*Firme demanda de que se investigue accidente aéreo
El 24 de diciembre será un día que los poblanos, los panistas y muchos mexicanos no podremos olvidar.
El día que nos llenó de consternación y pena el fallecimiento de Rafael Moreno Valle, su esposa la gobernadora Martha Érika Alonso y Héctor Baltazar Mendoza.
El dolor no nos detiene hoy para realizar un homenaje a un gran panista, un senador de la República, pero, sobre todo, un amigo excepcional.
No dejamos a un lado nuestra demanda firme, categórica, urgente, para que se esclarezcan con toda puntualidad los detalles de la fatalidad que costó la vida a cinco buenos mexicanos.
Pero vengo hoy no a hablar de la tragedia, sino a honrar una vida. Vengo no a lamentar la pérdida irreparable sino a clamar para que sigamos el ejemplo. Vengo a recuperar la memoria y a preservar el legado.
Conocí a Rafael cuando fui candidato a la presidencia municipal de Corregidora. Él era un peso completo no solo del panismo, sino del país, y yo era un empresario, un ciudadano que aspiraba a hacer las cosas mejor. Ahí supe de su consejo, de su apoyo, de su fraternidad.
La gratitud se convirtió en amistad.
En mi campaña al senado, el año pasado, conté con su presencia, con su astucia, con su inmenso talento político.
Un día, en un mitin, se nos vino el cielo encima. Una tormenta nos aplastó largos minutos. Él, insisto, ya era una figura nacional. Se mantuvo ahí todo el tiempo, a mi lado, convocando a la gente a votar y a imaginar una República mejor.
Imagino que a alguien que había sobrevivido a tantas tormentas no le importaba volverse a empapar otra vez.
Así coincidimos en el Senado de la República y, en un momento dado, compartimos la mesa de decisiones: él como coordinador y yo como vicecoordinador.
Lo hicimos igual que, un día, compartimos la mesa en casa de sus padres, a quienes saludo y agradezco el honor que nos hacen acompañándonos hoy y decirles que no puedo imaginar el dolor tan grande que pueden estar sintiendo en este momento.