Tradicionalmente, en México, cuando un Presidente de la República se ha enfrentado públicamente a algún medio de la prensa escrita, el nivel de posiciones se han dado en escenarios de altura, ya sea política, social o intelectual, pero sobre todo, con altura de miras.
Para no ir más allá de los últimos 6 sexenios, época a la que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador llama neoliberales, es momento propicio para recordar algunos de esos enfrentamientos por lo que está ocurriendo entre el inquilino de Palacio Nacional y los periódicos Reforma y El Universal.
Solo dos ejemplos bastan para medir el nivel de estos episodios comparados con lo que realmente está protagonizado el presidente López Obrador, porque parece estar solo en esto que se reduce a un reclamo de solitario enfadado.
El primer ejemplo es lo que ocurrió entre el entonces presidente José López Portillo y Pacheco, hombre culto que se enfrentó con el influyente periodista Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso. Ambos se enviaron diversos mensajes de altura y terminaron el debate cuando López Portillo expuso la siguiente declaración pública que hizo historia: “no pago para que me pegues” y así terminó un episodio de rico contenido documental.
El otro episodio fue el que sostuvieron el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y el director general del periódico El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, quienes protagonizaron rudos intercambios de posiciones que descobijaron algunas irregularidades que llevó a la cárcel al editor, aunque por algunas horas, y fue el epílogo de un asunto que motivó la reflexión de todos los propietarios de medios, incluidos los de radio y televisión.
Ambos casos sirvieron al país en los niveles a que nos referimos, porque no se limitaron a un simple asunto de dimes y diretes y de ahí que se entienda que el periódico Reforma todavía no responda con esa altura a los reclamos del presidente López Obrador y de ahí que El Universal en su respuesta de este martes, lo haya hecho en una columna donde trata diversos temas y no en un espacio de elemental importancia, como la página editorial.
A querer o no, en este momento el verdadero enemigo del país es el temible coronavirus que requiere una lucha integral por los efectos que produce a la sociedad entera de todas las naciones.
Pero, además, es momento obligado de asimilar que el auténtico peligro para México es el avance del desempleo, la apresurada salida de capitales, el fomento del recrudecimiento del encono entre sectores y para detenerlos se requiere de un auténtico líder político.
México, estas a tiempo.