(Del Banco Mundial para Grilla en el Poder) La juventud está llegando a la mayoría de edad en un mundo caracterizado por múltiples crisis interrelacionadas, como el cambio climático y el aumento de las desigualdades, y diversas transformaciones tecnológicas y culturales con consecuencias de amplio alcance para el bienestar colectivo y las perspectivas de futuro de los jóvenes.
Hoy en día, la cantidad de jóvenes de entre 15 y 24 años asciende a 1200 millones de personas y, según proyecciones, la proporción de este segmento en la población mundial aumentará. Invertir en las niñas adolescentes no solo mejora las condiciones de vida a nivel individual, sino que también genera importantes beneficios económicos y sociales que repercuten en toda la población.
Los adolescentes sanos y educados pueden aportar con su pleno potencial al desarrollo de sus familias, comunidades y sociedades, impulsando el crecimiento económico y una transformación social positiva.
Todos contribuyen a poner fin a la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida en un planeta habitable.
Hemos analizado los últimos datos mundiales del portal de datos sobre género del Banco Mundial (i) para comprender mejor las realidades sociales y económicas de las niñas adolescentes y las mujeres jóvenes, y justificar la necesidad de ponerlas en primer plano en los esfuerzos mundiales en materia de desarrollo.
Primera razón: El matrimonio infantil sigue siendo generalizado.
El matrimonio infantil es una forma de violencia de género (VG) y tiene efectos a largo plazo en el desarrollo del capital humano y las oportunidades económicas, especialmente en las niñas. Se dispone de datos para 108 países.
Entre ellos, en el país típico (o, más específicamente, el país medio), una de cada cinco mujeres de entre 20 y 24 años contrajo matrimonio antes de cumplir 18 años. En algunos países, sin embargo, más de la mitad de las mujeres se casan antes de los 18 años.
El matrimonio infantil no solo causa alteraciones en la infancia, sino que también se asocia con un menor nivel educativo, un mayor riesgo de embarazo precoz, el retiro de la fuerza laboral, perspectivas de obtener menores ingresos, y una limitada participación y capacidad de acción a lo largo de la vida.
Segunda razón: La tasa de fecundidad de las adolescentes continúa siendo alta en los países de ingreso bajo.
A nivel mundial, la fecundidad de las adolescentes ha disminuido constantemente en las últimas cinco décadas, con la mayor caída en los países de ingreso mediano bajo.
Sin embargo, el embarazo adolescente sigue siendo común en los países de ingreso bajo, donde la disminución de la tasa ha sido mucho más lenta. Este problema prevalece especialmente en los países afectados por fragilidad, conflictos y violencia, y en los países que enfrentan crisis interrelacionadas.
La tasa de fecundidad de las adolescentes, o la tasa de embarazo adolescente dicho en términos más informales, es el número de nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años. Se asocia con un aumento de las complicaciones durante el parto, lo que contribuye a la mortalidad materna, el bajo peso al nacer del bebé y un deterioro significativo de la supervivencia infantil.
En siete países, la fecundidad de las adolescentes es más de tres veces superior al promedio mundial de 41,9 nacimientos por cada 1000 mujeres. En Níger, el país con la tasa más alta, 168 de cada 1000 niñas de este grupo etario dieron a luz en 2022.
Tercera razón: La proporción de mujeres jóvenes que no trabajan, estudian o reciben capacitación es sistemáticamente mayor que la de los hombres.
Según la Organización Internacional del Trabajo, más de una quinta parte de los jóvenes en todo el mundo no estudiaban ni trabajaban ni recibían formación (ninis) en 2023.
Sin embargo, las tasas de ninis son más altas entre las mujeres jóvenes que entre sus pares varones en casi todos los lugares, indicando limitaciones específicas de género. Son muchos los factores interrelacionados que frecuentemente determinan por qué los jóvenes abandonan la escuela y los mercados laborales.
En el caso específico de las mujeres jóvenes, los datos indican que el embarazo precoz y el matrimonio infantil, así como la carga de los quehaceres domésticos y las tareas de cuidado no remuneradas, desempeñan un papel decisivo.
Una alta tasa de ninis entre las mujeres jóvenes también puede indicar la presencia de normas sociales que limitan su participación en los mercados laborales (PDF, en inglés).
Las tasas de ninis no solo son más altas en el caso de las mujeres, sino que también es más probable que sean permanentes. Esto se pone de manifiesto al comparar las tasas de ninis (PDF, en inglés) de los adultos jóvenes (de 15 a 24 años) con las de la población de 25 a 34 años.
Las tasas de ninis de los hombres mayores (de 25 a 34 años) son más bajas que las de los hombres jóvenes (de 15 a 24 años), mientras que las tasas de las mujeres siguen siendo casi las mismas en ambos segmentos poblacionales. En otras palabras, a medida que los hombres envejecen, parecen comprometerse con la escuela, el trabajo u otras formas de capacitación; las mujeres parecen no hacerlo.
Cuarta razón: El desempleo juvenil es mayor entre las mujeres que entre los hombres en todas las regiones.
Un número sorprendente de jóvenes (73 millones) estaba desempleado en 2022. Este es particularmente el caso de las mujeres jóvenes. A pesar de que las niñas se están educando al mismo ritmo, si no más, que los niños, sus avances en el nivel educativo (i) a menudo no se traducen en empleo. La mayor participación económica de las mujeres jóvenes se ve obstaculizada por una serie de restricciones del lado de la oferta y del lado de la demanda (PDF, en inglés), como la falta de habilidades, activos y redes; las limitaciones de tiempo; las limitaciones a la movilidad; la discriminación de género en la contratación y la promoción, y las normas de género restrictivas.
Apoyar a las niñas adolescentes con el fin de crear un mundo mejor para todos
La igualdad de género es, por supuesto, un derecho humano fundamental. Pero también es clave para lograr un mundo más próspero, pacífico y habitable.
Mantener a las niñas en la escuela las prepara para ser las líderes políticas y empresariales del mañana. Y cuando se permite a las mujeres participar de manera más plena en la economía o asumir puestos de liderazgo, la evidencia indica que los recursos naturales se gestionan mejor, la resiliencia se fortalece y las economías son más competitivas.
A pesar de los avances logrados en los últimos años, nuestros datos muestran que las niñas siguen siendo más vulnerables que los niños durante la adolescencia: se enfrentan a altos niveles de matrimonio infantil y fertilidad adolescente, sus tasas de deserción escolar son más altas y no se incorporan a la fuerza de trabajo formal con tanta frecuencia.
Si hay interés en poner fin a la pobreza, entonces eliminar los obstáculos que impiden avanzar a las niñas adolescentes es un paso fundamental.