Paula Bertolini

(dpl news) Europa mantendrá la hoja de ruta del impulso hacia una transición digital sostenible en lo económico, social y medioambiental, desacelerando la agenda de colaboración con América Latina y quizá más alineada a Estados Unidos en política digital.

Las elecciones al Parlamento Europeo, ocurridas la semana pasada, dejan un panorama de previsible continuidad respecto de la visión y estrategia de la Unión Europea (UE). A pesar del avance en escaños de los partidos de extrema derecha y euroescépticos, los partidos del centro político continúan concentrando la gran mayoría.

En este contexto, no se esperarían cambios relevantes en la agenda digital que Ursula Von der Leyen puso en marcha en los últimos años, como la Estrategia Europea ‘Década Digital 2030’, DMA, DSA, las inversiones en tecnología, o regulación de la Inteligencia Artificial.

Pese al contexto de continuidad, es probable que en los próximos años la dinámica de colaboración de la UE con América Latina tenga una desaceleración. Esta fue una de las estrategias de la presidencia española de la Unión Europea, finalizada en diciembre pasado, con plan de inversiones como Global Gateway o el apoyo a través de la Alianza Digital UE-Latam. Incrementar este vínculo no estaría entre las prioridades del Consejo que trae el nuevo Parlamento, ni quizás de la nueva Comisión, más centrada en el apoyo a Ucrania.

A pesar de toda la historia compartida, Europa no tiene un acuerdo estratégico con América Latina –probablemente por la visión de Europa Central de que se trataba de asuntos de España y Portugal–. Esto permitió un contexto más favorable para la inversión asiática en la región, con una visión estratégica y de largo plazo, mientras Europa no pudo cerrar acuerdos como el pendiente tratado de libre comercio con el Mercosur.

El ámbito digital es un catalizador para dinamizar esta histórica relación. El enfoque europeo basado en derechos, inclusión, igualdad de género, cuidado ambiental y respeto por los consumidores es el más cercano a la visión latinoamericana –y a la mayoría de Ejecutivos actuales–, y sin dudas tiene un gran peso en las discusiones regulatorias en la región.

Por eso muchos de los grandes debates que se están dando en Europa en materia digital tienen su propio capítulo latinoamericano. El ejemplo más claro es del del Fair Share, donde BEREC y Anatel Brasil han tenido conversaciones sobre los abordajes oportunos.

Tras el fin de la presidencia de España en la UE, la reducción del peso de los socialistas en el Europarlamento, y con el probable cambio del Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, hoy a cargo del español Josep Borrell, con mayor sensibilidad por la agenda latinoamericana, se podría perder el impulso dado en el último año a la relación digital con la región.

Continuar esta dinámica de colaboración es positivo para ambas regiones. Para América Latina, el fortalecimiento de los vínculos productivos y de las relaciones de inversión y colaboración con Europa son una oportunidad para que las economías de la región puedan avanzar en la transformación de sus sistemas para crear más y mejores empleos, además de lograr economías tecnológicamente más sofisticadas y competitivas.

A la Unión Europea, el fortalecimiento de los vínculos con la región no sólo le ayuda a consolidar los lazos históricos y culturales, sino que, además, amplía su espacio para la construcción de capacidades en áreas centrales, contaría con un importante nicho de mercado para sus empresas de la región, una amplia reserva de capital humano y talento para ampliar el valor de sus agentes económicos en un escenario de liderazgo digital, y una fuente relevante de minerales críticos necesarios para apoyar el crecimiento industrial.

Si bien iniciativas europeas como Global Gateway se quedaron cortas para revitalizar el vínculo, además de que ambas regiones tienen distintos niveles de prioridad digital, sería un error no activar la relación ante una geopolítica cada vez más convulsa.

Los 27 Estados miembros de la Unión Europea definieron un nuevo parlamento más a la derecha, pero con amplia mayoría del centro político. Nuevamente fueron los partidos de la derecha tradicional agrupados en el Partido Popular Europeo (PPE), que lo conforman espacios como puede ser el Partido Popular (PP) de España o la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Alemania, los que volvieron a ganar e incluso sumaron siete escaños más que en la votación de 2019, aun con un parlamento más pequeño por la salida del Reino Unido.

El segundo espacio europeo, que agrupa a los socialdemócratas, obtuvo una baja de 19 escaños. Peores resultados tuvieron los grupos liberal y verde, que perdieron 29 y 21 bancas, respectivamente. Los acuerdos entre los populares (conservadores), socialdemócratas y liberales son lo que ha venido gestionando el desarrollo de la UE en los últimos años.

Antes de la votación, la mirada de la política europea estaba puesta en la dimensión del ascenso de los partidos de extrema derecha del continente. Si bien ganaron terreno, no logran una amplia mayoría como para desestabilizar las decisiones de los partidos de centro, principalmente porque es una extrema derecha diversa y desestructurada –con partidos más menos euroescépticos o xenófobos–, por tanto, le resultaría difícil actuar como un grupo homogéneo.

El domingo de las elecciones, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que el grupo podría seguir actuando como “ancla de estabilidad”; no obstante, pidió a sus aliados políticos que ayuden en la protección ante los partidos extremistas. “El centro está aguantando. Pero también es cierto que los extremos de la izquierda y de la derecha han ganado apoyo, y por eso el resultado conlleva una gran responsabilidad para los partidos de centro”.

Von der Leyen, quien aspira a un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea, subrayó su deseo de seguir impulsando a los partidos “proeuropeos, proucranianos y pro Estado de derecho”. Ante la necesidad de ampliar la solidez de este bloque, y por alianzas como la del gobierno alemán, es esperable que el bloque de los verdes se sume a la mayoría que sostendrá a la próxima Comisión.

Con este panorama de políticas digitales no se esperarían grandes cambios. “En materia digital, todo se ha hecho en los últimos cinco años. Y, además, todo se ha hecho por vía de reglamento. En los próximos cinco años no vamos a ver mucha norma digital nueva de la Unión Europea, porque todas ya están hechas. Ahora se coordinará su aplicación, lo que se hubiese producido de una u otra manera.

En ninguna hipótesis la agenda digital de Von der Leyen hubiera sido puesta en cuestión. Me resulta difícil pensar que la próxima legislatura europea va a ser muy activa en materia normativa digital. Sí lo va a ser en materia de ver cómo se ejecuta”, opinó ante la consulta de DPL News, Carlos López Blanco, experto en economía digital y en regulación del mercado de las telecomunicaciones.

La agenda digital de Von de Leyer ha seguido una estrategia multidimensional donde se plantean desde la Estrategia Europea ‘Década Digital 2030’ hasta la Digital Services Act (DSA), la Digital Market Act (DMA), la toolbox para la ciberseguridad, la Ley de Infraestructura Gigabit y las consultas abiertas sobre obligaciones y contribuciones de las grandes plataformas.

Para Ángel Melguizo, socio de ARGIA, Green, Tech & Economics Consulting, la nueva conformación del parlamento abre una oportunidad para que Europa colabore más con Estados Unidos. “Eso sería bueno.

La nueva constitución del Parlamento y de la próxima Comisión puede abrir una ventana de oportunidad para una triangulación que incluya también la asociación con Estados Unidos, que para Europa es esencial. Y que es imprescindible dado el liderazgo de EE. UU. en la economía de Internet”, explicó Melguizo.

Agenda Digital UE-Latam y Global Gateway

En marzo de 2023, se presentó la Alianza Digital Unión Europea (UE) – América Latina y el Caribe (ALC), una iniciativa conjunta para “defender un enfoque centrado en el ser humano para la transformación digital”. Una evolución de la relación interregional con la que Europa busca recuperar su achicada influencia, en este caso en materia TIC, en una región estratégica.

Se trató de la primera asociación digital intercontinental acordada entre ambas regiones en el marco de la estrategia de inversiones de Global Gateway, el proyecto europeo para conseguir conexiones fiables y sostenibles con los países socios.

El objetivo de la Alianza es fomentar el desarrollo de infraestructuras digitales seguras, resilientes y centradas en el ser humano, en un marco basado en valores, que asegure un entorno propicio democrático y transparente, y coloque un fuerte énfasis en la privacidad y los derechos digitales. Esto para dar respuesta al principal desafío digital que tiene América Latina, que es la existencia de 230 millones de personas que no acceden a Internet móvil.

Para ello, la Alianza busca la colaboración entre ambas regiones en áreas digitales clave como despliegue de infraestructura, actualización del entorno regulatorio, desarrollo de capacidades y habilidades digitales, innovación tecnológica, promoción de la innovación o la digitalización de los servicios públicos.

Meses más tarde, en el marco de la cumbre UE-CELAC, la Unión Europea anunció inversiones por más de 45 mil millones de euros para apoyar la asociación reforzada con América Latina y el Caribe hasta 2027. En ese evento se presentó la Agenda de Inversiones de Global Gateway UE-ALC que, de los 130 proyectos, aproximadamente 20 están enfocados a la transformación digital.

Implementar el Global Gateway “más fuerte y más rápido”

Para América Latina, Global Gateway incluye el cable submarino Bella, diálogos sobre política regional de ciberseguridad, conectividad, gobernanza electrónica y de datos; y el acelerador Digital UE-ALC con apoyo para al menos 100 empresas conjuntas entre startups innovadoras, pymes y corporaciones de ambos continentes.

Además, algunos proyectos por países, como el apoyo en Colombia para lograr la conectividad hasta 85 por ciento de la población, o en Centroamérica el apoyo en el despliegue de redes de conectividad y 5G.

En estos proyectos, los organismos de créditos (CAF, BID, Banco Mundial) cumplen una función primordial, porque son parcialmente responsables de las inversiones y son los entes regionales más equiparados con la organización de la UE.

Global Gateway no fue únicamente para la región, ya que se trató de un brazo inversor para fortalecer las conexiones entre Europa y el mundo, ayudando a los países socios a abordar, entre otras cosas, la brecha digital y a integrarse aún más en el ecosistema digital global.

Sin embargo, menos del 20 por ciento de las inversiones son destinadas a América Latina, lo que para algunos analistas este porcentaje es insuficiente para generar el vínculo y las inversiones necesarias para la transformación de los países.

“La gran apuesta geopolítica de Europa con América Latina no puede ser sólo 45 mil millones en cuatro años, cuando las empresas de EE. UU. y China están invirtiendo decenas de billones. No se puede cambiar la posición geopolítica de Europa en la región con esas cifras”, agregó Melguizo.

De acuerdo con una investigación realizada por ARGIA, Green, Tech & Economics Consulting, la estrategia geopolítica europea Global Gateway en máximos –con recursos significativos para políticas digitales y capacitación, mejoras regulatorias y movilización de inversiones de bancos de desarrollo y empresas– podría generar un punto de crecimiento económico adicional de la región hasta 2027. Y generaría 2.5 millones de empleos formales.

Para ello, Melguizo dijo que la implementación de Global Gateway debe ser más alta, más fuerte y más rápida. “No esperar a 2027, combinar las transiciones digitales, verdes y sociales, porque esta interacción es donde Europa es referente global; y movilizar recursos de cooperación europea, pero también de bancos de desarrollo y empresas digitalizadas”.

Para Carlos López Blanco, Latinoamérica no está como prioritario en la agenda, principalmente por el cambio que se espera del Alto Representante y porque España ya no tiene la presidencia de la UE (vale aclarar que en general los países que ponen sobre la mesa la relación con América Latina son España y Portugal). “Se van a completar los proyectos iniciados, pero sigue sin haber en la Unión Europea un sentido de urgencia y prioridad en cuanto a las relaciones con América Latina”.

“Efectivamente, se corre el riesgo de que haya menos impulso político –dijo Melguizo–, y sería un error. Ahí la esperanza es que las empresas se desenganchen del Global Gateway, lo cual no está asegurado, porque permitiría algo más de continuidad”.

De todas formas, ambos analistas coinciden en que hay circunstancias excepcionales geoestratégicas que obligarían a la Unión Europea y a Estados Unidos a poner foco en América Latina.

En definitiva, la Unión Europea y América Latina enfrentan un escenario internacional turbulento, marcado por las tensiones entre los Estados Unidos y China, donde la región es escenario, por ejemplo, de la batalla por el litio, el debilitamiento del sistema multilateral de comercio y las perturbaciones en las cadenas mundiales de suministro.

Un panorama que impone retos económicos particulares para los agentes del ecosistema digital latinoamericano con procesos de inflación y devaluación, y dificultades de acceso a financiamiento. En este contexto, la red de acuerdos comerciales y financieros con una impronta digital constituye un valioso activo para ambas agrupaciones de países.

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