Por Andrea Catalano
La enfermedad Covid-19 dejó su marca en los balances del segundo trimestre de las empresas de telecomunicaciones que operan en la región. Una marca con matices: mientras las ventas de equipos y los ingresos se vieron resentidos por las restricciones sanitarias que se implementaron en los diversos países, los servicios fijos crecieron y el segmento móvil logró avanzar en el pospago. Los Ebitda experimentaron también claroscuros.
El impacto fue evidenciado por Telefónica, América Móvil, Entel y Millicom en el inicio de sus balances correspondientes al segundo trimestre de 2020.
Podría tomarse como punto común lo asegurado por Mauricio Ramos, CEO de Millicom, quien aseguró que se trató del período más desafiante en la historia de la compañía.
Los desafíos pasaron no sólo por los efectos que generaron los confinamientos sino también por las medidas tomadas por los gobiernos que privilegiaron mantener conectados a todos los ciudadanos, especialmente a aquellos en situación de vulnerabilidad.
Otro punto coincidente entre las operadoras fue que, pese a que el peor efecto del coronavirus se concentró entre abril y mayo, una incipiente recuperación comenzó a evidenciarse a partir de junio. Ese mes empezaron a flexibilizarse ciertas medidas y las economías retomaron algo de la actividad en pausa.
Es de esperar que ese efecto continúe evolucionando en el tercer trimestre, aunque también habrá que ver qué impacto tendrá la situación económica de cada país de la región, a raíz de las regulaciones que se vienen implementando y el bolsillo de los usuarios.
Los locales comerciales cerrados produjeron menores ventas de terminales, cuyos despachos a la región cayeron 36 por ciento en este trimestre de manera interanual, de acuerdo con los datos de Counterpoint Research. A esto se sumaron las dificultades para que los clientes de prepago pudieran recargar, especialmente al inicio de los aislamientos.
El uso del efectivo o de la recarga presencial es mayor o menor según de qué país se trate. La imposibilidad de moverse provocó un menor nivel de facturación de los servicios, más importante aún que la menor venta de dispositivos.
En aquellos países con economías más informales, la imposibilidad de “salir a ganarse el peso” también tuvo su efecto colateral en la facturación del segundo trimestre.
En cuanto a los Ebitda que mostraron las empresas, la situación fue dispar: algunas exhibieron crecimientos exponenciales, otras caídas abruptas que, lógicamente, generan preocupación. Cuando este concepto se ubica en un avance de 15 a 20 por ciento es señal de buena gestión. Si esos niveles superan 25 por ciento aparecen dudas sobre cómo se están administrando las inversiones en el servicio.
Cifras y contextos
¿Qué dijeron los números del segundo trimestre cruzado por la pandemia?
Si se aborda cada uno de los aspectos mencionados sobre cada una de las compañías, se advierte que tanto Claro como Telefónica, Entel y Millicom soportaron fuertes caídas de las ventas de terminales. El más paradigmático fue el de Entel Perú cuyas ventas cayeron estrepitosamente, al ser 72 por ciento menores comparadas con el mismo período del año anterior. Claro registró un derrumbe de 27.2 por ciento mientras Telefónica Hispanoamérica lo hizo en torno al 32.2 por ciento.
Sin embargo, la caída de la venta de teléfonos producto de las restricciones no es estrictamente una mala noticia. Las operadoras debieron hacer malabares para que no se redujeran los ingresos por servicios, especialmente por las dificultades de recarga del segmento prepago. También porque una parte de los clientes comenzaron a ver resentidos sus ingresos desde las primeras semanas por la falta de actividad económica.
No obstante, hubo empresas que salieron bastante bien paradas de esta situación, pues sus ingresos no se vieron tan afectados.
En parte porque creció el consumo de servicios fijos, aunque en niveles mínimos, en parte porque lograron implementar eficiencias para minimizar los impactos de las contracciones en los ingresos móviles, aunque también con otros riesgos.
Los ingresos de Claro crecieron 0.6 por ciento más internanual hasta los 11 mil 600 millones de dólares. Las ventas por servicios aumentaron 6.5 por ciento en pesos mexicanos debido, principalmente, a la depreciación del15 por ciento del peso frente al dólar y el euro.
Si bien dio de baja 5 millones de clientes, esta vez principalmente del segmento prepago, consolidó 277.5 millones al cierre del período. Estas pérdidas en la telefonía móvil tuvieron compensación en la banda ancha fija que le sumó 450 mil clientes en casi todas las operaciones y contabilizó 81 millones de abonados.
A la hora de poner la lupa sobre los servicios totales, los ingresos se elevaron 0.8 por ciento a tipos de cambios constante con excepción de la Argentina, cuya economía es hiperinflacionaria, una consideración que también aplica Telefónica a la hora de dar su balance. El Ebitda, en tanto, se ubicó en 32.9 por ciento. Si bien la compañía tuvo una rentabilidad de 894.6 millones de dólares, casi 40 por ciento más interanual, la empresa viene arrastrando una pérdida de más de 417 mdd en lo que va del año. Y un Ebitda tan elevado supone escasez de inversiones en redes, aspecto a considerar para el mediano y largo plazos.
Telefónica Hispanoamérica también acusó reducción de sus ingresos, 10.8 por ciento menos de manera interanual hasta los mil 881 millones de euros. La compañía continuó con el proceso de reducción de la exposición en la región a la que no se cansa de identificar como “no clave”.
La venta de la filial de Costa Rica es apenas un ejemplo de ello. El OIBDA decreció 14.5 por ciento interanual por los menores ingresos pero, fundamentalmente, por el deterioro del fondo de comercio asignado a la filial argentina.
No obstante, destacó la evolución de la transformación de sus viejos accesos de cobra en fibra óptica, especialmente en Chile. Fue especialmente valorado en el balance el acuerdo de compartición de infraestructura con AT&T en México.
Hispanoamérica cerró el trimestre con 105.5 millones de clientes, de los cuales 88.8 millones pertenecen al segmento móvil (63.7 millones del prepago y 21.3 millones del pospago), unos 2.89 millones de TV de paga y 424 mil clientes en el servicio de IPTV en crecimiento.
Señaló que la Covid-19 produjo menores ingresos en todos los países en los cuales opera y acusó el mayor impacto por la depreciación de las monedas. De ahí que se pusieran en marcha diversas medidas tendientes a ganar eficiencias y reducir costos, por ejemplo, en publicidad, ahorros de inversión, menor actividad comercial y proyectos de empresas. Un modo de reducir la exposición.
Entel registró caída de 2 por ciento en los ingresos para sus operaciones de Chile y Perú al totalizar unos 615 mdd. Pero creció 19 por ciento en ingresos antes de amortizaciones hasta los 210 mdd y su ganancia fue cinco veces superior que lo registrado en el mismo período de 2019, al pasar de 5.6 millones a 20 millones de dólares. Parte de estos buenos números se explican por la venta de torres, además de un crecimiento del margen del segmento móvil para empresas y de Entel Hogar.
La compañía debió hacer frente a las regulaciones que se implementaron en Chile, donde además del Plan Solidario, las conexiones móviles deben mantener una velocidad mínima constante durante 90 por ciento del tiempo. Este aspecto supone una presión extra sobre la gestión de la compañía.
Las exigencias regulatorias que se fueron implementando en distintos países complicaron los desempeños de los balances. A las obligaciones en Chile se sumaron los aumentos de las tasas en México donde las telecomunicaciones ya pagan altas contribuciones. De ahí que compañías como Entel hayan buscado la compensación de las dificultades de un servicio con otro: los esfuerzos por aumentar la base de pospago y por los servicios fijos fueron un ejemplo de ello.
Millicom también vio reducido sus ingresos 6.9 por ciento al alcanzar mil 360 millones de dólares. La casa matriz también soportó un impacto negativo de 115 mdd contra 45 mdd de ganancias que había obtenido en el mismo lapso de 2019. Los servicios se redujeron 6.4 por ciento y su Ebitda también se vio afectado, pues se redujo 5.7 por ciento hasta los 544 mdd.
Las inversiones de capital se redujeron 15.2 por ciento, no obstante, logró incrementar la base de clientes móviles hasta 37.7 millones, es decir, 1.7 por ciento más interanual.
Entre el PBI y las idiosincracias
Comparado con el segundo trimestre de 2019, el de 2020 fue penoso para todas las operadoras de telecomunicaciones, más allá de lo que hayan podido generar en términos de ingresos.
¿Mejorarán las expectativas en el tercer trimestre? La respuesta fácil anticipa que sí, que habrá un mejor panorama pero apoyado sobre la mayor flexibilidad de las restricciones sanitarias y la necesidad de reactivar las economías de la región.
No se trata de algo sencillo. Se estima que el PBI de América latina caerá algo más de 9 por ciento al cierre de 2020, de modo que su efecto colateral también repercutirá en las compañías de telecomunicaciones. Habrá una competencia y un esfuerzo mayores por meterse en los alicaídos bolsillos de los latinoamericanos.
A esto se deben agregar otros condimentos: las inestabilidades políticas de cada país en particular, las regulaciones o cambios regulatorios impuestos como el caso de la Argentina donde no sólo estarán congelados los precios de los servicios hasta finales de año sino que, además, pasarán a tener status de servicio público.
Otro factor no menor es que no hay en marcha una licitación de 5G lo suficientemente robusta como para que impulse al resto de la región a la inversión. Colombia no puede hacerlo sola y la convocatoria de Chile cuyas propuestas recién comenzarán a abrirse a finales de octubre anticipan un proceso que recién se iniciará en 2021 con un impacto de 0.2 por ciento de inversión directa en el PBI en el primer año, de acuerdo con las previsiones oficiales.
El 2020 será un capítulo aparte en la historia de la humanidad. También en la de las telecomunicaciones que habrán de demostrar su valor en un momento en el cual la conectividad es igual a acceso a servicios básicos y derechos, y su falta a ampliación de brechas sociales e inequidad.
Un desafío a cumplir en lo que resta del año y en lo que vendrá mientras los países toman decisiones, por momentos con visiones 30 años retrasadas, que serán cruciales en los presupuestos que se definan de cara a 2021.