Si las señales que captan nuestros sabuesos informativos van en dirección correcta, el presidente Andrés Manuel López Obrador está entrando a un peligroso proceso de inestabilidad…
Según esto, son dos cosas que le comenzaron a inquietar a don Andrés; una es la forma en que le está haciendo agua el caso Ayotzinapa y otro es el proceso de estancamiento que asoma su anhelada reforma electoral…
Sobre el primer asunto, es claro que su estratega Alejandro Encinas Rodríguez no ha podido avanzar con solidez en la investigación y paulatinamente se confirma que ni con la detención del exprocurador General de la República, Jesús Murillo Karam, le está alcanzando para ofrecer resultados convincentes a los padres de los 43 estudiantes brutalmente sacrificados…
Y si eso se suma a las contundentes revelaciones que acaba de revelar el grupo de especialistas contratados, todos ellos extranjeros, el ánimo del inquilino de Palacio Nacional explota sobre manera cuando le hacen preguntas sobre el tema, como ocurrió en la mañanera del martes pasado…
El otro asunto que dolió profundamente al mandatario mexicano, es que la forma en que todos los jerarcas de la Iglesia Católica salieron para defender al Instituto Nacional de Electores, quienes se muestran decididos a incitar, desde los púlpitos de todo el país, al pueblo sabio y mucha pieza para que salga a manifestarse a las calles con denuncias de antidemocracia contra el régimen lopezobradorista…
Así las cosas, hay razón para que le invada la angustia, porque, de continuar el explosivo ambiente que él mismo se encargada de encender en sus mañaneras, las cosas para los “morenos” se pueden complicar con sorpresivas reacciones sociales…
Que conste, están advertidos…