Por Efrén Páez Jiménez
(dpl news) Desde que Estados Unidos comenzó con sus labores para reducir su dependencia de los países asiáticos para el suministro de semiconductores, múltiples naciones son las que se han apuntado para recibir alguna de las inversiones anunciadas enfocadas en este objetivo. Según McKinsey, actualmente se estiman inversiones por hasta un billón de dólares para la instalación de nuevas instalaciones de manufactura de chips a nivel global.
La construcción de una planta de fundición de semiconductores es una labor intensa en recursos humanos, naturales, tecnológicos y financieros, con inversiones estimadas de entre 10 a 15 mil millones de dólares, lo que complica que cualquier país pueda participar sin antes hacer algunos preparativos para ello. No obstante, algunos países de América Latina como México, Costa Rica, Panamá, y República Dominicana creen que pueden incrementar su participación en algún punto de la compleja cadena de suministro de semiconductores.
Estados Unidos estableció el Fondo Internacional para la Seguridad y la Innovación Tecnológica (ITSI) con hasta 500 millones de dólares hacia los próximos cinco años (2023-2027), para promover el desarrollo y la adopción de redes de telecomunicaciones seguras y fiables, y garantizar la seguridad y la diversificación de la cadena de suministro de semiconductores. El fondo estaría enfocado en ayudar específicamente a siete países a impulsar iniciativas encaminadas hacia estos objetivos, incluyendo México, Costa Rica y Panamá.
En particular, se puede destacar la participación de México y Costa Rica, que ya cuentan con una participación destacada de Intel, donde lleva a cabo tareas principalmente de diseño y empaque, respectivamente. Dado el precedente y la experiencia en la industria, además de la cercanía –geográfica y política– con los Estados Unidos, los gobiernos de ambos países esperan incrementar su participación en este mercado en crecimiento con importantes oportunidades.
De acuerdo con Intel, aunque en el corto plazo no sería viable la instalación de una fundición de chips en México, aún considera que el país podría ampliar su participación en las otras fases de fabricación tales como diseño, ensamble y logística.
Hasta el momento la Secretaría de Economía de México y el Departamento de Comercio de Estados Unidos han acordado crear un grupo de trabajo para el fortalecimiento de las cadenas de suministro en la industria de semiconductores. Este plan busca fomentar la cooperación entre las empresas de ambos países para mejorar la eficiencia y la competitividad en la producción de chips.
Cabe destacar que México ya cuenta con una participación relevante en otras partes de la cadena de suministro, especialmente en la demanda de semiconductores para otros dispositivos –como pueden ser automóviles, dispositivos médicos o televisores–, con lo que la presencia de estas industrias podría verse favorecida de acceder directamente a estos componentes.
Costa Rica puede contar entre sus principales ventajas el tener mano de obra cualificada, un sistema educativo sólido y un entorno favorable a las empresas, que podrían apoyar algunos otros servicios relacionados como la investigación y el desarrollo, las ventas y la atención al cliente.
Cuando se considera Panamá, su ventaja competitiva obvia se encuentra en el área de logística y servicios relacionados. Dada su ubicación en el comercio internacional, el país ya participa como centro de distribución de semiconductores. Sin embargo, la nación centroamericana busca incrementar una mayor participación en un sector que promete importantes crecimientos.
El presidente saliente de Panamá, Laurentino Cortizo, firmó un decreto que buscará crear una estrategia y un plan de acción nacional para elevar la participación del país centroamericano en la cadena de suministro de semiconductores de forma coordinada, sistemática y con una visión de largo plazo.
El decreto también considera la creación de una Comisión de Innovación en Microelectrónica y Semiconductores para la interacción interinstitucional y multisectorial que dará seguimiento a la estrategia nacional.
No está claro aún si Panamá buscará también participar directamente en alguno de los procesos de manufactura y diseño de chips como lo hacen Costa Rica y México. Ansberto Cedeño, profesor adjunto de Computer Sciense-FSU, estimó que Panamá podría obtener ingresos de casi 7 mil millones de dólares, si alcanza una participación del 5 por ciento dentro de los 1.4 billones de dólares que el mercado logrará en 2029.
Este sería un objetivo sumamente ambicioso, al considerar que según estimaciones de la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA), Estados Unidos podría incrementar su participación global en cuatro puntos porcentuales, hasta un 14 por ciento en 2032, con un presupuesto de 52 mil millones de dólares. Europa, por su parte, prácticamente defendería su posición actual en un 8 por ciento, tras inyectar fondos por 47 mil millones de dólares.
En el caso de República Dominicana, se encuentra ante un reto aún mayor, al considerar que actualmente no cuenta prácticamente con algún tipo de participación relevante en el segmento. Aunque se puede reconocer que el país tiene un sector informático en crecimiento y un entorno empresarial favorable, con lo que podría seguir el camino de sus pares en la región e introducirse en áreas que demandan menores recursos financieros como el diseño, el desarrollo de software o las ventas.
Aunque la fabricación de semiconductores es el componente de la cadena que ha atraído más atención dada la complejidad y las inversiones anunciadas –que podrían evitar de momento que América Latina participe en su producción–, aún existen otras áreas donde la región cuenta con experiencia y recursos como el talento humano para impulsar su integración. Eventualmente, con políticas bien definidas de industrialización y aprendizaje, la región podría gradualmente subir peldaños en la compleja cadena de valor.
Claramente, el elemento más relevante de esta reorganización para América Latina es su cercanía geográfica y los continuos conflictos geopolíticos de Estados Unidos con China. Sin embargo, la capitalización de la oportunidad requerirá algo más que la casualidad, y más de una visión a largo plazo.