizaciones criminales que operan en nuestro territorio.