*Corcholatas vemos, Sheinbaum no sabemos
La selección de corcholatas se debió más a una ocurrencia que a una decisión pensada y estudiada, siempre es lo mismo, solo se quiere demostrar que ya no existe el “dedazo” o el “tapado”, es la misma gata pero bien revolcada.
Tal es el caso de Claudia Sheinbaum, cuyos méritos se reducen a su amistad con López Obrador y de ninguna manera a sus resultados o acciones como servidora pública. Así es la política, y más cuando una serie de sucesos ensombrecen a la ex jefa de gobierno que, estoy casi seguro, la perseguirán por el resto de sus días.
Pareciera que la corcholata, a la que muchos ven como la favorita, se ha convertido en Ebenezer Scrooge, protagonista de la novela de Charles Dickens, “Cuentos de Navidad, aunque no por ser una mujer ávara o cascarrabias, sino porque por lo menos, de aquí a que termine su disfrazada campaña, se le aparecerán todas las noches tres fantasmas, que como en la historia, arremeterán contra de ella como un merecido o inmerecido cargo de consciencia.
Uno de ellos es el de su ex esposo Carlos Ímaz, a quien, según mis fuentes nada confiables, Claudia entregó a la “justicia”, acusado de recibir dinero de su tocayo Carlos Ahumada, empresario argentino venido a menos y cuyo escándalo embarró a miembros del equipo del entonces jefe de gobierno, como el innombrable René Bejarano, esposo de la morenista Dolores Padierna, ex jefa delegacional de la hoy alcaldía Cuauhtémoc.
Este fantasma la sentará en el sillón de su sala y la pondrá a ver el video en donde se muestra a Ímaz aceptando el “donativo” en efectivo que le da Ahumada.
El segundo fantasma es el del Colegio Rébsamen, cuya parte de su estructura colapsó durante el sismo de 2017 cuando Claudia era jefa delegacional de la hoy alcaldía Tlalpan y en el que lamentablemente perecieron niños y docentes.
A la entonces delegada se le acusó de autorizar la construcción de un piso más en el colegio, mismo que colapsó por el movimiento telúrico y ocasionó una tragedia. Como pudo y como HaShem o Yahvé le dieron a entender, la hoy corcholata pudo lavarse las manos, pues la culpa recayó principalmente en la dueña de dicho colegio.
Me imagino a Claudia, tomada de la mano del fantasma, sobrevolando el colegio y viendo entre los escombros los cuerpos inertes de víctimas inocentes que ocasionó la corrupción de una administración de servidores públicos involucrados en tan aberrante acto.
El tercer fantasma es el de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, el tramo que colapsó y que derivado de ello murieron varias personas. El fantasma la obligará a mirar la estructura colapsada y a los familiares de las víctimas que no pueden creer lo que les pasó.
Lejos de inmutarse, la corcholata buscó de nuevo un conejillo de indias y arremetió contra sus antecesores, porque pareciera que le es más fácil quejarse que reconocer (hasta en eso se parece a su Mesías), al final de cuentas así es la política, pagan justos por pecadores o injustos por querer atentar contra los pecadores.
Claudia creerá que se trata de un mal sueño, pero seguramente en la cara de alguna o varias personas, durante sus giras proselitistas, verá gestos de reproche, rostros de las víctimas fatales que perecieron durante esos dos acontecimientos que se pudieron evitar si no imperara tanta corrupción o por muestras reales de querer hacer bien las cosas.
Por desgracia, la ciudadanía difícilmente se pone en guardia ante los excesos de tanto despistado corrupto, por el contrario, sucumbe ante cualquier indicio de dádiva o moche que le ofrezcan.
Claudia es prisionera de la imagen que de ella se han formado infinidad de personas, imagen del pasado que lejos de hundirse sale a flote.
Ni toda la publicidad que quiera hacerse será suficiente para modificar la concepción que tiene mucha gente de ella, por más que ignore o minimice los hechos mencionados. Por donde se le quiera ver o por donde se le busque, carece de carisma, de personalidad, de gracia que trata a toda costa de parecerse, en sus dimes y diretes, al actual presidente de México, al que se desvive por alabarlo cada que puede.
En 2021 el Partido Morena perdió varias alcaldías, pérdida que le atribuyen a Sheinbaum, lo cual no ve con buenos ojos Andrés Manuel porque sabe que se puede repetir con la Presidencia de la República si la ex jefa de gobierna queda como candidata presidencial. Casi estoy seguro que Sheinbaum será una víctima más de quien la ha encumbrado y que la utiliza como distractora para apuntalar al que verdaderamente es su corcholata, me refiero a Adán Augusto, independientemente de todos los relojes de lujo que se le ha visto lucir.
Nos leemos la próxima semana.