*Tesla, Pinocho y el Agua
Ante la verdadera derrama de información que estamos viviendo, las notas fluyen como tormenta, tal vez por eso en la colaboración de la semana pasada sobre el singular Tadeo, dejé una posdata que los “duendes” de la redacción no vieron o “se les pasó”.
La posdata fue: “P.D. Luego hablaremos de las fábricas de agua que supongo descubrieron en la 4T para autorizar sin remilgos el desarrollo de TESLA en Nuevo León”. Sirva ese error para hacer un poco de historia e ilustrar a los ignorantes y a los mentirosos sobre la hidrología de Monterrey.
El Nuevo Reino de León durante mucho tiempo se limitó solo a su capital, de tal manera que al decir el “reino” se entendía que era Monterrey. Y tan reino fue la ciudad que “reinero” fue el gentilicio de los nacidos en ella y de los vecinos hasta la reciente aparición del “regiomontano” o “regio”.*
El 20 de septiembre de 1596, se fundó la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, y para 1611 con las 34 personas contadas mujeres y niños, el caserío fue arrasado por una inundación. El justicia mayor Diego Rodríguez dispuso en 1612 el traslado al sur del ojo de agua.
El Virrey Diego Fernández de Córdoba nombró gobernador a “Agustín de Zavala, acaudalado minero de Zacatecas y que gobernó solo por medio de justicias mayores, jamás visitó Monterrey, sin embargo, no desamparó a los vecinos y estableció un almacén de harina, ropa e implementos agrícolas, hasta que su hijo y sucesor Martín de Zavala en 1626, llevó pobladores, ganado y herramientas y le impuso el nombre de villa de Cerralvo pese al rechazo de los habitantes, hasta que en 1628 lograron la restitución del nombre y la categoría de ciudad”*.
“El río de Santa Catarina nace a 2,369 metros de altura en la sierra de San José, que es una ramificación de la sierra Madre y cruza la ciudad, sus aguas se precipitan por el cañón y forman el río de Monterrey que desemboca en el San Juan. La altura de donde procede y el desnivel del suelo de Monterrey, hace que su escurrimiento sea muy rápido, por lo que no es de extrañar que las inundaciones formen parte de la historia de esta ciudad desde los siglos XVII hasta el XX, hasta que el gobernador Ignacio Morones Prieto (1949-1952), lograron la canalización del río, pese a lo anterior, Monterrey nuevamente se inundó en 1967. También existen los arroyos del Topo Chico y el Seco, incluso existe un manantial de aguas sulfurosas, que desde la época colonial fueron famosos esos baños de uso medicinal”*.
Pero como hemos visto la historia de Monterrey se distinguió por siglos más por sus desgracias con el agua que por la falta de la misma, hasta la última gran tragedia cuando el 17 de septiembre de 1988, el Huracán Gilberto destruyó completamente las instalaciones deportivas y culturales situadas en el lecho seco del Río Santa Catarina. Las cifras oficiales del desastre fueron: 170 muertos, 1,700 familias sin hogar, daños materiales por 150 mil millones de pesos en un total de 35 municipios*.
Sin embargo, la pujanza y el esfuerzo de los regiomontanos los llevó a que esa ciudad fuese considerada la tercera más importante del país, cuando al principio del siglo XX, establecieron las industrias de la cerveza y el acero, y el orgullo de estos hombres ha sido mayúsculo por la magnitud de su desarrollo industrial, arquitectónico y de ingeniería.
Y como botón de muestra recordaremos que para la construcción de la Mega Plaza de Monterrey, fueron demolidas las fincas de 40 manzanas entre el Palacio Municipal y el de Gobierno, y el muy orgulloso gobernador Alfonso Martínez Domínguez, la describió así: “es seis veces mayor que el Zócalo de la Ciudad de México; cinco y media veces más que la Plaza del Vaticano, cinco veces mayor que la Plaza de San Marcos, y dos veces y media más que la Plaza Roja de Moscú; y todas juntas casi caben en nuestra plaza”*.
Así nomás.
No podemos pasar por alto que una de las características distintivas de Nuevo León, ha sido el orden y la disciplina con la que se han manejado durante décadas, pues pese a su desarrollo y bonanza siempre se han conducido con tal apego al orden, que todavía en la década de los 40, la ciudad de Monterrey contaba apenas con poco más de 190 mil habitantes, y fue a partir de la década de los 60 en que se ensanchó la ciudad al grado de formar una zona metropolitana con los municipios de Santa Catarina, Garza García, San Nicolás de los Garza y Guadalupe*.
El estado de Nuevo León, se ha convertido en tal polo de desarrollo que de la década de 1960, cuando contaba con una población total de un millón 100 mil habitantes, actualmente supera los 5 millones 700 mil y con el reciente anuncio de la construcción de la gigafábrica de Tesla esperemos que su crecimiento no vaya a convertirse en tal desorden y corrupción que acabe en un slum (ciudad perdida) donde impere la desgracia.
Pues si la fábrica la piensan construir en un año, la pregunta es: ¿a qué hora y con qué dinero se van a construir las escuelas, centros de abasto, parques, viviendas, centros comerciales, urbanizaciones y dotación de servicios para 35 mil trabajadores y sus familias con una capacidad de consumo y con demandas superiores a los habitantes de la zona.
Vale la pena recordar aquí el repudio y rechazo que sufrieron los chilangos en Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Veracruz, Morelos, Puebla y otros estados a raíz del éxodo de 1985.
Adicionalmente a ello hay que planificar cómo se piensa administrar la riqueza, el impacto social y de movilidad que Tesla y sus proveedores tendrán en la zona, para producir un millón de vehículos en su inicio y su meta es alcanzar los 20 millones.
Como bien señaló esta semana Mario Luis Fuentes: “¿cómo pensar en las paradojas que existen en esa región del país, sobre todo por los profundos enclaves de pobreza que aún persisten, por las condiciones de inseguridad generadas por las organizaciones criminales que operan en toda la región y por la complejidad migratoria que se ha configurado en toda la frontera norte de México?
Se ha dicho que esta inversión puede ser una de esas acciones que “cambian el juego” en algunas regiones, y es cierto, pero no puede pensarse sólo en términos de lo económico, sino, ante todo, debe entenderse que, sin una mejoría sustantiva en el bienestar social, aquello será, una vez más, un cambio a favor de los jugadores más fuertes, desplazando y, sobre todo, lastimando a los de siempre: los más pobres y los más desprotegidos”**.
Y que conste que esto se escribió antes del escándalo internacional por el secuestro y asesinato de dos de los 4 norteamericanos victimados en Matamoros, Tamaulipas.
Por cierto, las únicas fábricas de agua que hay son la evaporación de los océanos, los bosques, los deshielos, los manantiales, los mantos freáticos y los ríos subterráneos. Que alguien por favor le explique al ignorante que también hay plantas tratadoras y purificadoras de agua y que curiosamente las mejores y más grandes cervecerías están en zonas semiáridas (Monterrey, Zacatecas, etc) y no en los grandes lagos.
*Enciclopedia de México, Tomo 10, pág. 5,528 y sigs. México 1993.
**https://www.excelsior.com.mx/opinion/mario-luis-fuentes/tesla-y-el-desarrollo