*¿A dónde va México?

Diría D. Daniel Cosío Villegas que López Obrador tiene un “estilo (muy) personal de gobernar”.

Ni para qué insistir en que sigue en campaña y no actúa como Presidente, por su afán mediático de prometer y hablar de todo lo que quiere, aunque no sea lo que la gente espera, y sigue sembrando la división entre los mexicanos con ataques a los pirruris, fifís, canallas, neoliberales, conservadores, mezquinos…

Ya olvidó su “amor y paz”, que sólo fue un slogan transitorio de campaña.

Así no ampliará el número de sus adeptos, más bien los va perdiendo.

Si no es de izquierda, ¿por qué su empeño en defender al dictador venezolano Maduro, contra la comunidad latinoamericana y la tradición diplomática mexicana?

Lo de “al diablo las instituciones” quedó corto, pues arremete contra todos los entes autónomos, de la Suprema Corte para abajo; el INAI le estorba porque él rechazó rendir cuentas transparentes desde el gobierno del DF.

Fustiga al INE porque multó a Morena por el fideicomiso para los damnificados del 19/17 y porque el IFE, su antecesor, no le regaló la Presidencia en 2006 y en 2012, cuando la perdió ante Calderón y Peña Nieto.

No le creen su declaración patrimonial, pues resulta que él es muy pobre y la rica es su esposa; ni siquiera anotó los ingresos por sus libros y conferencias, que tanto presumió que de ellos vivía durante su campaña.

Cada día aumentan las protestas en su contra y se muestra sordo a las peticiones de la gente; el colmo, en su propia tierra Tabasco: cuando acudió a la toma de posesión del nuevo gobernador, llegó en camioneta blindada y sus paisanos lo insultaron porque no les hizo caso, como les había prometido durante su campaña.

Ya van 13 mil burócratas despedidos, más los que pidieron su liquidación por no admitir les rebajaran los sueldos. Eso no es buscar el bienestar de la gente, sino cerrar las puertas a su provenir y al de sus hijos. ¿No habrá pensado que todos ellos ya son sus enemigos?

Provoca además fuga de cerebros, que tanto le han costado a México.

En otras paradojas de su gobierno, el ISSSTE despedirá a 3,000 empleados, precisamente ahora que más empleados del gobierno acudirán a ese instituto por haber cancelado los seguros de gastos médicos.

Su cacareada lucha contra el huachicoleo ha producido desabasto de gasolina en 9 estados del centro del país; el cierre de los ductos parece no ser la solución, sino atacarla de raíz con enjuiciar a sus responsables desde altos funcionarios de Pemex para abajo y a los líderes del Sindicato, pues sigue intocado Romero Deschamps.

Dice que hay complicidad en Pemex con el huachicoleo, pero nadie va a la cárcel.

Explicó que cerró ductos para frenar el huachicoleo y que se surtirá el combustible con pipas y carros-tanque, que son muy lentos y costosos y los puede robar el crimen organizado, al que ha blindado con amnistía e impunidad, pese a que prometió tanto que lo combatiría.

¿No será más bien porque las pipas son del grupo #IDESA, del secretario de Comunicaciones, Jiménez Espriú, y sólo por 4 días cobrará 2 mil millones de pesos? El colmo, también saldrá beneficiado con la construcción y mejoramiento de las refinerías. 

Convocar a miles de jóvenes a afiliarse a la Guardia Nacional antes que la apruebe el Congreso indica que éste le vale gorro, al cabo allí tiene a sus incondicionales morenistas, que la aprobarán y ni un giño le harán por habérseles adelantado; porque ellos están para obedecer.

Mientras crecieron 58% los homicidios ya en su gobierno; pero me canso, ganso, él lo niega, no con cifras sino con peroratas o salidas no siempre afortunadas.

En campaña prometió meter en cintura a Trump, ante la blandura de Peña Nieto. Ahora sale con que no hay que confrontarlo sino ser más astuto que él, que fustiga por todos los medios a 35 millones de mexicanos que viven en EU y a 5 millones de ilegales, y además denigra a México.

Él, más bien, parece su mandadero: soporta a los migrantes centroamericanos que el mismo Trump trajo para hacerse propaganda política en EU, y Amlo hasta les da empleos y paga su regreso a quienes desean volverse a su país.

Si deja atrás su afán de minimizar los problemas y sus reiterados engaños para justificar sus planes y actos, podremos esperar un mejor futuro, si no, la cuarta transformación se convertirá en la cuarte decepción.

En la medida en que la desilusión avance, se acercará el enjuiciamiento a los expresidentes.

Originalmente prometió amnistiar a Peña Nieto ya su funcionarios; pero ya anunció varias veces que le consultará al “pueblo bueno y sabio” e incluyó a su “villano favorito”, Salinas de Gortari, al que calificó de jefe de la “mafia del poder”.

Uno se pregunta ¿a dónde va México con los desplantes, mentiras y cantinfleadas del tabasqueño, que desmantela el aparato burocrático, so pretexto de la austeridad, para suplirlo con sus fans de Morena, aunque el país pierda a cientos de personas preparadas y experimentadas que son su gran capital humano?

El presidente necesita serenarse, dejar su verborrea y no ser el promotor principal del encono y la polarización entre nosotros mismos; promover en serio el empleo y el desarrollo económico, pues sólo así avanzará el país, no con dádivas de miles de millones a los “ninis” y demás, que pueden ir a dar a los bolsillos de los políticos.

(Con sus queridos “ninis” sólo creará un ejército de zánganos, como los que incuba la Universidad del DF, que él cree como jefe de gobierno, que le sirven de carne de cañón de mítines y algaradas)

Igualmente debe frenar su ambición desmedida de poder y respetar los organismos autónomos, contrapesos democráticos que México construyó; si no, resignémonos a que se reelija y  convierta en otro Hugo Chávez y Nicolás Maduro, a quienes admira y defiende fervientemente.

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@chavafloresll

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