Para entender la política

Ruta de las negociaciones con que Peña Nieto pactó triunfos e impunidades con Anaya y AMLO

A fines de 2016 Peña Nieto pactó con Ricardo Anaya que el PAN no se aliaría en el Edomex con el PRD porque por ningún concepto quería perder la elección de gobernador en su estado, para que el famoso Grupo Atlacomulco conservara no sólo su hegemonía política, sino también la económica.

ACENTO: Por Salvador Flores Llamas

*En PRI y PAN como arañas fumigadas

A fines de 2016 Peña Nieto pactó con Ricardo Anaya que el PAN no se aliaría en el Edomex con el PRD porque por ningún concepto quería perder la elección de gobernador en su estado, para que el famoso Grupo Atlacomulco conservara no sólo su hegemonía política, sino también la económica. 

Pero Peña buscó luego impunidad para él y su grupo de corruptos que saquearon al país como nunca, y se topó con que Anaya se oponía a que el Senado aprobara como fiscal anticorrupción a Raúl Cervantes, titular de PGR, primo hermano de Humberto Castillejos, su consejero jurídico.

Ahí empezó la pugna Peña-Anaya, que llegó al Presidente a hostilizar al líder panista por todos los medios, y a Ricardo a amenazar con que lo metería a la cárcel, si llegaba a la Presidencia.

Por eso cuando la cúpula empresarial propuso a Peña que Meade (cuya campaña no levantaba) apoyara a Anaya para evitar que ganara López Obrador, se opuso terminantemente, creyó poder reorientar la campaña de su exsecretario de Hacienda con una fina operación política, que nunca se le dio.

El Presidente manipuló la campaña de Meade mediante Aurelio Nuño, el coordinador, y de Reza Ochoa, líder del PRI; el candidato era su prisionero y no lo dejaron ni nombrar prospectos para diputados y senadores, entre los que el segundo se coló, junto con su secretaria, para diputado federal plurinominal. 

Meade fue su prisionero, lo empujaron a una campaña errática y a acusar de corrupto a Anaya, con el uso sectario de la PGR, ante la que pidió a Ernesto Cordero, presidente del Senado y panista calderonista, exigirle cuentas por no meter a la cárcel al candidato del Frente por México y a que la Cámara Alta hiciera suya esa demanda.

Logró J. Antonio frenar la candidatura ascendente del panista, pero no arrebatarle el segundo sitio en encuestas, que siempre lideró el Peje, para tratar de capitalizar el voto útil y vencerlo; mas ese voto se fue más bien a López Obrador.

El relevo de Ochoa Reza en el PRI por Juárez Cisneros y el relanzamiento de la campaña de Meade fueron tardíos.

Ante el fracaso, Videgaray sugirió al Presidente negociar con Amlo, quien le enviaba señales de otorgarle amnistía, Alfonso Romo fue el mediador del dueño de Morena. Así se fraguó el pacto Peña Nieto-López Obrador, por el que Los Pinos gestionó que 7 gobernadores panistas y los del PRI apoyaran al Peje, y fueron factores para que arrasara en la elección.

Por eso Andrés se decía inalcanzable a últimas fechas, aunque muchos creíamos que su jactancia se debía a las encuestas cuchareadas que mandaba publicar y a los millones de bots de sus fans en las redes sociales. En resumidas cuentas, nos engañó con la realidad.

Colofón de esto fue que Peña lo recibió en Palacio Nacional de inmediato el lunes 2 y pactaron una entrega recepción tersa; abundaron los elogios mutuos, todo fue “vida y dulzura”. Mientras la noche del domingo candidatos y dirigentes abandonaron las sedes del PRI y del PAN como arañas fumigadas.

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@chavafloresll

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