Ese pronunciamiento de abrazos, es un pronunciamiento de impunidad, le están mandando decir al presidente Andrés Manuel López Obrador desde todos los frentes jesuitas, cuyos sacerdotes están profundamente dolidos por el brutal asesinato de dos de sus hermanos en la sierra Tarahumara, estado de Chihuahua…
Por este hecho le está lloviendo con torrencial sentimiento en su milpita al inquilino de Palacio Nacional, a quien le están recordando que su ya tristemente célebre frase “abrazos, no balazos”, representa un definitivo mensaje de abrazo a la impunidad…
Como se sabe, don Andrés acuñó esa nefasta expresión en referencia a su particular sentimiento que también ha expresado decenas de veces, pública y abiertamente en sus mañaneras, con eso de que los delincuentes tomaron el camino de actos antisociales por falta de oportunidades…
Pero ahora, con lo que se está descubriendo con la muerte de los jesuitas, salen los clérigos para condenar al gobierno de la mal llamada 4-T con reflexivas declaraciones como la siguiente del vicario diócesis de la Tarahumara y párroco de la catedral de esa región, Héctor Martínez Mendoza…
“Este sangriento hecho provoca el grito de todo el pueblo que ha unificado su voz con un angustiante ya basta de abrazos, y nosotros no podemos quedarnos callados”…
Pero lo que está doliendo a más a los jerarcas católicos y millones de mexicanos que simpatizan con esa religión, es la ingenua posición con que salió López Obrador a enfrentar esos repudios: “Por qué me voltean a ver a mí, ¿que ese delito no es del fuero común?...
Vaya forma de alimentar ineficiencias…
¿O alguien puede refutar esto?
Que quede para la reflexión…