Una cantidad excesiva de sal en la dieta causa aproximadamente el 10 por ciento de las enfermedades cardiovasculares y se ha vinculado con el cáncer de estómago, empeoramiento de asma, osteoporosis, cálculos renales y obesidad, ya que los alimentos salados causan sed, la que se quita consumiendo bebidas con un alto contenido de azúcar.

En efecto, la ingesta excesiva de sodio puede hacer que sintamos más sed y, a su vez, que retengamos líquidos en exceso, al dificultar el trabajo de los riñones.

Además, las personas que consumen muchos alimentos con sodio desarrollan una especie de resistencia. Alguien que ha perdido su sensibilidad a la sal aumenta constantemente su consumo diario y se quedan atrapados en un círculo vicioso ya que prácticamente vacían al salero para darle sabor a sus comidas.

Por suerte, hay algunas señales de nuestro cuerpo que nos avisan de que nos estamos excediendo. La más clara es la presencia de hinchazón en las manos, los pies, los brazos, las piernas o el rostro.

Y es que el exceso de sodio puede ocasionar la aparición de edemas (retención de líquidos) en el cuerpo. Podemos notarlo en zonas específicas como los ojos, la tripa y los tobillos.

Cuando te despiertes por la mañana, puedes encontrarte con que el área alrededor de los ojos y las mejillas está inflamada. Un mayor consumo de sal el día anterior puede ser la razón de esto. El exceso de sal provoca que el líquido se retenga entre las células y los tejidos, literalmente, se hinchan.

Ese exceso de líquidos en los tejidos del cuerpo se manifiesta, como señalábamos antes, con la aparición de edemas en otras partes del cuerpo como alrededor de los dedos de las manos o en los tobillos, que van inflandose a lo largo del día debido a la acumulación.

Por eso se considera que el edema es un síntoma de una condición de salud subyacente o un signo de que se está consumiendo demasiada sal.

Por último, tener la presión arterial alta, cálculos renales, úlceras estomacales, calambres musculares, cansancio, osteoporosis, cáncer de estómago, dificultad para respirar, náuseas, vómito, piel seca, confusión y pérdida del apetito son otras de las señales que pueden indicar que se tiene exceso de sal en el cuerpo.

Cuidado porque con todo lo expuesto no queremos decir que se tenga que condenar el consumo de sodio, sino reducir su consumo. Una vez más recordamos que la sal es necesaria para el bienestar del organismo, pero, si te excedes de los límites de consumo regulado, puedes sufrir graves consecuencias.

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