Estas madres dan a luz cabeza abajo, a oscuras, en un ambiente cerrado, y son capaces de encontrar a su cría entre un grupo de más 400 pequeños apilados en el techo de su cueva. Para documentar esta labor maternal, la organización internacional National Geographic Society (NatGeo) apoyó a Begoña Iñárritu, entonces estudiante de Biología en la UNAM.
En 2016 la joven recibió una beca para jóvenes exploradores destinada a investigar los cuidados maternales de los murciélagos magueyeros (Leptonycteris yerbabuenae) en el desierto de Sonora, en la que es considerada la más grande “maternidad” para esta especie.
“Representar a la UNAM en NatGeo es un privilegio y una gran responsabilidad. Las herramientas y conocimiento que adquirí en la Universidad, en la especialidad y el laboratorio, son una herencia que queda para siempre. Me encanta llevar a la Universidad Nacional a todos lados”, comentó.
Iñárritu, quien estudió Biología en esta casa de estudios, se unió en 2013 al laboratorio de Rodrigo Medellín, en el Instituto de Ecología, en donde se apasionó por el comportamiento de los murciélagos.
“Había que tomar fotografías y videos, pero faltaban recursos, así que el doctor nos incentivó a buscar medios para el proyecto, por lo que apliqué para la beca de jóvenes exploradores de NatGeo. Es una selección de lo más difícil y hay que chambearle duro para defender tu trabajo, pero al final todo salió bien”, recordó.
Megaguardería
Tras llegar a su madurez sexual, el murciélago magueyero forma grandes colonias para reproducirse durante el invierno, en el centro y oeste del país, cerca de las costas de Jalisco y Nayarit.
Posteriormente sólo las hembras, ya preñadas, migran hacia el norte en busca de condiciones óptimas para la etapa de lactancia. La gestación dura entre cinco y seis meses, en un proceso donde la cría al nacer representa el 30 por ciento del peso de la madre. Es como si una mujer de 60 kilogramos tuviera un bebé que pesa 20, algo que me parece de locos”, expuso la joven investigadora.
Llegan a cuevas en Sonora, Arizona y Nuevo México para dar a luz durante la primavera (abril-mayo), formando colonias de aproximadamente 20 mil animales. Al igual que los humanos, tienen una cría por parto y es muy raro que tengan gemelos.
El murciélago da a luz de cabeza, e inmediatamente la cría se dirige al pezón de la madre, ubicado en la axila, por lo que al amamantarlo pareciera que lo está abrazando.
Posteriormente, cada noche las hembras ponen juntos a todos los hijos para salir a alimentarse del néctar de los cactus del desierto, luego regresan, toman a su cría y se van, con el bebé prendido en el pezón, a otro lugar dentro de la cueva.
“Lo que documenté con NatGeo es cuando ya está el grupo formado. Vi todas las interacciones, cómo las madres los lamen, huelen, vocalizan. Imagina a todos pegados al techo y la hembra llega volando, pasa cerca de cada uno hasta que encuentra al suyo.
“Una de las cosas que más me sorprendió es que los bebés, con dos semanas de nacidos, abren las alas y se agitan cuando su madre aterriza”, relató la bióloga.
La madre acicala constantemente a su pequeño para evitar que sea atacado por insectos similares a las garrapatas; en tres meses alcanzan el tamaño de un adulto y emigran a mil 400 kilómetros hacia el Sur del país, porque para entonces la comida escasea y ya no es suficiente para todos.
En 2017, Iñárritu se graduó como licenciada en Biología y se convirtió en editora del blog de ciencia “La huella del jaguar”. Actualmente trabaja como asesora del Comisionado Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
“Es importante no tener miedo para lograr nuestros objetivos personales y profesionales, o para estudiar algo poco común o extraño para los demás. La mayoría piensa que es difícil competir por una beca, pero hay que intentarlo, tocar puertas”, finalizó la universitaria, que considera cursar una maestría también en la UNAM.