*Puede no haber TLC
El lunes 27 de agosto nos despertaron con que había concluido la revisión del Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos.
El conductor estrella de los noticieros de Televisa, Carlos Loret de Mola nos despertó desde Wáshington; aparecieron en pantalla los presidentes Peña Nieto y Trump congratulándose, y el segundo charló con los negociadores mexicanos, encabezados por Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, incluido Jesús Seade, representante del presidente electo.
Se desató la parafernalia: todos los eventos sucesivos rondaron en torno de la noticia, que los medios mexicanos repetían constantemente. En EU se interrumpió la transmisión del funeral del senador republicano John McCain, quien pidió que Trump no asistir a su funeral, muestra de su rechazo, pues McCain dijo que el magnate había secuestrado su partido, sin ser miembro suyo.
En lo principal de lo acordado en el TLC destaca que se eliminó la cláusula “ocaso” (sunset), con la que los gringos pretendían que el tratado terminara cada 5 años y habría que negociarlo de nuevo. México la rechazó terminantemente desde el principio, por la inseguridad que daría a los negocios y a las inversiones.
Se logró que el TLC dure 16 años y se revise o adapte a las nuevas realidades cada 6. La revisión próxima será en 2024, cuando ya ni Trump (aunque se reeligiera) ni Amlo serán mandatarios.
En cuanto a la industria automotriz, Trump pedía 85% de piezas hechas en EU, mientras el TLC exigía el 62.5%. Se quedó en el 75% en general, pero se bajó al 40% para autos ligeros fabricados donde se pague al obrero 16 dólares por hora, y en 45% para los vehículos pesados y las pickups.
Por cierto, esto fue lo último que se negoció, en la misma madrugada del lunes 27 de agosto.
Para resolver las controversias que se susciten, EU quería resolver todas las de los capítulos 11, 19 y 20; ser único juez y parte. Se convino: las del capítulo 11 se revisarán en EU; las del 19 en México y las del 20 en Canadá.
Fue clave la intervención del yerno de Trump, Jared Kushner, gran amigo del canciller mexicano Videgaray.
Empero en estas negociaciones no estuvo Canadá; el propio Trump la invitó a intervenir ya, pese a sus grandes diferencias con el primer ministro Justin Trudeau quien andaba en gira por Europa, desde donde envió de inmediato a Wáshington a su ministra de Asuntos Exteriores Chrystia Freeland a reanudar las negociaciones.
Trump y Trudeau han tenido serias diferencias últimamente: en abril, cuando, tras asistir a una reunión del G9 en Ottawa, Donald se fue antes de la ceremonia final, a entrevistar al dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un; pero desconoció el comunicado conjunto, que ya había firmado y le soltó dicterios al primer ministro.
Canadá y EU tienen además serias diferencias comerciales en productos lácteos, de los que el primero es gran exportador. Igual en madera: EU produce fuertes cantidades de maderas duras para la industria de la construcción, y acusa a Canadá (también productor importante) de venderlas en la Unión Americano a precios de dumping.
Los observadores creen que es muy difícil que Canadá y EU se pongan de acuerdo en unos días, lo que a México le llevó desde el 16 de agosto de 2017 con diferentes rondas de negociación, en muchas de las cuales estuvo Canadá, pero no en las definitivas.
El Congreso Norteamericano necesita disponer de la redacción final del TLCAN antes de que se renueve gran parte de la Cámara de Representantes y del Senado a principios de noviembre.
Se teme que tras renovarse, será más difícil que el Legislativo gringo lo apruebe, sobre todo si queda dominado por los demócratas.
Además, Trump quiere dejarlo lista para poder presumirlo a su base electoral, a la que prometió que eliminaría el TLECAN por perjudicar a su país. Ahora dice lo contrario, y lo presume como un gran triunfo. Bien dicen que todo es según el color del cristal con que se mira.
Sin duda el magnate accedió a finiquitar la negociación, porque en la semana del viernes 24 tuvo varios reveses.
El más fuerte fue que Allen Wisselberg, el contador de su emporio millonario accedió a declarar en su contra a cambio de inmunidad, e igual Michael Cohen, su abogado personal, que lo implicó en delitos federales y electorales, como haber pagado a prostitutas que Donald contrató hace tiempo, y lo encubrió para no entorpecer su elección.
Los testimonios de personas tan cercanas son más peligrosos para Trump, porque conocen todas sus maniobras y patrañas.
También Peña Nieto quisiera firmar el TLC antes de concluir su mandato el 30 de noviembre.
Precisa aclarar que sin Canadá no habrá TLC, porque el Congreso autorizó a Trump a negociar un tratado trilateral; si esto no se logra, lo negociado con México queda sin efecto, por ser bilateral, y habría que empezar de nuevo, en condiciones muy diversas.
De hecho, Trump, al hablar con Peña Nieto y los negociadores mexicanos, se refirió al acuerdo comercial entre México y Estados Unidos; dejó de lado el TLECAN; pero su Congreso no contempló tal posibilidad.
@chavafloresll